martes, 23 de diciembre de 2014

Círculos de Luz

Hay símbolos que te erizan la piel. Cuando eso sucede, es porque tocan el corazón. La "Luz de Belén" es uno de ellos. Cada año, por estas fechas, un niño baja a la gruta donde se supone que nació Jesús y recoge la Luz perpetua que allí se guarda. Después, miles de scouts de todo el mundo se organizan en desplazamientos kilométricos para propagar de vela en vela, de candil en candil, esa pequeña llama para que llegue al mayor número posible de familias. Cada año, poco antes de la Navidad, se hace ese despliegue tan enorme de almas. Y cada año se me eriza más la piel. Para mí es el símbolo que mejor identifica lo que significa la Navidad: que un Ser, con una Luz extraordinaria en su interior, con su nacimiento y posterior vida, deslumbra la oscuridad que existe, y genera un enorme salto de conciencia en quienes le rodean.

Aquí en Málaga es un momento mágico cuando se apagan las luces de la Catedral, se hace un gran silencio, y desde la más profunda oscuridad, una pequeña llama traída de mano en mano desde Belén, se convierte en centenares de pequeñas llamas que acaban iluminando cálidamente el templo. Y ese mismo gesto se repite en miles y miles de lugares en todo el mundo. Por ejemplo hoy, día de Nochebuena, nuestra amiga Meme y su familia han recogido la luz en casa y dedican toda la mañana a repartirla entre amigos y familiares ¿Hay mejor símil de lo que debería ser la VIDA con mayúsculas: compartir la luz que otros te han dado?

Hace unos días, nos visitó nuestro gran amigo Luije y hablábamos preocupados de la oscuridad en la que se encuentran muchas de las personas que nos rodean. Vidas sólo centradas en el trabajo, en el telediario, en el fútbol, en la política, en el cotilleo... Vidas clónicas, vacías de ilusión por el presente, por la naturaleza, por el descubrimiento y aprendizaje continuos, o por el encuentro con el prójimo. Vidas deseosas de ser iluminadas.
En estas fechas de propósitos para el año entrante, siempre pedimos un poco menos de ajetreo en casa, aunque realmente cada vez estamos embarcados en más aventuras. Pero es que cuando llega la Luz, es necesario seguir propagándola. Si no la compartes, ¿cuántas personas se quedarán a oscuras por ello detrás de ti? Y da igual que la Luz venga de O Couso, de los Scouts, de la Casa de Pepe Bravo, o de Adapa. Todos ellos son Círculos de Luz que nos animan a despertar, y cuya luz ha llegado a nosotros para ser propagada.
Estas Navidades en casa ya luce la Luz de Belén desde hace días junto a la chimenea. Procuraremos que no se apague. ¡Feliz Navidad!

martes, 9 de diciembre de 2014

Laboratorios de vida

Cada vez me fío más de mi corazón. Últimamente no falla. Sabe encauzar el ser super-racional que he sido. Por eso le hice caso este verano: debíamos conocer O Couso, a pesar de los argumentos racionales (desviarse 400 km de la ruta y menos días de vacaciones para otras cosas). También me preocupaba la reacción de los niños y las reticencias de mi mujer, que huye, con mucha razón, de adoctrinamientos, de gurús, y de iniciativas que encorseten la libertad personal. Por eso, cuando los cinco abandonamos O Couso con esa felicidad y ese pellizco en el corazón, sabíamos que ahí había ya parte de nuestra vida.
Hay muchas personas que en estos meses transcurridos nos han preguntado por qué es tan especial O Couso. El sitio y el entorno son maravillosos. La cercanía con el Camino de Santiago lo hace especial. Pero va mucho más allá de eso. Para nosotros es un "laboratorio de vida". Estamos convencidos de que el ser humano necesita evolucionar. Ya no nos vale que nuestra vida gire en torno a unos horarios laborales en un trabajo alienante. No nos vale vivir por y para pagar una hipoteca. No nos vale ese alejamiento de la naturaleza y de la magia que habita en ella. No nos vale ese aislamiento en el que vivimos rodeados de personas. No nos vale una vida vacía llena de cosas materiales. Necesitamos algo diferente a eso. Y en esa búsqueda, resulta crucial contar con referencias. Iniciativas que te indican un rumbo en el que se saborea plenitud, alegría y unidad. Laboratorios que indaguen en la esencia de la existencia, y que te den cucharas de autenticidad para darle un sentido verdadero a tu vida. Un sentido que pasa por una mayor atención a tu ser interior, a la naturaleza y a nuestros hermanos los animales, y al trabajo "codo con codo" con el prójimo, por muy diferente que sea.
No es momento de esperar a que alguien "nos saque de ésta". Es momento de coger las riendas de nuestras vidas con responsabilidad, y apostar por aquello que nos hace de verdad felices. Por eso nosotros hemos decidido apostar por nuestro "laboratorio de vida". Sabemos que uniendo pequeños gestos de mucha gente, se pueden alcanzar grandes logros. Y hemos querido compartir nuestra vivencia personal junto a la de otras personas. Hemos grabado un vídeo con nuestro testimonio y hemos creado una campaña de crowdfunding para impulsar nuestro "laboratorio". Te invitamos a ver el vídeo, participar en la campaña, y difundirla en todos tus entornos:
Estamos convencidos de que tendrá tanto éxito como cuando hicimos algo similar para la Casa de Acogida de Alozaina.
Otra forma de vivir es posible. No nos resignemos. Nuestros pequeños gestos, unidos, pueden lograrlo. Es momento de HACER DE UN MUNDO BUENO, UN MUNDO MEJOR.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Platos rotos

"¡Eso no se hace!"..."¡Eso no se dice!"...."¡Castigado al rincón!"....
Los que somos padres, quizás con demasiada frecuencia, nos identificamos tanto con nuestro papel de progenitores, que nos acabamos obsesionando con lo de "enseñarles a vivir". Y sin duda, nos perdemos con ello el gozo de ser compañeros de viaje de nuestros hijos.
Hace unos días andábamos recogiendo la cocina después de almorzar. Cada uno tiene su pequeña tarea, y a mi Pablo le tocaba organizar el lavavajillas. Con sus 13 años en pleno apogeo de hormonas, suele estar a mil cosas a la vez, y esa falta de concentración le juega malas pasadas. Ese día, en plena recogida de la mesa, de repente atronó la cocina. Fuimos toda la familia corriendo temiéndonos lo peor, y nos encontramos toda la vajilla desparramada por el suelo y un buen número de platos rotos. No había heridos, pero sí un pequeño desastre casero. Logré dominar mi enfado inicial. Pero cuando él se enfrascó en todo tipo de explicaciones surrealistas sobre la bandeja del lavavajillas andando sola a sus espaldas, no pude evitarlo e impuse mi papel de padre. ¡Debía ser responsable y centrarse en hacer bien sus tareas, en lugar de buscar excusas absurdas para justificarse! Me indigné mucho con él, no lo pude evitar.
Hace unos días mi mujer y yo recogíamos la cocina. Hablábamos tranquilamente y en un momento de la conversación me día la vuelta para dirigirme a ella. De nuevo la cocina atronó. No hubo platos damnificados, pero sí un nuevo desparrame de vajilla por el suelo. Lo que mi hijo me había dicho no había sido un argumento surrealista: ¡aquella dichosa bandeja se deslizaba sola, y estaba dispuesta a darme una buena lección!
Me sentí fatal. Él no estaba y ni se enteró del incidente, pero claramente no podía quedar ahí. Cuando volvió a casa después de hacer deporte, le pedí perdón por la injusticia que había cometido con él. Pedir perdón entre adultos es como desnudarse, y pareces quedarte a merced del ofendido. Sin embargo mi hijo es el ser más noble que conozco y con su corazón de oro ni titubeó. Entendió mi "metedura de pata" y me abrió su corazón sin reproches, aclaraciones, o frases del tipo "ya te lo dije". Un fuerte abrazo y un beso enorme arreglaron los platos rotos.
La vida, ¡qué sabia!, volvía a recordarnos nuestro papel de compañeros de viaje.
¡Qué curativo resulta un perdón sincero entre dos seres que se quieren!

