"¡Por si no lo sabéis! Ilumináis el camino y esa luz es la que nos guía a muchas personas...Gracias, gracias, gracias".
Este comentario reciente de "Ani" a uno de nuestros posts nos dio un vuelco al corazón nada más leerlo hace pocos días. Desde hace tiempo abrir el correo o el whatsapp es una preciosa aventura. Toda una ventana a un mundo fascinante de vivencias que se cuelan por la rendija de nuestras vidas cotidianas, entre idas y venidas de actividades extraescolares, entre fogones y la tabla de la plancha, entre horarios laborales y escolares...Vivencias muchas lejanas y otras cotidianas y próximas. Todas formando parte de ese objetivo de tejer complicidades, de urdir conspiraciones utópicas, de hilar connivencias del alma.
Nuestro Faro de Torre del Mar, dando luz hace unos días |
Pero sería iluso y pretencioso por nuestra parte creernos gurús, maestros, "influencers" o referentes de nada a raíz de mensajes como el de "Ani". Casi nos causa risa siquiera el pensarlo. Y eso que estas navidades han sido continuos los encuentros con desconocidos que resulta que nos leen a través de un amigo, de un compañero del trabajo, de un vecino... Gentes que desconocemos pero que nos conocen. Admiradores anónimos desde la distancia y el silencio. Pero es cierto que nuestro simple compartir ha ayudado a algunos que se sentían solos, desorientados, sin rumbo claro. Y eso nos hace recapacitar. Porque no somos maestros de nada, más allá de nuestras propias vidas. Pero cuando las compartimos, sentimos la conexión inmediata con las vidas, preocupaciones y anhelos de otros. Es como si ese compartir fuera la excusa perfecta que alguien estaba esperando para abrirse, para activarse, para emprender su rumbo. Lo notamos con total claridad en las charlas que a veces damos en colegios o asociaciones: empezamos a contar algunas de nuestras vivencias, de nuestros enfoques de vida como familia, y de inmediato se alzan las manos para compartir experiencias similares, dificultades similares, éxitos o fracasos similares. Es como si ese compartir nuestro fuera la forma de romper el hielo que parece separarnos del prójimo en un paisaje de apariencias y de normalidad.
Dicen que vivir la vida, de verdad y con autenticidad, es un arte. Eso hace que todos seamos artistas en potencia. Algunos ya consagrados y otros diamantes en bruto. El genial compositor Schumann dijo una vez: "mandar luz a la oscuridad del corazón de los hombres: ese es el deber del artista". Quizás por eso nos ilusionó tanto ese comentario de "Ani". Porque lejos de activar en nosotros pedantería o engreimiento, nos conecta de lleno con el papel de artistas que todos tenemos en esta vida. Da igual que sea con un violín como nuestro hijo Pablo, con un hermoso whatsapp de ánimo, con un abrazo en la cola del súper, o con uno de nuestros posts. El hecho es mandar luz a la oscuridad del corazón de los demás. Hay corazones que necesita muuuucha luz. Y en esa tarea, lo sentimos mucho, pero no hay artistas que toquen y público que aplauda. Todos somos artistas que deben subir al escenario de la vida. O jugamos todos o pinchamos la pelota. No cabe remolonear. No cabe repanchingarse en un rincón. No cabe esperar a que otros hagan la pirueta y unirnos a la ovación. Nos toca a todos dar luz al corazón de los otros. Ser faros entre la tiniebla. Y si damos luz, recibiremos luz. Antes siquiera de pedirla. Así funciona el Universo.
¿Que te sientes vulnerable? ¿Que metes la pata una y otra vez? Como todos. ¿Y si resulta que la vida va de compartir vulnerabilidades? ¿Y si dos vulnerabilidades compartidas se convierten en una fuerza indestructible? Hoy he acabado de leer el libro "Instrumental" de James Rhodes, que mi amiga Tania me prestó. La cita de Schumann aparecía en él. Y trata de la vida de este pianista de fama mundial, que fue violado durante cinco años en su niñez, creándole tales traumas psicológicos y físicos que intentó suicidarse varias veces y tuvo que ser recluido en varios psiquiátricos. La música clásica le salvó la vida, y él la está revolucionando. Y su historia es todo un alegato al optimismo, partiendo de lo más sórdido que quepa imaginarse, y de cómo el compartir, incluso aunque sean traumas, problemas o trabas, da luz al corazón de otros.
