Cada vez se va confirmando más mi teoría de que hemos "perdido el norte", o simplemente ya no sabemos distinguir las verdades más simples. Anoche mi marido y yo estuvimos viendo un vídeo muy aconsejable, ya que hemos dejado definitivamente la "tele" que nos quieren hacer tragar (están empeñados en quitarnos el "pan", pero nos dejan el "circo"). Fue muy revelador y en la línea de lo que comentamos en nuestros posts.
El "meollo" de la cuestión es el siguiente: hemos olvidado o queremos olvidar lo básico, lo fundamental, lo más simple, para escudarnos en una verdad artificial mucho más compleja y que nos aleja de la realidad. Esto, que así de repente, suena muy metafísico, es muy simple: 2 + 2 = 4, por mucho que queramos disfrazarlo con rescates, con la globalización, con el "mercado", con las "hojas de ruta", y con otros tantos términos que al fin y al cabo están alejadísimos de nuestra cotidianeidad.
La monjita del vídeo incide en varias ideas que son claras para mí, contundentes y sobre todo DE CAJÓN (2+2=4). La primera de ellas es sobre el rescate a los bancos. Y yo me la llevo preguntando desde la primera vez que escuché esa "chorrada": "hay que rescatar a los bancos para salvar a la economía". Y plantea la obviedad de destinar el dinero a los ahorradores en lugar de rescatar a un banco que ha hecho una mala gestión. ¿Es que hay que premiar el "mal hacer" castigando a toda una sociedad? ¡Hay que recordar que esa deuda la pagaremos nosotros, nuestros hijos y quizás sus nietos!
Esta idea nos lleva a otro punto importante. ¿Quién les ha dado permiso a nuestros dirigentes para tomar decisiones sin nuestro permiso? ¿No se supone que nos representan? La sociedad deposita votos en las urnas, no cheques en blanco, y por lo tanto tienen que acatar sus compromisos electorales y responder de sus actos. ¿Que nos dicen ahora que las circunstancias han cambiado o que se han encontrado un panorama aún peor de lo previsto al comprometerse electoralmente? Para nosotros también la situación es nueva. Si realmente estamos ante un panorama tan diferente existen dos posibilidades: Primero, preguntarnos antes de tomar unas decisiones tan opuestas a sus compromisos iniciales (para eso se supone que estamos en una democracia) mediante referendum, etc Y segundo, si no se dignan a preguntarnos, tendrán que asumir la manifestación masiva de nuestro malestar. Tenemos derecho a decir lo que pensamos. ¿Cómo se atreven a descalificar nuestra libertad de expresión cuando nos están mintiendo en la cara y tomando decisiones por mí y por mis hijos, contradiciendo radicalmente lo que dijeron que no harían hace 6 meses? No entiendo semejante desfachatez. Si a ellos el sistema les tolera poder contradecir radicalmente lo que prometieron, ¿qué nos impide a nosotros poner en tela de juicio la legitimidad de su poder y representación popular? ¿Hasta cuándo vamos a aguantar que nos digan que les respaldan "no sé cuantos" millones de votos, a los que arrastraron con promesas escandalosamente incumplidas (por cierto, y para que no haya malentendidos: no hablo sólo del actual Gobierno, sino de cualquier partido que es incapaz de cumplir lo que promete: todos hasta ahora). Esta monja benedictina, médica y teóloga, no se muerde la lengua y aboga por una huelga general indefinida, hasta restablecer el marco de representatividad real.
Junto a a esto, señala un aspecto que deberíamos tener muy en cuenta, y en lo que quizás, por obvio, ni hemos caído: ahora mismo se supone que los políticos responden ante su electorado (¡jua, jua!), pero si dejamos la economía en manos de una entidad supranacional (¿os suena el "más Europa, más euro"?), internacional o independiente ¿estos ante quién responden?. 2+2=4
Un último aspecto que aborda es nuestra necesidad de cambiar nuestra dependencia del dinero y nuestra visión del trabajo. Algo que resumiría en que hoy en día vivimos para trabajar y no trabajamos para vivir. Nos prostituimos por llevar dinero a casa a fin de mes, sin cuestionarnos qué hacemos, qué aportamos a la sociedad, a quién "machacamos" por el camino, o a quién encumbramos con nuestro trabajo. Han conseguido que nuestro único objetivo en la vida sea pagar nuestras deudas. ¡Somos esclavos de por vida, sin corazón, sin alma y sin cerebro!
No hace falta ser Einstein para saber lo que pasa. Es matemática básica. 2+2=4
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