lunes, 24 de noviembre de 2014

Hojas de corazones

Hoy mi hija paró de nuevo el reloj. Fue a la hora de salir del "cole". Llegaba  a casa como siempre, contando mil y una anécdotas. De repente se quedó en silencio y el tiempo y ella se detuvieron. Un grito ensordecedor se apoderó de toda la calle. Pensé que sería una broma: acababa de pasar por ahí tres minutos antes y no había visto nada especial. Pero sí que lo había: justo delante de nuestra puerta, en el suelo, había una hoja de árbol con una forma idéntica a la de un corazón. Su hallazgo merecía el grito, y ese parón del tiempo. Que un corazón así estuviera en la puerta de casa debía significar algo, ¡seguro!.
Doy gracias a la vida por esos momentos de magia en lo cotidiano; por esa capacidad que los niños tienen para descubrirnos el misterio de lo sencillo; por su talento para demostrarnos el sinsentido de las prisas que nos hacen pasar de largo; por su sensibilidad hacia la verdadera esencia de la vida: el AQUÍ y el AHORA.
¡Vivan las hojas de corazones y los dibujos en las nubes!

lunes, 17 de noviembre de 2014

Sin gafas por la vida

Mi hija es una sirena. No tiene en su cuerpo escamas, ni cola, ni aletas. Pero no conozco a un ser humano al que le guste tanto nadar o sumergirse en el agua. Ya con 2 años, casi sin andar aún, le encantaba que la sumergiese en lo más profundo de la piscina para sacar a la superficie algún objeto que yo le tiraba. Con 5 años la apuntamos a la piscina municipal, y empezó con sus primeros entrenamientos medio serios. ¡No he visto un ser más pequeño con una autodisciplina más grande! ¡Daba gusto verla en su papel de nadadora "pofesional"!
Sin embargo, llegó la primera competición seria. El pabellón estaba "a rebosar". El griterío de los niños nadadores y de las familias animadoras era ensordecedor. Le llegó el turno de saltar a la piscina. Sonó la bocina y saltó con tanto entusiasmo que se le salieron las gafas de bucear. Cuando logró salir a la superficie estaba totalmente desorientada. No sabía si nadar en una u otra dirección. Parecía un "patillo mareado". Se golpeó en varias ocasiones con los corchos separadores de calles. Cuando el resto de niñas ya habían llegado a meta, a ella aún le quedaba un buen rato. Se generó un silencio cómplice con ella, y cuando por fin llegó a meta, la ovación colectiva premió su tesón. Ese es un detalle que siempre me ha gustado: incluso los padres más competitivos son capaces de ovacionar y apoyar a los chavales que llegan en última posición muy alejados de los primeros puestos.
A pesar de que había sido más aplaudida que las ganadoras del torneo, aquella anécdota marcó a mi hija. Se sintió ridícula, y empezó a sentir un miedo escénico que empezó a afectarla. Intentamos tranquilizarla. No nos interesa lo más mínimo la competición, pero sí que sepa plantarle cara a las dificultades, o al menos lidiar con ellas. Las siguientes competiciones fueron un suplicio: se apoderó de ella el pánico recordando el episodio de las gafas en su primera competición, y pedía no participar aunque había estado entrenando con ahínco. Quizás unos padres protectores la hubieran quitado de inmediato de natación. Pero huir de la dificultad debilita a nuestros hijos para el futuro. Creemos que más que proteger a sus hijos, los padres deben acompañarles para que aprendan a protegerse, y volar ya solos cuando les toque. Y eso es lo que hicimos, aunque sin duda hubiera sido más fácil darla de baja en natación.
Ahora ella tiene 9 años. Se acuerda de aquel episodio de las gafas con orgullo, como una gran prueba superada en su vida. Ha aprendido que se puede avanzar por la vida incluso si se te caen las gafas y te sientes desorientado; que las pruebas más difíciles nos hacen más fuertes; y que el miedo al ridículo, al "qué dirán" o al fracaso es el mejor maestro para educar nuestra determinación.
Este verano fue medalla de Andalucía de natación, y hoy ha tenido una recepción en el Ayuntamiento por ese motivo. Sus entrenadores creen que podría tener futuro como nadadora profesional, pero continuará con la natación si sigue disfrutando con ella. Las exigencias de la alta competición y el afán por ganar obligan a renunciar a otras inquietudes. Y eso no le interesa a ella, y menos a nosotros como padres. Ella podrá ser lo que se proponga en la vida, como sus hermanos. Sólo tiene que visualizarlo en su mente y en su corazón, con o sin gafas.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Lágrimas de Scout

Los hombres no lloran. Y menos en público. Aquel día yo lo hice “como una magdalena”. Hasta mis hijos se asustaron al verme. Pero no había por qué preocuparse. Era de puro gozo. La vida no da demasiadas ocasiones para que el corazón se expanda, y aquel día el mío se expandió tanto que debía salir por algún lado, y lo hizo por los ojos.
Somos una familia de 3 hijos, y desde hace tiempo andamos en la búsqueda de un mundo mejor para vivir. Creemos que en esa búsqueda es bueno replantearse las prioridades en la vida. Por eso quisimos que nuestros hijos entraran en los Scouts hace varios años. Ellos estaban muy contentos, y nosotros también. Pero, con sinceridad, era una de las muchas actividades que hacemos en nuestra incesante búsqueda. En nuestro interior, los Scouts constituían un círculo más de actividades: cosas que hacer, hacer y hacer. Quizás por eso, cuando nos propusieron que, como padres, nos involucráramos más, no encontrábamos la forma de hacer hueco dentro de tantas idas y venidas.
Sin embargo el pasado año surgió la posibilidad de que Eva hiciera la comunión con los Scouts. Dentro de nuestro concepto de la espiritualidad y la fe, no hay mucho sitio para comuniones “bodorrio”, para trajes de princesa, o para banquetes multitudinarios. Creemos en las cosas sencillas y de corazón, más que las llenas de “floripondios” pero vacías por dentro. Por eso la posibilidad nos ilusionó. Lo que no esperábamos es que nos introducíamos en algo más que “un día de comunión”. Nos introducíamos de lleno en la esencia de lo que es “SER Scout”.
Cuando los padres apuntamos a los Scouts a nuestros hijos, a veces, en el fondo, les apuntamos a “una actividad más”, que les aleja de peligros como las “litronas” o las malas compañías. Pero si nos quedamos sólo en eso, quizás nos podemos estar perdiendo parte de la riqueza de lo que es “Ser Scout”. Y creo que la integración entre Padres, Niñ@s y “Repon”hay una enorme riqueza. No se trata de que “nuestros hijos vayan a los Scouts”, se trata de vivir en familia esa “esencia Scout”.
Organizar la logística de la comunión “codo con codo” con otros padres, nos permitió conocer desde dentro, y durante semanas, la abnegación de otros padres del comité, que por el simple hecho de “estar siempre dispuestos a servir” dedicaban fines de semana enteros por ayudar a que ese fin de semana  fuese inolvidable para nuestra hija y otros pocos niños. Nos permitió ver cómo se afanaban en limpiar letrinas padres y “respon” a los que no les iba nada en ese día. Nos permitió conocer la generosidad silenciosa de muchas caras anónimas en cada detalle: en las canciones, en la liturgia, en la decoración, en la limpieza, en la preparación de las mesas y de la paella, en la atención a nuestros parientes y amigos invitados al evento…Un precioso trabajo coral y en equipo, en el que nadie trataba de destacar más que nadie. Un verdadero ejemplo vivo de lo que es vivir en comunidad, y de lo que realmente significa la “comunión” (del latín “communĭo”, término que hace referencia a “participar en lo común”).
Fueron muchos momentos de “comunión” antes y después del día de la celebración. Días de preparativos y de generosidad derramada. Y por ello, en plena ceremonia no pude, ni quise, reprimir las lágrimas de emoción. Creo que en ese momento sellé mi alianza como Scout. Ahora soy parte del Comité. Y estoy dispuesto para servir.

viernes, 31 de octubre de 2014

Dilemas laborales: ¿aceptar o luchar por servir?

