viernes, 20 de abril de 2012

La realidad que nos hemos inventado

Vivimos una realidad ficticia. Parece una incongruencia, pero cada vez que me paro a cuestionar lo que me rodea, compruebo que muchas de las reglas o convenciones se basan en una decisión arbitraria que nos separa cada vez más del mundo natural o de la realidad tal cual es.
No sé  que tiene el ser humano que no es capaz de adaptarse y vivir con la pura  realidad a su alrededor.

Tomemos por ejemplo, algo tan simple como el tiempo. En nuestro afán de analizar y controlar cada aspecto de nuestras vidas, vivimos siempre pendientes del reloj. A tal hora me tengo que levantar, a esta otra llegar al trabajo y a las tantas he quedado con Fulanito... Sí, un reloj es algo muy práctico, porque a nadie le gusta que le hagan esperar en una cita, ni llegar tarde a la peli en el cine o perder un tren. Sin embargo, este pequeño objeto ha logrado separarnos del tiempo natural, de aquellos días en los que los seres humanos se levantaban con el salir del sol y se recluían con sus familias al anochecer. Nuestro ritmo, en nada se acompasa al del resto de la vida que nos rodea. Muestra clara de ello es el famoso cambio de hora que dos veces al año se nos impone: nosotros vamos a nuestra bola. Vamos, el tiempo se doblega a nuestro antojo.

Otro aspecto inquietante es el del dinero. No pongo en duda su utilidad material y social. Sin embargo, es una de las grandes mentiras sobre las que se sustentan nuestras vidas. En realidad, es un instrumento que permite separarte del verdadero valor de las cosas, del trabajo e incluso de las personas. Un trozo de papel o unas cuantas monedas de metal, que carecen de valor en sí mismos, son capaces de levantar países, hundir estados y corromper las almas. Y si nos paramos a pensar ¿quien les ha dado ese valor? En algún momento, simplemente, se decidió. En ese preciso instante, vendimos nuestra alma al diablo y pusimos precio a nuestras vidas. Porque ya fuimos capaces de ver, no el valor real de las cosas, sino el supuesto valor de las mismas conforme a otros factores que podían ser, o no, acordes con la realidad (sirva de ejemplo el boom inmobiliario) Todavía más en nuestros días, cuando ya muchos de nosotros ni siquiera usamos el papel moneda, sino que todo se reduce a meras anotaciones en cuenta. Esto mismo puede aplicarse a los números. No es lo mismo ver la cifra de parados, que las caras de los mismos.
Finalmente, a veces me sobrecoge el uso de algunas palabras, que pasan a describir una situación que en nada tiene que ver con la realidad. Una de ellas es "la liberación de la mujer", algo que, se supone, debo disfrutar. Soy una mujer trabajadora y madre de tres hijos. Soy mujer liberada y ama de casa. No sé si a muchas este panorama os resulta familiar, pero me paso el día organizando la logística de las comidas, las compras, los niños y el cole, la casa... una ama de casa y maruja ejemplar. Y luego, ¡al trabajo! (tengo turno de tarde), donde, además de estar "monísima de la muerte", debo estar a la última y mantenerme a la altura de las expectativas... Ni que decir tiene, que cuando llego a casa, no estoy para muchas bromas, porque caigo exhausta en el sofá... ¿A esto llaman liberación? Antes las mujeres eran esclavas del hogar, ahora lo somos del hogar, del trabajo y de esa imagen de superwoman que esta sociedad ha creado. ¡Vivan las FamilyFlautas!
Cada vez estoy más convencida. Hay que mirar el mundo con ojos nuevos. Hay que cuestionar lo establecido. Hay que ser capaz de ver más allá de lo que tenemos delante de nuestras narices y ver la realidad que hay detrás. Hay que ser consciente del verdadero valor y significado de nuestros actos y palabras. NO hay que tener miedo a buscar la realidad más allá de la que nos hemos inventado o nos han impuesto.






5 comentarios:

Cardamomo dijo...

