pantallas que no descansan,
noticias que nos amansan
y dejan la vida en espera.
Adentro hay también quimera,
pensamientos que no paran,
voces que nos desamparan
y nos roban siempre el centro.
Seguro que muy adentro
habrá fuerzas que reparan.
Demasiada luz disfraza
poses falsas en la red.
La sonrisa es un ballet,
glamour “fake” que te atenaza.
Lo artificial es la baza.
En inteligencia también.
Cartón-piedra del desdén.
Un espejo sin retorno.
Cada filtro es un adorno,
cada "selfie", un "queda-bien".
Demasiados cuerpos vagan.
Dios es polvo en un altar.
"Body-building" del sin pensar.
Adicciones que te apagan.
¿Y el espíritu y su flama,
lo que llena alma y ser?
El tener sin comprender,
crea un vacío violento.
¿Será este cuerpo un lamento
o un producto por vender?
Demasiada prisa, vida:
si al final todos llegamos.
Tanto tiempo que buscamos,
y mientras, la calma perdida.
Mejor una vida vivida
con el gozo de existir.
La prisa nos hace salir
de una existencia más plena.
¿Será la muerte serena
o un renacer por venir?
Demasiada pugna estalla,
la vida ya no es sencilla.
Nos separan en orillas
y el rencor todo lo calla.
Los extremos se desatan
la lucha es en cada rincón.
¿Cuál es el bien, cuál la traición?
Aclarémoslo en batalla.
Yo aquí, tú tras tu muralla.
Y todos en una prisión.
Demasiada falsa verdad,
mucho loco en el poder,
narrativa para vencer,
que sólo es vana realidad.
Nos vacían de humanidad,
con futuros que no son nuestros,
pandemias, cambios de textos,
la ciudad se vuelve prisión.
Si no cumples: hay expulsión.
Control con muchos pretextos.
Pensar de más siempre embota,
demasiado hacer nos ciega,
la mente en su caos se niega:
a ver del alma qué brota.
Activismo del que agota:
corriendo sin saber por qué.
¿Dónde dejaremos la fe?
El silencio es lo que calma.
Meditar te abre el alma.
¡Deja de vivir al revés!
Demasiado miedo en mente,
demasiado en cada lugar,
al qué dirán, a respirar,
a existir estando ausente.
Libertad inexistente,
con relato inventado:
virus y muerte al costado,
el temor de quedar fuera.
Miedos creando barrera
frente a aquel mundo soñado.
Demasiadas soledades
entre tantas multitudes,
irónicas magnitudes
hay en tantas realidades.
Ligues sin identidades,
de “me gusta” sin corazón,
pulsando clicks sin ilusión,
conexión de usar y tirar,
que no tarda en escapar,
y que suscita compasión.
Demasiado nos es dado.
“Demasiado” para sentir.
Hay que huir de ese vivir,
y volver a lo olvidado.
Dejemos el “yo” a un lado.
Menos prisa, más consuelo.
Menos miedo, más el cielo.
Menos odio, más amarse.
Menos control, más sanarse.
“Menos” es más: eso anhelo.
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