Trabajo en una Oficina de Empleo. Podría ser un gran trabajo de servicio al prójimo. Pero sólo estamos para atender estadísticas de tiempos de espera y servicio. Nada de una atención a fondo y una ayuda de corazón. Sólo números y más números: nada de personas. Los funcionarios se apoltronan en su sueldo seguro y los desempleados se acostumbran a una dinámica esclavizante de venir a "sellar" y "esperar a que les llamen", cosa que casi nunca pasa. La mayoría sucumbe y renuncia a la libertad, en lugar de afrontar su situación con plena responsabilidad.
Me sentí muy frustrado cuando entré aquí. Me considero una persona inquieta y pensé que este trabajo suponía un "parón" en mi progresión profesional. Se me ocurrían infinidad de iniciativas para dinamizar a los miles de desempleados a los que atendemos, que necesitan más de motivación que de clasificaciones y bases de datos totalmente inútiles. Expuse mis propuestas incluso por escrito. La respuesta fue clara: no se me paga por pensar, sino por repartir tarjetas. Me quedé helado al principio, y luego durante varias semanas me dominó el mal humor por lo que consideraba un desperdicio injusto de recursos.
Más tarde, se produjo el "click" en mi interior, y entendí que debía aceptar la situación, no aferrarme a lo que yo consideraba que "debería" hacerse, y domar a ese ego tan "crecidito" que a veces tengo. Aceptación, aceptación y aceptación. Y se obró el milagro. Me centré en atender con toda mi energía y dedicación a cada desempleado en los pocos minutos que estuviese con él o ella. Decidí apelar sólo a mi conciencia yendo más allá de las directrices o políticas de turno. Y entendí que la situación podía tener mucho de aprendizaje para mí.
Así he estado los últimos 18 meses. He aprendido a sosegar mi obsesión por cambiar las cosas y por hacer, hacer y hacer. He aprendido a vivir el momento exclusivo con cada desempleado/a al que atendía. Por el camino me he encontrado con el regalo de poder reducir mi jornada laboral y dedicar ese tiempo y esas energías a proyectos sociales y de transformación. Me siento más libre, menos dependiente de la imagen social que representa el trabajar en una u otra cosa, y mucho más cercano a lo que soy al desnudo, "sin trampas ni cartón". Estoy simplemente atento al presente y lo que éste pueda deparar.
Ese presente volvió a hacerme una llamada al servicio hace unos pocos días. Se acababa de convocar una plaza de alta dirección en mi zona. Los requisitos cuadraban al 100% con mi perfil, y desde ese puesto podría articular notables cambios en las políticas de empleo en mi comarca. Sé que tengo pocas opciones y menos padrinos para presentarme. Pero lo hice, y además llevé mi diagnóstico de la situación de la comarca y mis propuestas para introducir cambios por escrito a uno de los máximos jefes de la provincia, al que le pedí una cita. Su cara era un poema. No sólo por mi osadía de presentarme al puesto (que lógicamente ya tiene nombre desde hace tiempo) sino por mi crítico análisis. No se podía creer lo que escuchaba.
Sentí que debía dar ese paso. Seguramente haya sido inútil. Quizás, incluso, lastre mi futuro en esta Administración. Poco me importa. Creo que mi presente me llamaba a ello. Y de hecho, me preocupó más notar mi pérdida de paz y la vehemencia con que defendí mis argumentos que las posibles consecuencias de mi atrevimiento. Sin duda mi ego volvió a aflorar en esa reunión, aunque fuera defendiendo la necesidad de centrarnos en servir al prójimo.
Creo que debo seguir por el camino de la aceptación. Creo que debo estar muy atento al presente. Y creo que esa aceptación y ese presente me ofrecerán ocasiones continuas de servir al prójimo. Creo que para eso estamos aquí. Tan sólo espero no perder la paz por el camino.

viernes, 24 de octubre de 2014

Soplos cotidianos de ternura

A veces internet te conecta con la esencia del ser humano. Eso nos pasó hace unos días con facebook. Jamás nos habían compartido tanto una foto ni había recibido tantos "me gusta". Se trataba de una foto de mi hija durmiendo. Cierto es que era entrañable. Y que la niña es preciosa (¡qué va a decir un padre!). Pero esa enorme adhesión a la foto poco tenía que ver con una imagen de poca calidad y casi en penumbra. Tenía mucho más que ver con la magia del gesto que escondía. En ella se veía a mi hija de 8 años, dormida sobre su almohada, en penumbra, junto a un gran lazo rosa sobre la almohada y una nota manuscrita: "Os quiero papi y mami".
Creo que lo que fascinó a tantas personas fue imaginarse las secuencias previas: mi hija buscando y preparando su lazo y su nota a escondidas, coloreando sus corazoncitos, y
colocando cuidadosamente la nota y el lazo en una parte de la almohada donde los pudiéramos ver cuando fuésemos a darle el segundo beso de las buenas noches, una vez ya dormida. Era su regalo sorpresa para despedir el día. Y si imaginarse sus preparativos resulta tan entrañable, lo es aún más el hecho de que ella sabía que no iba a poder saborear la sorpresa y el agradecimiento en nuestras caras. Sabía que iba a estar dormida. Eso hacía la imagen cautivadora.
Los niños nos conectan con más frecuencia de la que nos damos cuenta con la esencia de la vida. Son un soplo cotidiano de ternura. Y no siempre estamos atentos para cerrar los ojos y disfrutar de esa brisa embriagadora. El silencio y la oscuridad de la noche del otro día, junto a los ojos dormidos de Eva, obraron el milagro. Un milagro que, compartido por facebook, abre las puertas de nuestras almas. Porque en un gesto tan sencillo, se esconde, quizás, la esencia de la vida: el amor incondicional. Aquel que no espera nada a cambio. Ni siquiera una cara de admiración, alegría y sorpresa. Sólo dar. Y en ese "dar", recibirlo todo sin buscarlo.

domingo, 19 de octubre de 2014

El miedo: lo mismo para un roto que para un descosido

No hace mucho leí una frase que desde entonces no para de rondarme en la cabeza: "El miedo es el gran enemigo de la libertad". Hasta entonces no se me había ocurrido ligar esos dos conceptos: Miedo y Libertad. Pero desde entonces cada vez me siento más identificado con esa afirmación. 
Es cierto que cada vez que se quiere manejar a la masa o condicionar comportamientos, el recurso al miedo resulta muy útil:
-Que quieres que tu niño coma: cuidado que viene el coco. 
-De joven, "miedo al qué dirán" según lo que lleves puesto o lo que hagas.
-De adulto, trabaja, a ver si no vas a poder pagar la hipoteca y te vas a quedar en la calle.
-Que temes perder unas elecciones: haz que cunda el miedo a las apocalípticas consecuencias de que ganase tu contrincante.
-Que tú, Gobierno, quieres distraer a la opinión pública por algunas "meteduras de pata": señala a un enemigo exterior al que temer.
-Que tú, religión de turno, quieres uniformar y controlar comportamientos: anuncia el fuego eterno y la ausencia de reencarnación.
-Que tú, multinacional farmacéutica, necesitas vender más. Magnifica algún brote de la enfermedad a tratar y que cunda el pánico. Funcionó con la Gripe A. Funcionará con el ébola. El miedo causa amnesia colectiva.
Casi se está volviendo en una obsesión en mí, ya que en muchas de las conversaciones que escucho en mi día a día percibo que la energía que subyace es de miedo: al "qué dirán", a "no llegar a fin de mes", al futuro para nuestros hijos, a perder el trabajo, a la próxima reforma del gobierno, a la prima de riesgo o al hundimiento de la banca, a una pandemia, al inmigrante que nos invade, a pederastas que amenazan a nuestros hijos, a lo que puede pasar si saco a mi hijo del sistema educativo o si no lo vacuno...
Por suerte, cada vez suena más fuerte en mi cabeza ese "niiiiiiinoooo, niiiiiiiinoooo". Esa alerta anti-miedo, que me avisa de una posible amenaza sobre mi libertad.
Cuidado. Sirve lo mismo para un roto, que para un descosido. El miedo funciona. Pero la libertad interna también, incluso si nos encierran en una mazmorra.