Pronto nuestro blog llegará a las doscientas mil visitas. Las visualizaciones en televisión o youtube de nuestra aparición en Televisión Española irán ya por millones (por la lata que han dado repitiéndola en distintas cadenas, incluso en la internacional...jajaja). No hemos parado de incrementar las donaciones a varias ONGs con las ventas de nuestro libro o con los donantes solidarios de nuestro Patreon. ¿Y sabéis lo que os decimos con sinceridad? Que todo eso nos importa realmente un pimiento. Nos hacen propuestas para vender más libros, para incrementar los seguidores aquí y allá... Nosotros siempre respondemos lo mismo. Esto no va de espectadores. No va de "Likes", de "Me gusta", o de ventas. Ni siquiera va de recaudar mucho para causas solidarias. Si se producen números altos en todo eso, mejor, porque significará que conectamos con más gente, y que de ahí se puede apoyar a más causas solidarias. Pero no nos aferramos a números, a visitas, a seguidores, a fans, a dinero recaudado o a espectadores. Sólo nos aferramos a los abrazos y a esa luz compartida que ilumina corazones.
Por ello,si recibes alguno de nuestros posts por whatsapp, mail, facebook, twitter o instagram, está bien que pulses a "me gusta" o lo compartas con tu círculos de amigos. Está genial que si te brota del corazón, nos pidas un ejemplar del libro solidario o te unas a los donantes de nuestro Patreon, para ayudar a nuestras ONGs. Pero lo que realmente será maravilloso es que dejes de ser nuestro espectador, y te hagas nuestro amigo de verdad. Que no te quedes en leernos, estar más o menos de acuerdo, y mirarnos como en un escaparate o sentir admiración o pena. No nos mires, ¡únete! (como dice el lema en las manifestaciones...jajaja). Hay gente que nos lee, nos ve al día siguiente y no se atreve a comentar lo que le ha suscitado o generado en las entrañas. Quizás por pudor. Quizás por desacuerdo. Quizás por timidez. Pero las complicidades por un mundo mejor no surgen de ser espectadores, opinadores o jueces. Surgen de ser cómplices. Y eso sólo se logra con dos cosas: con la experiencia personal, y con el sentimiento. Así que entra y únete. Comparte tu luz (o tu sombra, si es lo que toca en ese momento) con nosotros y con los demás. Comparte tu vivencia y cómo te sientes por dentro. Cuéntanos de ti como ya hicieron otros muchos en comentarios del blog, facebook, whatsapp o twitter. Y si puede ser, queda con nosotros o con quien sea para un café, o un paseo por la playa o el parque. Con ello, te aseguramos que se va creando un nuevo mundo desde centenares o miles de hogares. No hace falta luchar contra el mundo oscuro. Caerá por su propio peso gracias a la luz compartida desde tantos faros de tanta buena gente.
Ya lo decía Martin Luther King: "Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de la maldad de los malos, como del estremecedor silencio de los buenos". Toca dejar de ser espectadores silenciosos. Toca ser artistas de la luz.
NOTA: Este post se publica, como todo lo que escribimos, de forma gratuita y en abierto tanto en nuestro Blog como en nuestro Patreon. Pero si te gusta lo que escribimos, te ayuda, te sientes en gratitud, y quieres también impulsar un mundo diferente para vivir con nosotros, puedes colaborar en nuestros proyectos solidarios colaborando con una cantidad simbólica (desde 1€/mes) en nuestro Patreon Solidario. Actualmente estamos apoyando a los Ángeles Malagueños de la Noche, uno de los Comedores Sociales más importantes de España.
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