Lo cerré, levanté la mirada, y un escalofrío me recorrió el cuerpo. Imposible acabar mejor un libro. No se podía decir más con menos palabras. Menudo epílogo. Menuda joya de la cotidianeidad. Menudo tesoro de sabiduría en una simple anécdota infantil. Han pasado ya varias semanas de aquello y aún me viene a la cabeza a cada instante:
"Recuerdo la primera voltereta que di sobre una colchoneta, estando en una clase de gimnasia en el colegio. Estaba dichoso con aquello que había hecho mi cuerpo y que, durante eternos segundos, me hizo sentir de maravilla. En aquel instante (tendría unos cuatro o cinco años, no más) yo era un iluminado sin saberlo. Luego me volví y vi el rostro de mi profesora, así como el de mis compañeros, y, orgulloso por mi hazaña, di una segunda voltereta. Pero en esta ocasión fue para que ellos me vieran y, evidentemente, no hubo comparación. Aquella segunda voltereta no me reportó ni la mitad de dicha que la primera. Empecé a necesitar de la aprobación ajena y, a partir de aquel instante, la sabiduría —y sobre todo la dicha que le iba aneja— se esfumó.
Cuando me siento a meditar en silencio y quietud me acuerdo a menudo del niño que yo era y que dio aquella voltereta antes de que me importara la opinión ajena, esa tiranía."
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¿Cuántas segundas o terceras volteretas habré dado en la vida, buscando aplausos en lugar de vértigo?
¿Y cuántas primeras habré reprimido, temiendo despeinar la mirada ajena?
Tal vez la verdadera libertad consista en volver a girar sin público, sin propósito y sin miedo.
En recordar que el mundo no empezó cuando nos miraron, sino cuando nos atrevimos a girar.
Quizá vivir sea seguir dando primeras volteretas… esas en las que el alma, sorprendida, recuerda que también sabe girar;
en las que el cuerpo, por un instante, se desprende de la tierra y toca el asombro;
en las que no buscamos aplausos, sólo ese breve destello en que el mundo se pone patas arriba y, misteriosamente, todo encaja.
Al fin y al cabo, no nacimos para mantener el pie en tierra, sino para recordar que el cielo empieza aquí abajo.
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