sábado, 11 de octubre de 2014

Desaprendiendo lo aprendido: la historia de mi vida

Dicen que al mundo hemos venido a aprender. Yo no acabo de estar muy de acuerdo. Más bien creo que hemos venido a recordar. Recordar la esencia de nuestro ser. Yo, en esa senda del recuerdo, precisamente he tenido que hacer lo contrario: desaprender y desprogramarme.
Con 16 años mi programación era clara: es momento de estudiar, sacar buenas notas, encarrilar una buena carrera profesional...las novias para más adelante. Ahí tuve mi primer cortocircuito. Hice caso a la intuición y a las primeras noches sin dormir de mi vida. Hoy llevo 27 años con mi compañera de viaje en ese recordar lo que soy.
Al acabar la Universidad, nuevo dilema: aprovechar o no mi teórica formación de élite y meterme de lleno en el mundo de las "alfombras rojas" y de la gran multinacional. Desaprendizaje al tanto. Nuevo cortocircuito. En este caso hice caso a la opción que creía que me daba más libertad. Cuatro grandes posibilidades de ascenso meteórico a la basura. Frustración familiar. Se suponía que había estudiado tanto para conseguir esos "puestazos".
Me adentro en el mundo del emprendimiento social. Aunar empresa y ayuda al prójimo está bien. No está nada bien pagado, pero sí está bien visto. Quizás tan bien visto que engorda el ego. No acabo de ser feliz. ¿Quizás sigo preso del "qué dirán"? Toca desprogramarse de nuevo. Hay que dejarse guiar por la llamada de la felicidad.
Etapa dura laboralmente. Muchas puertas cerradas. Tanto esfuerzo..¿para qué? La vida me llama a priorizar. Es momento de ser padre. Replanteamiento de lo aprendido.
Con 27 años, un nuevo trabajo me trae la ilusión por innovar, y un reconocimiento no pretendido incluso en medios de comunicación. La gente me reconoce por la calle. Cuidadín, cuidadín, ego mío... Intrigas políticas y luchas de poder. No quiero estar por medio. Toca renunciar aunque haya triplicado mis objetivos y las cosas vayan tan bien. Nuevo cortocircuito a lo aprendido.
Etapa en el desempleo. Buena cura para un ego reforzado por dos carreras de prestigio y ofertas en bufetes y empresas internacionales. ¿Realmente ha valido la pena tanto esfuerzo y estudio? ¿No es el hombre el que debe proveer a la familia en vez de limpiar pañales? La mente por un lado y la sensación de plenitud por mi hijo por otro. Seguimos desaprendiendo.
El segundo y la tercera hija no tardan en llegar a casa. Familia numerosa. Toca reubicar el papel del trabajo y de la familia en mi vida. Juré y perjuré que jamás sería funcionario. Me gusta innovar, crear desarrollo e impulsar mis iniciativas. Ser funcionario se aleja bastante de eso. Cortocircuito "al canto". Busco dedicación a la prole y tiempo de calidad con mis "enanos". Toca estudiar de nuevo, y desandar mis afirmaciones.
Ya soy funcionario. Trabajo estable. Cierto equilibrio entre familia y trabajo. No muy realizado laboralmente, pero ya habrá tiempo para la excedencia cuando los niños crezcan. Será entonces cuando desarrolle, quizás, mis inquietudes profesionales. Todo parece encajar racionalmente. Quizás por ello, ¡nuevo cortocircuito al sistema! Grave enfermedad terminal en mi madre. No estoy preparado interiormente. Toca limpiarse por dentro.
Hasta entonces, había ido domando mi raciocinio con pincel. Ahora toca el bulldozer. Me enfrento a la gran asignatura de mi vida: aprender a ser libre de verdad. Desandar lo andado, desaprender lo aprendido, desprogramar lo programado. Romper con el papel de niño bueno, responsable, aplicado y solidario de mi vida, y empezar a SER, más allá de roles y expectativas.
Empiezo desde la casilla de salida. Pero la carga es mucho más liviana. Me he quitado mucho peso de encima. Y al vaciarme, he dejado hueco para el recuerdo de lo auténtico. Desde ahí se han abierto muchas ventanas. A veces con una actitud combativa y de lucha contra tanta injusticia. Y quizás últimamente siendo más consciente de que el Sistema somos todos, y mientras no nos reprogramemos cada uno...¡chungo! Paso del "luchar contra" al "construir para": no se trata de destruir lo caduco, se trata de que lo nuevo lo haga caer por sí solo.
Cada experiencia vivida con consciencia se convierte en un motivo para la reprogramación. Lo que antes habría sido una frustración laboral (pasar de perseguidor de fraude fiscal a gran escala a simple repartidor de tarjetas en una oficina de empleo) se convierte ahora en un proceso de reprogramación de mi ego y soberbia. Aprendo lo que es la aceptación, que no la resignación. Y da igual si ese "desaprender lo aprendido" venga de un chaval de 16 años, de mi fontanero, de una cigüeña, de la bisabuela o de mis hijos. Es momento de tomar mayor conciencia de lo que me alimenta, del sentido de mi trabajo, de lo que me transmiten los medios de comunicación, del dominio de mis miedos para ser cada vez más libre, de la escasa importancia del dinero y los bienes materiales....El aire fresco empieza a entrar. Empiezo a recordar.

lunes, 6 de octubre de 2014

De la mansedumbre a la indiferencia

Estamos convencidos que es momento de compartir, compartir y compartir. Por eso queremos poner a disposición de nuestros amigos, nuestro principal altavoz en ese compartir, que es este blog. Aquí este primer gran post de nuestra amiga Marga, comentarista habitual de otros posts nuestros:

"Si algo bueno ha tenido esta crisis, es que ha venido acompañada de un replanteamiento del modelo de vida y de sociedad que tenemos. Y cuando digo "crisis" no me refiero solo a la crisis económica: es todo un modelo social y estructural el que, no solo está "obsoleto" como dicen muchos, sino "viciado" desde el mismo momento en que se ideó. Para afirmar esto que digo, he tenido que recorrer un largo camino, muy duro porque he tenido que enfrentarme a realidades inimaginables y muy dolorosas. En el camino, he conocido a gente con diferentes inquietudes, que me han ido abriendo los ojos sobre diferentes realidades, me han pasado lecturas y vídeos con los que he seguido aprendiendo. Al final, tras descubrir que no hay más verdad que TODO ES MENTIRA, y por una cuestión de salud mental y física, decidimos apartarnos en la medida de lo posible de este sistema y acercarnos a lo esencial: la tierra. Viviendo en el campo, al ritmo que marca el sol y las estaciones, uno descubre que forma parte de un todo, que la vida es mucho más sencilla de cómo nos la habían pintado y se empieza a valorar todo aquello que hasta ahora no se había apreciado: el rayo de sol que calienta, el agua que uno bebe, la brisa que refresca o el aroma del tomillo con el rocío de la mañana. Esta simbiosis con la naturaleza me ha llevado a ser una persona más pacífica y sosegada, más sana y , sobre todo: ¡más feliz!

No obstante, si hoy estoy escribiendo estas líneas es porque no he podido cortar definitivamente con la sociedad, pues como lo habréis adivinado: ¡tengo internet! He reflexionado mucho acerca de cómo desconectar definitivamente de la sociedad o, como decía Quino en boca de Mafalda: "Paren el mundo, ¡qué me quiero bajar!", pero no he encontrado el modo. He pensado en las sociedades paralelas, como los Amish o en otros modelos a los que siempre se acaba denominando peyorativamente "sectas" y he llegado a la conclusión que si se les permite existir es porque la Sociedad con "s" mayúscula los tolera y si hay "tolerancia" es porque existe subordinación, pues no se puede hablar de "tolerancia" entre iguales. Es decir, que haga lo que haga, siempre estaré supeditada al Sistema. Luego, solo quedan dos opciones: o lo acepto o intento cambiarlo.

