Vivimos tiempos convulsos donde lo que pensábamos inamovible tiembla bajo nuestros pies. Y el que parecía "sancta sanctorum" de nuestro sistema, su gran piedra filosofal, también. Y acudimos ahora a nuestro "muro de las lamentaciones" reclamando nuestro (ahora) huidizo Estado de Bienestar.
Este modelo general del Estado y de la organización social por el que el Estado provee ciertos servicios o garantías sociales a la totalidad de los habitantes de un país, ya no es lo que era. Parece que estas medidas dirigidas a mejorar la calidad de vida de la población, están en franca retirada.Yservicios públicos tales como la sanidad, la educación, los servicios de ayuda a las familias, los servicios sociales y la vivienda social, las transferencias sociales (pensiones de vejez, viudedad y discapacidad), las intervenciones del Estado para proteger al ciudadano en su condición de trabajador, consumidor o residente, o las intervenciones públicas encaminadas a producir buenos puestos de trabajo quizás sólo las veamos en un futuro en los libros de historia.
Parecía que el Estado de Bienestar era indisoluble de nuestra realidad. Y un buen día (¡justo ahora!) nos despertamos de este sueño, y resulta que no. ¡Que no lo teníamos ganado! ¡Que no era una situación intrínseca con nuestra evolución como sociedad!. ¡Que estaba condicionado!. Y que si costó décadas llegar hasta ese nivel de Estado de Bienestar, han bastado días para que se esfumase. Se demostraba, con ello, que no era más que una zanahoria que el sistema nos ponía para creernos libres, arropados y seguros, y así poder consumir y endeudarnos más y más.
El enorme exceso productivo agrícola fue la base del capital que llevó a la revolución industrial. La revolución industrial no se consolidó porque la clase preponderante quisiera liberar a sus siervos. Más bien fue porque se dieron cuenta de cómo unas cuantas "libertades adicionales" podían hacer de su ganado un factor maravillosamente más productivo. Cuando las vacas son confinadas en cubículos muy estrechos, terminan golpeándose las cabezas unas a las otras, generándose ellas mismas heridas e infecciones. Por lo tanto, los granjeros vieron más productivo darles más espacio, pero no porque quisieran ver a sus vacas más libres, sino porque querían más productividad y menores costes. A los humanos nos pasó lo mismo con nuestro "Estado de Bienestar": nos dieron todo este elenco de libertades adicionales, no con el propósito de liberarnos, sino con la intención de incrementar nuestra productividad. Y cuando los números fallaron, el espacio de nuestro cubículo se redujo inexorablemente.
La propia palabra "Bienestar" ya lo dice etimológicamente: "Estar bien". Y ESTAR significa "Existir, hallarse en este o aquel lugar, situación, condición o modo actual de ser". Es decir, con este enfoque, nuestro sistema ya nos advertía que en un determinado momento podíamos "estar bien", pero también podríamos llegar a "estar mal". Y ese "Estado de Malestar" ha llegado y parece haberse apoderado de buena parte de nuestra sociedad.
Yo creo que mientras nos alojamos en el ESTAR, sea bien o sea mal, lo tenemos crudo. Nuestra situación dependerá de factores externos. Estaremos pendientes de las migajas que el sistema esté dispuesto a darnos. Y nuestra felicidad y logros en la vida vivirán los altibajos de una montaña rusa. No digo con ello que no debamos luchar para restablecer las injusticias que han propiciado el resquebrajamiento de ese Estado de Bienestar. Pero creo que es momento para despertar y fluir, para aprender de nuestra actual situación crítica y para buscar sin pausa nuestra libertad verdadera, escapándonos de esclavitudes, zanahorias y cubículos temporales planteados por el sistema. Ello nos exige alojarnos en el verbo SER (que significa "haber o existir"). Alojándonos en el SER, nadie puede condicionarnos, ni premiarnos o castigarnos según seamos buenos o malos, según hayamos vivido o no por encima de nuestras posibilidades, o según hayamos sido más o menos consumistas. En el nuevo "Estado de Bienser", no somos maleables, ni manipulables, ni cabe que nos dividan en buenos y malos, obedientes o del 15M, de derechas o de izquierdas. En el Estado de Bienser, nos hacemos auto-dependientes, y ahí no hay quien nos toque. Pero hay que "currárselo". Y romper con los paradigmas en los que hemos sido domesticados.
1 comentario:
El futuro se ve aún más oscuro que el presente. Sigo echando de menos a los grandes pensadores de nuestro tiempo, economistas,... por qué nadie levanta un grito asociado a muchos para dar soluciones "más razonables" que las que están en la mesa? Todo tiempo de crisis es una oportunidad de cambio. Ojalá seamos capaces de avanzar al estado " del buen ser"...
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