Es curioso, porque creo que algunas de nosotras aceptamos desde el principio de muy buen grado este desafío de serlo todo a la vez y hacerlo todo bien, nadie nos impuso este proyecto de vida que ahora es realidad, una realidad agotadora y que, quizás no compensa, pero,¿ A quë aspecto de nuestra multirrealidad podríamos renunciar, a ser mamis, a ser mujeres profesionales, a llevar nuestra casa...? No creo que las que lo hacemos todo queramos renunciar a nada, el problema es que s omos seres limitados y que los días sólo tienen 24 horas. En mi entorno veo muchos ejemplos de mujeres que decidieron renunciar a lo,profesional por dedicarse a la familia y la mayoría ahora se lamentan, se sienten desaprovechadas. Lo exponen como un sacrificio. Para mí, mi vida en momentos es pura renuncia y sacrificio, todo por seguir manteniendo en equilibrio mis malabares, no sé por cuánto tiempo más. Desde las 6:45 hasta las 22:30 en pura carrera, así pasan los dìas, que se vuelven semanas y suman meses. Pero entretanto, veo como se encumbran mis tres soles, que me dan la vida, y en mi curro, cada día hay momentos de risas, de amistad y compartir, aveces, hasta lagrimas.
Nadie nos dijo que este camino fuese a ser fácil, sólo que podríamos hacerlo. Y, hasta el momento, en ello estamos.

Anónimo dijo...

Cuando seamos capaces,no de separar la mente de nuestro corazón, sino, llegar a un equilibrio entre ellos,empezaremos a comprender que no somos la superwoman que a la sociedad le interesa que seamos.Pero no lo somos porque no queremos serlo. Digamos basta, hasta aquí de tanta fachada de mujer liberal, seguimos siendo las mismas marujas de toda la vida, pero con una doña delante, como decía mi padre, quitame el don y súbeme el sueldo.La mujer sigue cobrando menos que el hombre,aun la mujer llega a casa después de trabajar y se encarga de las tareas, de atender a los estudios de sus hijos, aun escuchan de algunos marido "te echo una mano" y etc..etc..etc.....Nuestro rol lo llevamos tan impregnado en nuestra mente, que nos cuesta decir hasta aqui he llegado, esta es mi parcela y estoy en el derecho de tenerla sin sentirme culpable por ello
MEME

Familia de 3 hijos dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo Cardamomo. Por nada del mundo cambiaría a mi familia,que es mi pasión; ni mi trabajo, que es vocacional y que disfruto de corazón. A lo que me resisto es a que otros nos pongan nombres engañosos que en muchas ocasiones coartan la verdadera libertad: la posibilidad de elegir sin etiquetas. Le llaman liberación cuando a muchas, por ejemplo, no nos dejan en realidad elegir si deseas pasar más tiempo con sus hijos si estos son pequeños(excedencia, media jormada...), o simplemente se "rescinde el contrato" (se las echa, vaya)si deciden formar familia y quedarse embarazadas. Siempre existen penalizaciones. ¡Que no nos manipulen con palabras que suenan muy bien y crean una realidad en nuestra conciencia que no es verdad!.Llamemos a las cosas por su nombre: la mujer aún no está liberada de prejuicios, tabúes y presión social. Llamemos a las cosas por su nombre.

Cardamomo dijo...

Desde luego que en el tema de la igualdad queda mucho por hacer, pero yo me planteo siempre ¿Qué les decimos a nuestras hijas? Seguir nuestro ejemplo parece que las conduce a este torbellino en el que vivimos nosotras, pero no sé si me convence alguna otra opción. Por supuesto, sueño que para cuando llegue su momento haya mejores condiciones laborales, y la educación haya dado sus frutos y las parejas compartan en lugar de echar una mano casual. Pero como madres creo que tenemos que insistir en la independencia económica y en otros aspectos positivos que da trabajar fuera de casa, aun sabiendo que trabajar, al fin y al cabo, algo tiene de castigo divino.

Familia de 3 hijos dijo...

Una familia de Mijas ha decidido romper con esta realidad inventada, lo ha dejado todo y se va con sus 2 hijos a recorrer el mundo en autocaravana:
http://www.viviendonuestravida.com/
http://bit.ly/J2KeKE