A lo largo del camino, he descubierto con alegría que la gran mayoría de las personas que conforman la sociedad no abriga maldad. En cambio y por desgracia, sí que vive con miedo, desinformada, programada para no pensar, de tal manera que vive aborregada. Entonces: ¿cómo intentar un cambio en estas condiciones? Creo que la única forma es abriendo los ojos, para volver a ser seres racionales y siguiendo un proceso similar al que narraba al inicio. Por ello, es nuestra obligación informar y hablar con nuestros semejantes sobre todo aquello que hoy ya sabemos, sea sobre alimentación, control mental, falacias sobre terrorismo, etc., pues de diez, quizás ocho pasen de largo al estar tan mermada su capacidad de pensar, pero tal vez en dos ciudadanos se despierte la curiosidad y, siguiendo ese proceso de investigación, acaben ellos también necesitando cambiar el paradigma.

Para alguien que vive en el campo, hablar de estos temas sería, a priori, tan absurdo como innecesario, pues reitero que soy mucho más feliz en mi mundo, sin tener que sufrir reviviendo las obscenidades del Sistema cada vez que las comento con un conciudadano. Leí anoche en un post titulado: "Bienaventurados los mansos", que cuando uno vive rodeado de naturaleza, resulta fácil dejarse hipnotizar por ésta, aunque corra el riesgo de volverse "manso" y deje por ello de luchar por doblegar las circunstancias. No puedo estar más de acuerdo: fácil, sí que es, pero: ¿debo permitir que esa mansedumbre me lleve a la indiferencia? Tal vez, el día que definitivamente me desconecte de la red, eso ocurra. Mientras tanto, tengo una responsabilidad con mis semejantes."

miércoles, 1 de octubre de 2014

Nuestros hijos: ¿dentro o fuera del sistema?

Hace unos días, yendo los cinco en el coche, tuvimos quizás una de las conversaciones más determinantes en la vida de nuestros tres hijos. Fuimos muy transparentes con ellos. Nos estamos planteando muy en serio que a final de curso abandonen el colegio o el instituto, y durante algún tiempo, educarles en casa o viajar por el mundo con ellos. Es algo que les llevamos planteando desde hace tiempo, pero a los dos mayores les entró el pánico.
A cualquiera de nuestros amigos o familiares que esté leyendo esto, quizás le pueda parecer una aberración que saquemos del sistema a unos niños con las notas que sacan los nuestros, compaginándolo además con el violín, piano o flauta travesera según cada caso, y además practicando cada uno su deporte correspondiente. ¿Tan hippies o snobs somos?
Para nosotros no es cuestión de que sus resultados o su adaptación a la escuela esté por encima de la media. Es cuestión de que no creemos en esta escuela. Ya en otro post hablamos de ello, aunque son muchos los "por qué": porque está pensado para competir en el mercado laboral y no para ser felices; porque está basado en la repetición reiterada de conceptos a lo largo de los años avanzando sólo milímetros de un curso para otro; porque no desarrolla el pensamiento crítico sino el "aborregamiento"; porque no despierta la creatividad ni atiende a la peculiaridad de cada uno, sino que los trata a todos iguales como en una cadena de producción; porque con demasiada frecuencia se convierte en un espacio de adoctrinamiento, como se evidencia en los intereses políticos tras cada reforma educativa; porque salvo honrosas excepciones, el profesorado traslada su mediocridad a su alumnado, no por culpa propia, sino porque está también educado en ese mismo sistema, que les impone además una burocracia de la que es muy difícil escapar; porque los propios padres ven a la escuela como un lugar donde "aparcan" a sus hijos, delegando totalmente la educación en el profesor, cuando el principal espacio de educación nunca debería dejar de ser la familia; etc, etc, etc
Desde hace años, estas y otras muchas razones nos han llevado a discusiones con profesores, y a tomar partido en la asociación de madres y padres, tratando de impulsar una educación distintas desde ahí... Al final dimisión al sentir que nuestra posición era no ya minoritaria sino casi única, y por lo tanto no representativa...
Tenemos varias parejas cercanas y de amigos que sí se han salido del camino "habitual": alguna de ellas ha optado por la escuela rural, donde sin duda, se experimentan cambios; otra educa a sus hijos en casa y les buscan clases p.ej. de baile y artes marciales; y otras dos han optado porque la mejor escuela sea el mundo, y viajan continuamente aprendiendo de todo lo que viven a su paso. Hablándolo con estas parejas, la alternativa es clara: en casa y en familia, tú priorizas y personalizas la educación y los valores que les transmites a tus hijos, pero con un coste: su socialización se ve afectada claramente, y en algunos de esos casos, los niños se sienten algo solos y con necesidad de amigos, salvo que entren en un desenfreno de actividades extraescolares.
Si no hemos optado antes por alguna de estas opciones de nuestros amigos, es precisamente por eso: porque nuestros hijos son extremadamente sociables, y preferíamos una labor de contra-programación de lo que aprendían en el "cole" que no nos gustaba, con tal de que pudieran mantener unos círculos de amigos que también les enriquecen. Pero se van haciendo mayores, y empiezan a aparecer tics, que nos preocupan, y que son incompatibles con nuestra visión como familia: malos modos y actitud de confrontación, ausencia de disponibilidad e iniciativa para "arrimar el hombro" en casa, preocupación por el "qué dirán", obsesión por las marcas o las pantallas, falta de generosidad...
La contra-programación se hace cada vez más ardua y difícil por su energía y capacidad de argumentación. Y de ahí que hayamos expuesto abiertamente nuestra preocupación, y la toma de decisión como familia. No como castigo, sino como una decisión importante que debemos tomar, teniendo en cuenta sus pros y contras. Ellos conocen bien lo que opinamos de este sistema educativo, y saben que estamos dispuestos a corregir en casa lo que se pueda de él. De hecho ya estamos viendo vías de homologación y apoyo como WRA o CLONLARA. Si ellos no hacen el esfuerzo para filtrar lo nocivo de ese sistema a la luz de los valores de casa, y tratan de reproducir lo que ven en sus amigos y profesores sin ningún espíritu crítico y de construcción de alternativas, no tendremos más remedio que "coger el petate". Nuestras circunstancias laborales cada vez son más propicias para ello. Y cada vez nos atan menos cosas a cualquier lugar o forma de vida. Cuando han estado en entornos propicios como O Couso o conviviendo en casa con nuestro amigo peruano, no sólo no aparecieron nunca esos tics, sino que sacaron lo mejor de sí mismos. Es momento de optar. La decisión es importante.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Una cigüeña no nos hace padres

