sábado, 21 de marzo de 2020

Reencuentros vecinales

Acaba de sonar el móvil. Número desconocido. Vivimos tiempos en que los números desconocidos acaban siendo conocidos. Lo cojo, y un anciano con un poco de sordera, me explica que necesita pan. Y también unas medicinas de la farmacia. Es el vecino de la casa 64. Y alguien le debe haber dado nuestro número. No tiene whatsapp. Pablo ha salido ya para su casa.
Esta tarde a las 20h, la vecina de la casa 65 dará un mini-concierto desde su azotea. Justo después de los aplausos. El vecino de la 153, quizás levante los ánimos del barrio, con su discoteca improvisada, también en la azotea. Probablemente varias vecinas compartirán sus rutinas de yoga y ejercicios para que no nos quedemos anquilosados durante el confinamiento. Puede que la vecina de la casa 66 necesite que vayamos de nuevo a la farmacia, o que le hagamos la compra en el súper. Y nuestro Pablo, recogerá en unos días el violín que otra vecina amablemente va a compartir con él, para que pueda mantener las clases por internet con su profe en Italia.
Aplaudiendo en casa a las 20h
Todo lo anterior, hace una semana, hubiera sido impensable, quizás. Este mundo en el que vivimos, había priorizado las prisas, las tareas, y el individualismo, por encima de la vida. Quizás un saludo de cortesía cuando nos cruzábamos con los vecinos más cercanos. Pero poco más. Hasta la semana pasada. De repente, nuestro mundo se ha puesto "patas arriba". Todo, absolutamente todo, ha cambiado. Y nos obligan a aislarnos en nuestras casas, para que juntos podamos derrotar a un virus. Aislarse juntos. Separarse pero sin dejar a nadie atrás. Paradojas impensables hace una semana.
Justo hablando de estas ironías de la vida estábamos Mey y yo el pasado domingo, muy sensibilizados por lo que nos ha tocado, cuando nos asomamos a la ventana de la cocina. Y nos preguntamos qué estaría pasando en cada una de las casas de los vecinos que nos rodean. En los hogares de esos desconocidos que viven a nuestro lado. ¿Quién estaría solo o sola durante estas largas semanas? ¿Quién tendría algún enfermo en casa? ¿Quién estaría aterrado/a? ¿Quién necesitaría ayuda para sus compras, o para sacar la basura, por miedo a coger el virus para algún familiar en situación delicada? Y sin pensarlo decidimos dar un paso. Nada heroico, por supuesto. Pero un paso. Similar al que están dando, quizás, millones de personas cada día en todos los rincones del planeta. Es momento de dar pasos. Y este mundo girará de otra forma. Sin duda.
Propusimos a los pocos vecinos cuyo móvil teníamos, montar un grupo whatsapp de apoyo y ayuda entre vecinos. Entre auténticos desconocidos, a fin de cuentas. Tres o cuatro mensajes de móvil, y cuatro notas debajo de las puertas, obraron el milagro. El whatsapp echaba humo. En apenas 48 horas ya éramos más de 50 los vecinos en el grupo.
Solemos ser estrictos en los numerosos grupos whatsapp que gestionamos, para evitar saturar a la gente con mensajes. Pero pronto nos dimos cuenta que, aunque la necesidad con la que montamos el grupo era la ayuda, una gran mayoría de vecinos necesitaba también compañía, risas, y motivación. Una necesidad vital que el confinamiento y el aislamiento ha traído consigo. Y no censuramos memes, ni vídeos de broma, ni propuestas alocadas. Hubo algún vecino que se ha tenido que dar de baja porque teletrabaja con su móvil y el grupo se ha "venido arriba" en apenas una semana. Pero es la excepción. Y hemos tenido que crear un segundo grupo, ya exclusivamente de ayuda, para aquellas personas más centradas sólo en pedir y prestar esa ayuda.
Puede parecer tonto: un simple grupo whatsapp para que unos desconocidos, que casualmente son vecinos, se ayuden y se den compañía. Pero algo tan sencillo es hoy noticia en los tiempos que corren. La radio nos entrevistó por ello. La televisión también, por lo de los chavales en casa. E incluso una agencia de noticias va a distribuir la noticia a otros medios de comunicación.
Quizás, visto lo visto, y como mucha gente está haciendo ya, tengamos que cambiar el nombre al dichoso coronavirus, y llamarlo COVIDA-19, haciendo alusión con el prefijo "co" a una cooperación a la vida. Quizás si desde ahora dejamos de llamarle Covid-19, con ello eliminemos el poder que se le ha entregado como agente del miedo, para quedarnos con el COVIDA-19, creador de nuevas situaciones vitales, acordes con el nuevo paradigma, bien común y cooperación.
Los tiempos han cambiado. Toca reencontrarse con los vecinos, y hacer "piña". Toca saludarse después de los aplausos de las ocho. Toca hablar a través de la valla del jardín. Toca llevarle la compra a un anciano desconocido, aunque sea con guantes y mascarilla. Toca ayudarse y hacerse compañía, aunque sea de balcón a balcón. Nosotros y nuestros vecinos lo tenemos claro. Cuando todo esto pase, celebraremos una gran fiesta en la piscina. Como se hacía hace quince o veinte años.


NOTA: Os compartimos el balance económico de algunos de los proyectos solidarios que impulsamos gracias a los granitos de arena de muchos de vosotr@s, así como las distintas vías que empleamos para ello (por si algun@ se anima a unirse ;) )

2 comentarios:

Sandra dijo...

Estas iniciativas abundan ahora mismo. Es genial la solidaridad y generosidad de todos. Nos ayudan y ayudamos.... esto es lo que nos toca aprender? Un abrazo

Familia de 3 hijos dijo...

Han sacado un servicio geolocalizado para ayuda mutua entre vecinos.
Explora el mapa y tu entorno, haz saber tus necesidades y ofrece tu ayuda.
https://frenalacurva.net