Llevamos ya muchas semanas sin escribir en este blog. Sabéis que, desde el principio, queríamos hacer del blog un ámbito de encuentro de complicidades en la búsqueda de un mundo diferente para vivir. Y con ese planteamiento, no mandan las nuevas tecnologías, ni la búsqueda de mantener o incrementar seguidores, ni tratar de fidelizar a nadie. Prima la VIDA. Y esa vida nos llama en estos momentos a encerrarnos en nuestra crisálida. A mantener largas jornadas de reflexión, con la vista puesta en el enorme cambio que a muchos niveles se está produciendo.
No hemos dejado de escribir por desgana, ni por desilusión en cuanto a los objetivos del blog. La vida nos llama a interiorizar lo que estamos viviendo. En cierto modo, gran parte de lo que había que decir, está dicho. La invitación a despertar en muchos ámbitos de los que hemos ido hablando en este blog ya está hecha. Cada uno debe encontrar su ámbito de interpelación, y darse cuenta que el mayor de los cambios para vivir en un mundo diferente, debe producirse en el interior de cada uno. Es de ahí de donde ha de surgir una hermosa mariposa. Los cambios de estructuras, la evolución de las ideologías, y el despertar colectivo ante tantas injusticias deben partir del enorme universo que cada uno tenemos en nuestro interior. Pero eso exige escucharlo. Y fuera hay mucho ruido.
Ha habido también graves circunstancias familiares, como el reciente fallecimiento de mi madre, que han acrecentado esta necesidad de silenciar el ruido exterior en nuestra crisálida, con una fuerte llamada a vivir lo auténtico de la vida, el amor de los más cercanos, el calor de lo sencillo, la dulzura de lo intangible, el sinsentido de lo material o de la acumulación de posesiones, títulos o reconocimientos. Sólo un desapego verdadero y coherente y la necesidad de priorizar el amor a los que nos rodean constituyen la tarea fundamental de nuestra existencia. Y sólo eso nos llevaremos cuando nos llegue nuestra hora en esta vida.
Es momento de cambio. No nos queda la menor duda. Pero sobre todo interior.
No hemos dejado de escribir por desgana, ni por desilusión en cuanto a los objetivos del blog. La vida nos llama a interiorizar lo que estamos viviendo. En cierto modo, gran parte de lo que había que decir, está dicho. La invitación a despertar en muchos ámbitos de los que hemos ido hablando en este blog ya está hecha. Cada uno debe encontrar su ámbito de interpelación, y darse cuenta que el mayor de los cambios para vivir en un mundo diferente, debe producirse en el interior de cada uno. Es de ahí de donde ha de surgir una hermosa mariposa. Los cambios de estructuras, la evolución de las ideologías, y el despertar colectivo ante tantas injusticias deben partir del enorme universo que cada uno tenemos en nuestro interior. Pero eso exige escucharlo. Y fuera hay mucho ruido.
Ha habido también graves circunstancias familiares, como el reciente fallecimiento de mi madre, que han acrecentado esta necesidad de silenciar el ruido exterior en nuestra crisálida, con una fuerte llamada a vivir lo auténtico de la vida, el amor de los más cercanos, el calor de lo sencillo, la dulzura de lo intangible, el sinsentido de lo material o de la acumulación de posesiones, títulos o reconocimientos. Sólo un desapego verdadero y coherente y la necesidad de priorizar el amor a los que nos rodean constituyen la tarea fundamental de nuestra existencia. Y sólo eso nos llevaremos cuando nos llegue nuestra hora en esta vida.
Es momento de cambio. No nos queda la menor duda. Pero sobre todo interior.
3 comentarios:
Gracias por este precioso y sensacional mensaje. Y lamento mucho el fallecimiento de tu madre.
Estoy de acuerdo con la esencia de esta entrada, en cuanto a que el cambio más importante ha de darse en nuestro interior.
Cordiales saludos.
Gracias por la generosidad de compartir momentos, proyectos, propuestas y palabras. Un honor.
Deseo que todo fluya de la mejor manera en esa preciosa y delicada crisálida. Comprendo y conozco el proceso.
Se que saldrán de ahí espléndidas mariposas.
Un abrazo cálido y mi solidaridad.
Mis condolencias por vuestra pérdida.
Dice mi mujer que parir es un dolor inmenso, pero que es un sufrimiento que se olvida enseguida al ver el rostro de tu hijo.
Os deseo un dolor liviano y un renacer hermoso.
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