A veces nos es fácil llevarse bien con la familia. Y los amigos de verdad suelen estar fuera de ella. Mi primo y su mujer son una excepción. Los consideramos de nuestro círculo más íntimo. Y probablemente, si nos pasara algo a mi mujer y a mí, serían de los pocos a los que confiaría la custodia de mis hijos sin pestañear. No hay mucha gente de la que pueda decir eso, la verdad.
Precisamente por esa cercanía, me he decidido a dar el paso de contar su historia de los últimos meses. A pesar de su vocación por crear una familia y tener hijos, hace 2-3 años, a ella le diagnosticaron una grave enfermedad, por la que entró en el hospital con un dolor en el vientre y salió con un riñón menos y muchas manchas en el pulmón y otros órganos. Muchas visitas médicas.
Mucho desconcierto ante una enfermedad casi desconocida. Y un diagnóstico final: si se quedaba embarazada, las hormonas del embarazo multiplicarían la evolución de la enfermedad y su vida corría serio peligro. Muchas y muchas lágrimas. Muchísimas. Justo cuando querían ser padres...
Este fin de semana hemos estado en Sevilla con ellos. Con ellos y con su bebé. Mis niños no se querían despegar de ella. Sí, porque las lágrimas les dieron claridad en la visión. Y no estaban dispuestos a renunciar a su enorme vocación como pareja. Se pusieron en marcha. Y tras tantear muchas opciones, optaron por la maternidad subrogada. Por ella, una chica iba a albergar durante 9 meses el embrión de su futuro bebé a miles de kilómetros. Y acaban de aterrizar.
No conocía mucho de esta opción, pero la cercanía con ellos me ha hecho descubrir una realidad desconcertante: esa opción no está contemplada en la legislación española, y en los últimos meses ha habido titubeos legales y judiciales para impedir incluso la inscripción de esos niños como hijos de sus padres, aunque la gestación y el proceso jurídico se desarrolle en otros países. Y a eso se une el rechazo de la Iglesia e incluso la perplejidad del mundillo de las "constelaciones familiares"...Y qué decir del poder del "qué dirán", que aquí en España, pesa muchísimo. Está claro: si no pasas por la cigüeña, no eres padre ni para "Papá Estado" ni para "Mamá Iglesia"... ¡Y a ver qué dicen los vecinos! ¡Es imprescindible seguir el protocolo oficial! Y no exagero: mi primo se está encontrando con serias dificultades para disfrutar de su permiso de paternidad: es evidente que una niña que ha venido al mundo de una forma tan poco ortodoxa, no pide comer a las 4 de la mañana, no provoca cansancio, ni necesita el amor de sus padres en los primeros meses de vida, como el resto de los bebés.
Yo, la verdad, viendo el amor que han desparramado todos estos meses para tener a ese bebé en su hogar, la de obstáculos, papeleos y dificultades que han superado, y la felicidad que tienen ahora, lo tengo cada vez más claro:
-"Una cigueña no nos hace padres". Es decir: seguir el "protocolo" habitual para engendrar a un niño, no nos hace padres (¡cuántos hijos engendrados de forma "normal" viven en familias que no lo son, y sin embargo están revestidos de todos los parabienes oficiales)
-"Se puede ser padres, sin que sea la cigüeña la que nos traiga el bebé": una verdad como una catedral, viendo el caso de mi primo y su mujer.
Casos como este, me hacen cada vez alejarme más de dogmas, gurús, doctrinas oficiales, y normas al uso. La única verdad es el AMOR. Y el mundo de las formas, o del procedimiento que se siga, es una auténtica mentira. ¡Y cuánta importancia le damos, desgraciadamente!
Durante bastante tiempo mi perfil de whatsapp tenía la frase: "No importa el QUÉ, sino el CÓMO". Muchos no la entendieron. Pero va precisamente de eso: no importa si hemos seguido o no el procedimiento habitual u oficial, o si actuamos de una u otra forma. Tan sólo importa cómo lo hagamos, y cuánto amor desparramemos por el camino.
Incluso  respecto a la gestante, he descubierto una realidad alucinante. Frente a los que critican a estas "madres de alquiler que venden su maternidad por dinero", lo que hemos conocido nosotros ha sido la realidad de una chica totalmente normalizada, que ya tenía 3 hijos propios, y que en base a sus maravillosos embarazos anteriores quería ofrecer el regalo de un bebé a familias que no podían tenerlo. Hay gente con vocación hacia el prójimo que se va de misiones. Kim ha optado por dar esperanza mediante un embarazo a personas que no pueden tenerlo. Y ha desparramado todo el  amor del mundo en ello. ¡Cómo lo ha ido viviendo con sus hijos este embarazo para ubicar desde el principio a esa niña en otra familia!. ¡Cómo les ha ido transmitiendo a mi primo y su mujer todos los pequeños detalles del embarazo para que lo vivieran con ella! ¡Qué dulzura en los regalos que les ha hecho tras el parto!...Pero lo más impresionante, como en las películas, suelen ser los finales. Y el momento del parto lo ha sido: tras 12 horas de dilatación, y cuando la niña estaba a punto de salir, los médicos atisbaron posibles complicaciones y aconsejaron cesárea. Hablamos de operar su cuerpo, y dejarle una cicatriz de por vida, y  probablemente cerrar para siempre su potencial como madre, tras 4 embarazos. Sin embargo ella, en todo momento, sólo pensó en la niña y en sus padres. ¡E incluso pidió perdón por "haberles fallado" justo en el momento final! ¡Cuando, lógicamente, quien no sufre nada en una cesárea es la niña, y quien se queda con las secuelas de la intervención quirúrgica es la gestante.... ! Impresionante.
Lo tengo claro: AMOR, AMOR y AMOR. Ese es el único criterio...
Corren tiempos difíciles. Amar es urgente.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Enseñanzas de mi fontanero

Ayer conocí a mi fontanero. Quizás alguien pueda pensar exagerado que en tan poco tiempo pueda considerarlo así. Y no es que no hayan pasado más fontaneros por mi vida, con tanta mudanza. Pero cada vez es más frecuente sintonizar con personas a las que acabo de conocer, y tener la certeza de que van a ser parte de mi círculo. Cuando tenía 15 años ya me pasó con mi mujer: tuve entonces la certeza que seríamos íntimos...quizás no almas gemelas o compañeros de un viaje tan importante como el que estamos viviendo, pero sí que tenía ante mí a alguien clave en mi vida. Y me sigue pasando con gente, como la que he conocido en O Couso, con la que, a pesar de haber compartido sólo 5 días, tengo una conexión muy especial, inédita con gente con la que comparto años. Quizás cosas de las energías, o de las vibraciones. No sé.
Lo cierto es que mi fontanero no es un gurú del yoga kundalini, ni lleva la cabeza rapada, ni una túnica blanca. Pero los 10 minutos que pasó ayer en casa estuvieron cargados de profunda enseñanza. Nos habíamos quedado sin agua caliente el día anterior. Una amiga nos aconsejó sus servicios y acudió rápido a nuestra llamada. Debo reconocer que cuando se presentó con tan sólo una llave inglesa en la mano, no me dio "buena espina". Me pareció poco profesional o algo improvisado. Malos hábitos y prejuicios de esta sociedad de consumo tan superficial y llena de apariencias. Cuando vi el manejo que tenía con el calentador, me dí cuenta claramente que el hombre sabía lo que tenía entre manos. Trasteando distintas tuberías, el conducto del gas y la placa electrónica, su diagnóstico fue tan rápido como certero: la placa electrónica estaba dañada. Hizo una llamada y enseguida teníamos el castigo sobre la mesa: 115€ si queríamos cambiar la placa, y 270€ si preferíamos cambiar todo el calentador. Desde una perspectiva comercial, estábamos totalmente "a tiro". Con la llegada del fresquete del otoño, y con 3 niños en casa, si nos hubiera pedido el doble de esas cantidades, sin duda las hubiéramos aceptado, y dando gracias. Pero no nos pidió ninguna de esas cantidades. Se limitó a informarnos de los costes, tras llamar a la tienda proveedora. Pero inmediatamente nos dio su consejo: pegar el botón de la placa electrónica para que se quedase pulsado. Ya lo había hecho con otros muchos calentadores, y personas con el mismo problema, ya llevaban 2 años con su botoncito pegado, y si ningún problema. ¡No me podía creer, que el hombre nos estuviera dando una receta tan sencilla y que efectivamente funcionara! Lo probamos e iba "de lujo". No cabía de asombro. Pero todavía menos, cuando el hombre se despedía diciendo que no había sido nada, y que la visita era sin coste. ¡¡¿¿Cómo??!! ¿Me lo repite? Podría habernos clavado 300€ sin problema, y le habríamos agradecido sin duda sus servicios, y sin embargo se marchaba con el problema resuelto y sin cobrar un duro. Tras insistirle, al menos consintió en llevarse una garrafa de aceitunas de unos buenos amigos. ¡Qué menos que algo de economía de trueque!
Quizás fuera una estrategia comercial. No lo sé. Pero ¿a quién voy a llamar la próxima vez que tenga un problema de fontanería? ¿A quién voy a aconsejar cuando alguien me hable de una fuga de agua? A mi fontanero, sin duda.
Está claro: CUANTO MÁS DAS, MÁS RECIBES. Mi fontanero lo sabe. El Universo también. Hoy me he duchado con agua caliente.

martes, 9 de septiembre de 2014

Preadolescencia

Educar es, sin duda, la responsabilidad más dura a la que nos hemos enfrentado. No hay reto ni meta que se le compare. Nosotros, con nuestros 3 hijos, llenos de energía, bien lo sabemos. No se trata de "enseñar", sino de "acompañar" con una mochila muy ligera en la que nuestro único peso es ese plus de experiencia que podamos tener. Y hay muchos momento de alegría, satisfacción por los logros y disfrute compartido. Pero también hay momentos de dudas, zozobra y sensación de vértigo.

En la actual preadolescencia de nuestros dos hijos mayores hay ahora bastantes de éstos últimos. Momentos en los que la presión del grupo tiende a anular o eclipsar sus dones y talentos. Momentos en los que la frontera entre el mundo infantil y el de los adultos se diluye y se convierte en explosiva. Momentos en los que el cruce de caminos les obliga a optar o por una vida llena de búsqueda, superación alegre de obstáculos y aprendizaje continuo, o por una vida de mimetizaje con la masa. Momentos en los que apetece abandonarlo todo y rendirse... 

Esos momentos, para los hijos y también para los padres, son más que duros... y me temo que inevitables. Forman parte de la evolución humana, en la que nos toca decidir el camino a seguir como adultos. Lágrimas, a veces gritos, de vez en cuando portazos, malas caras, hormonas descontroladas....Mejor eso que adultos frustrados, zombies urbanos, y borregos adiestrados....¡Es lo que toca! ¡Y no cabe la rendición! Hay que estar ahí y acompañar, acompañar y acompañar. Hablar, hablar y hablar... A veces, llevando su mochila...pero muy poco rato, porque ya sabemos que nuestra obligación de padres no es protegerlos, sino ayudarles a volar. Dudando a veces si vale la pena enviarlos al colegio o instituto de turno, o si sería más fácil educarlos en casa por libre, para no estar en permanente contra-programación. Dudando en si quizás lo que más les formaría ahora sería viajar, simplemente viajar y conocer mundo...

En esas estamos. Buscando momentos mágicos donde la fina lluvia de nuestra experiencia pueda calar en sus corazones. No para condicionarles, sino para animarles a remontar el río turbulento de las modas, del consumismo, de la mediocridad, y del borreguismo imperante... 

Ahí va un regalo del rap final de la película "Verbo", todo un poema urbano que ojalá se convierta en hoja de ruta para mis hijos, y que junto a "La vida secreta de Walter Mitty", nos ha propiciado últimamente alguno de esos momentos mágicos en los que nos "arremolinamos" en el sofá y hablamos de opciones de vida, de encrucijadas de caminos, de ilusiones y sueños rotos, de frustraciones y de luchas internas.

VERBO

"Al principio fue la palabra 
esa energía que guía tu voz si hablas,
igual que un arma que se activa entre tus labios 
alejándote del lodo y de ese ahogo solitario. 
Somos puzzles incompletos 
esqueletos vagando histéricos 
mientras nuestro silencio se expande y hiere 
Así el aspecto muere triste y famélico 
viendo que nada cambia 
que la rabia duerme tras la tráquea, 
siempre anclada en ese miedo que provoca arcadas 
Pensando tanto, diciendo nada 
Sintiendo cada mirada minada por la costumbre 
Seca con la escasez por la sed de deseos que no se cumplen 
Abre tu conciencia y mira en las paredes 
Dirán que puedes ser tu mismo, sin fijarte en otro seres 
Y ser viento entre desiertos de cemento 
Sabiendo que quien te rodea ya no te moldea 
Haciendo que todos crean cuando vean que luchas por lo que quieres 
Tú dices, tu haces, tu creces, tu sientes porque eres.....verbo 

La prueba de que existes con un grito eterno, 
la voz que nace y te hace atravesar el tiempo, 
la esencia que te diferencia y te hace brillar, 
el arma que une metas y recuerdos , verbo 
Demasiado cielo para tan pocas alas, 
demasiado tiempo a solas, 
demasiadas balas para esquivarlas todas, 
demasiada oscuridad para moverte. 
Demasiada vida, para echarla a suertes con la muerte. 
Por eso actúa y convierte en cierto lo imposible 
Te atan a acontecimientos pero el pensamiento es libre
Capaz de liquidar al lado oscuro que te absorbe, 
ese enorme ser deforme que habita entre el caos y el orden, 
que marchita tu interior y lo revuelve, 
entre marmitas de sigilos donde sentimientos hierven.
No más silencio si nos queman, 
no mas ojos hacia el suelo que envenenan, 
no mas penas de aguas negras en tu venas que ciegan cada mañana.
Tú hablas, tu buscas,tu amas,tu ganas, porque tu te llamas.....verbo 

Sé tu el cambio que quieres ver en el mundo. 
Sé ese rayo que cayo y que retumbó en lo mas profundo 
Juntos tú y tu voz como una luz incandescente. 
Juntos tu y tu voz cuando nadie te defiende. 
Cuando el resto no comprende que eres especial 
y que no caes en la espiral superficial que arrastra a otros 
¿Cuál de aquellos rostros no echara a perder su vida? 
Gírate y mira tantos se ahogan y no respiran 
oscilan en precipicios de edificios y ven 
que la inercia y el vicio les dejo tan lejos del Eden 
Pero quien tiene la formula y desata 
la trémula red de esa tarántula de la que nadie escapa 
Así que ¡saca de una vez por todas tu pasión, tu furia! 
Pasa a la acción arrinconando a la penuria 
y recuerda que cada emoción muere cuando se esconde 
Tu luchas, tu vuelas, tu sabes, tu puedes 
Tu nombre es la prueba de que existes con un grito eterno, 
la voz que nace y te hace atravesar el tiempo, 
la esencia que te diferencia y te hace brillar, 
el arma que une metas y recuerdos 
Tú tienes el mas grande poder que nos fue dado 
la palabra que libera afectos encadenados 
el don de poder ser alguien dentro de un silencio enfermo 
que te atrapa para hacer de ti su siervo.
Atrévete a cambiar
tu mundo.

viernes, 5 de septiembre de 2014

¿Existen de verdad las malas noticias o las injusticias?

"¡Menuda pregunta estúpida!", pensarán muchos...¡Pues claro que existen! ¡Y de qué manera! Basta con arrimar el oído a la barra de un bar, o echarle un vistazo al telediario...Pero, ¿en qué media esas circunstancias pueden permitir adentrarnos en territorios insospechados, que antes de tal noticia o injusticia, ni se nos habrían ocurrido?
La primera vez que escuché este razonamiento fue a Emilio Carrillo dando gracias por la fractura en la pierna y posterior coma, que estuvo a punto de llevárselo a la tumba, y que por contra, le facilitó el camino para iniciar la vida de sencillez, meditación y difusión de su saber que lleva ahora.
Pero hace unos días nos hacían la misma reflexión unos amigos, J. y M.,  sobre los que escribimos no hace mucho un post. No podía dar crédito a lo que escuchaba. ¡Después de la "pedazo" de injusticia que se había cometido con ellos, daban las gracias por tal injusticia, como hacía meses había escuchado en persona, también, a Emilio! Sin embargo, el razonamiento no podía ser más consecuente con el verdadero sentido de nuestra vida.  Y eso que la injusticia del caso lo era sin paliativos. Tanto lo era, que al cabo de los meses, la Administración había tenido que dar marcha atrás ante semejante "tropelía"...Y cualquiera habría pensado: "¡claro!, pero el daño ya estaba hecho". Habían tenido que huir a la sierra, y el esquema de una vida "normalizada" de trabajo, hipoteca, ciudad, coche, supermercado...se había roto. Como con tantas y tantas "malas noticias" en los últimos meses. Como con tantas y tantas "injusticias". Sin embargo, nuestros amigos han sabido leer en esos aparentes renglones torcidos con los que a veces escribe la Vida o el Universo...
Lo tengo claro tras verles este fin de semana llenos de vitalidad, de alegría, de energía, de salud, de proyectos en mente, rodeados de plantas, de animales, de ancianos campesinos que no abandonaron la tierra con los que comparten experiencias sin la tiranía del reloj....Cuando a veces cuesta tomar decisiones, la vida las toma por nosotros...Y a veces las aparentes malas noticias o las injusticias, traen ese regalo debajo del brazo...Quizás debamos estar atentos a lo que nos quieren decir. Mis amigos lo tienen claro: ¡ya no hay quien les mueva de su paraíso en plena sierra!

domingo, 17 de agosto de 2014

Un mundo diferente es posible: O Couso

En marzo de 2012 empezamos a hacer pública nuestra búsqueda como familia de un mundo mejor para vivir, a través del presente blog. La búsqueda es intensa, pero en los últimos meses apenas hemos publicado nada: casi todo estaba dicho en esa búsqueda, y nada nuevo de relevancia había sucedido. Entendíamos que era mejor callar. Sin embargo, hemos encontrado una piedra preciosa en ese camino de búsqueda. Y sin duda  merece la pena compartir la experiencia.
De forma similar a como hicimos el año pasado, queríamos aprovechar nuestra visita anual a la bisabuela francesa para tener contacto con iniciativas y proyectos que pudieran aliviar nuestra sed de búsqueda. La de este año no sólo nos ha saciado, sino que ha superado nuestras expectativas. De hecho, probablemente, si no se encontrase a 1.020 km de nuestro hogar actual, sin duda nos "lanzaríamos al monte" (nunca mejor dicho). Y aún así....¿quién sabe? Nuestro hogar está donde nos sentimos familia. Y sin duda, por primera vez, y a diferencia de tantos proyectos en los que nos sentimos colaboradores, en O Couso nos sentimos parte de la comunidad y familia.
Si alguien nos pregunta cuál es la fórmula que hace tan especial la experiencia, quizás no pueda creerse su extrema sencillez: media hora de meditación en silencio a primera hora de la mañana en su pequeña ermita reconstruida a la luz de las velas, comida vegetariana, dos círculos de conciencia diarios donde se comparte el estado de conciencia en lo que hacemos y vivimos, cuatro horas de trabajo por la mañana ayudando a reconstruir el magnífico caserón del siglo XVI o a adecentar sus alrededores (huerto, bosques...), el contacto intenso con la tierra y la naturaleza, y todo el tiempo del mundo para abrir el corazón y compartir....¿Así de sencillo? Sí. Y lo curioso es que desde nuestro mundo de prisas y ruido, quizás pocos puedan creer que una experiencia en la que no se dispone de luz, agua corriente o un aseo, y en el que al final del día te duelan las ampollas de las manos o la espalda, pueda removerte tanto por dentro, y te haga replantearte las prioridades en tu vida. Pues sí. Lo hace. ¡Y de qué forma!
Cuando planteamos a los niños que queríamos dedicar 4 ó 5 días de nuestras escasas vacaciones en familia a explorar esta posibilidad, nos pusieron cara de "otra excentricidad del hippismo de nuestros padres". Pero cuando no querían irse, y no paran de hablar de Carmen, Luije, Rosana, Juan, Iván, Xavi, Laura, Bea, Anuska, Nadia, Teresa, "el polaco", Geo, Gaia, las gallinas, las cobayas... como de su propia familia, no hay mejor síntoma: lo vivido en estos días ha abierto una nueva ventana en nuestras vidas. Sabemos que, de una forma u otra, presencial o no, esta "Familia de 3 hijos" se va a integrar con O Couso. El corazón manda. Hay que hacerle caso.

martes, 14 de enero de 2014

La injusticia llama a tu puerta: ¿carretera y manta?

Aunque hace tiempo que no escribimos porque consideramos que buena parte de lo que había que decir ya está dicho, y es momento de Vivir y Ser, más de que hablar y opinar, hay cosas que claman al cielo y de las que podemos aprender mucho. Sobre todo cuando son experiencias tan cercanas a nosotros.
A pesar de que apenas nos vemos una vez al año, J. y M. son parte importante de nuestra historia. Y no porque tengamos edades y situaciones similares, o porque hayamos vivido muy cerca durante varios años, sino porque a pesar de ya vivir alejados, nuestras energías han seguido confluyendo en esa búsqueda de un mundo mejor. Son gente muy "currante", abnegada, y dedicada a sus 2 hijos, ahora en 5º de primaria y 1º de bachillerato respectivamente. J. perdió su trabajo en la fábrica hace ya bastantes meses, pero al menos les consolaba el apoyo económico que recibían por la invalidez de M., postrada largo tiempo en la cama durante más de 2 años, tras varias intervenciones en su columna vertebral. Ese consuelo también ha desaparecido: los dichosos recortes han hecho que se revise su invalidez, pasados 2 años, y aunque todos los informes médicos evidencian un deterioro de su estado de salud, le han quitado la invalidez. Resultado: deja de cobrar la pensión; su anterior empresa no la readmite (aparte de que no está en condiciones físicas para ello); y ni siquiera podrá cobrar el paro. Es decir: se quedan con cero euros de ingresos al mes.
Es más que probable que la historia finalice con una sentencia condenatoria para la Seguridad Social, como acaba de suceder con otra amiga nuestra, con un cáncer cerebral y con graves secuelas oculares, obligada a trabajar durante casi 2 años, y que ahora ha recibido su sentencia favorable. Pero quizás no todos puedan aguantar el envite de estar años en un pulso con la Administración, que sólo juega a ganar tiempo a costa de personas que sufren. ¿Cómo puede ser posible que este aparato burocrático al que llamamos “Sistema” asiente una situación durante más de 2 años, cerrando las puertas a otras posibilidades, para de repente, y sin ningún fundamento médico ni legal, quitártelo todo, en una estrategia de dilatar plazos aún a costa de las vidas de tantas familias?
J. y M. no son como los miles y miles de personas que esperan a que "algo suceda", o a que "venga alguien a sacarnos de ésta". Ellos afrontan su presente, no quieren o no pueden quedarse con los brazos cruzados esperando a que alguien les ayude, y saben que si no hay ingresos hay que recortar gastos. Y aunque ya viven en un alquiler muy barato, nos cuentan la dureza de tener luz o gas y no querer encenderlos en pleno invierno sabiendo que quizás no vas a poder pagarlos. Por eso han decidido "echarse al monte": irse a la sierra a una casa antigua en pleno campo, y tratar de vivir de lo poco que la tierra pueda darles. No quieren limosna. Quieren ser dueños de su presente y de su futuro. Aceptan y afrontan su presente. Pero ese presente no tiene nada de bucólico ni de la idealización por un mundo mejor. Saben que las circunstancias les abocan a ello. Y el precio que han de pagar es enorme: dejar a sus hijos con los abuelos, hasta que puedan estabilizar su situación, J. pueda empezar a cultivar algo, y puedan encontrar escuela para la pequeña el próximo curso.
Les pedí hablar de ellos, pero no por idealizar su apuesta por el campo, sino porque nos parece un ejemplo muy cercano de coraje, de valentía, de coherencia, de responsabilidad y de aceptación. Pero éstos no están exentos de sufrimiento. Y el alejamiento de los hijos, ahora, les va a traer muchas lágrimas. Estamos seguros que todo esto tendrá sentido en su evolución, aunque ahora sea muy difícil verlo. Y ahí nos van a tener para todo lo que necesiten.
Lo que es indudable es que todos tenemos “papeletas” para que algo así pueda sucedernos en este “maravilloso” y “justísimo” sistema en el que estamos. Quizás debamos estar preparados, y fijarnos en ejemplos reales como este, para estar dispuestos a desapegarnos de nuestro pasado y plantearnos nuevos horizontes que, ojalá, se tornen en oportunidades.