Mostrando entradas con la etiqueta acogida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta acogida. Mostrar todas las entradas

sábado, 28 de marzo de 2020

Abriendo la ventana de nuestro encierro

Corren tiempos de novela distópica. El ejército y la policía patrullan las calles. Un virus invisible provoca el pánico mundial. Todo se detiene de repente. Y las familias nos vemos confinadas en casa "sine die". Se añora el abrazo, el encuentro, la cervecita en la calle, el paseo por el parque...

Por eso hemos querido abriros la ventana de nuestro mundo. Un mundo entre cuatro paredes, como el vuestro. Buscando algo muy simple: el abrazo desde el aislamiento, la apertura desde el encierro. 


Gracias, como siempre, a nuestros amigos Mº Ángeles y Floren, por esa sensibilidad que siempre destiláis en vuestras historias: http://velevisa.com/?alacarta=view&desc=621f8078

jueves, 5 de marzo de 2020

Reportaje sobre nuestra acogida a 3 estudiantes tras el cierre de su colegio por coronavirus

Os compartimos a continuación un mini reportaje del Canal 101TV, de febrero de 2020, a raíz de nuestro último post (http://familiade3hijos.blogspot.com/2020/02/refugiados-del-coronavirus.html).

Éste es el resumen que hizo de la noticia el propio canal de televisión:
"Cuando Pablo llamó a sus padres para explicarles la situación, estos ofrecieron su casa sin dudarlo para acoger a algunos de sus compañeros
El coronavirus también nos deja ver la cara más solidaria de los malagueños. Una familia de Vélez-Málaga ha acogido a un grupo de alumnos del centro educativo italiano en el que estudia su hijo tras el cierre temporal del centro como medida preventiva ante el virus.
Aunque la zona de Trieste, en cuyo entorno se ubica el centro, se encuentra libre del coronavirus, el Colegio del Mundo Unido del Adriático optó por cerrar como medida preventiva y se vio ante la tesitura de tener que realojar a sus 180 alumnos.
Cuando Pablo llamó a sus padres para explicarles la situación, estos ofrecieron su casa sin dudarlo para acoger a algunos de sus compañeros.
Desde entonces, dos alumnos costarricenses y uno italiano comparten casa y vivencias con Pablo y su familia, lejos del pánico generado a causa del virus."
http://www.101tv.es/noticias/familia-velezmalaga-acoge-alumnos-colegio-cerrado-coronavirus.aspx



También os ofrecemos las entrevistas extendidas a Pablo, Mey y a nuestros tres invitados (Erick, Fabián y Jacopo) con vistas a dicho mini-reportaje:




martes, 6 de octubre de 2015

La mera presencia

No recuerdo un mes de septiembre más frenético. Reconozco haber perdido los nervios más de lo que me gustaría reconocer: conflicto con la Consejería de Educación, posibles cambios laborales, problemas con los seguros y burocráticos de distinta índole, cientos de novedades en las tres "vueltas al cole" de nuestros hijos... ¡Yo que me había propuesto nunca más andar con prisas! ¡Toma 7 tazas de prisas y stress!
Cuando uno pasa un período al límite, tiene la sensación de que cualquier asunto añadido va a desbordar el vaso. Por eso cuando una chica polaca nos pidió alojarse en casa durante unos días hasta encontrar un apartamento donde acomodarse con su hija, estuvimos tentados de decirle que no. Y no sólo por el pequeño caos de este comienzo de curso, sino porque cuando alguien nos visita nos gusta acogerle al 100% y dedicarle el tiempo que se merece y éramos conscientes de que materialmente en esta ocasión no iba a ser posible. Así se lo hicimos saber, pero parecía imperiosa su necesidad y accedimos. A fin de cuentas nuestra primera experiencia como couchsurfers durante el verano había sido excepcional, y las circunstancias parecían exigir que era el momento de estrenarnos como anfitriones.
Mucha gente de nuestro entorno no entiende que nos hayamos abierto a acoger a desconocidos, teniendo en casa a tres niños. Y más aún cuando ni siquiera conocemos al detalle sus circunstancias personales o familiares. ¿Temeridad? Puede ser. Pero cada vez más sentimos que cuando alguien te necesita, el foco hay que ponerlo en su necesidad, y no en los miedos de lo que podría suceder. En el caso de Gosia y su pequeña Józia de 2 años, simplemente querían pasar unos meses en un clima benigno, comiendo buena fruta y verdura, antes de que la niña empezara a ir al colegio. Una razón tan buena como cualquier otra para encontrar nuestro respaldo. De hecho, no hemos podido evitar acordarnos de tantos y tantos miles de refugiados cuya razón para abandonarlo todo es evitar ser bombardeados o masacrados. ¿Quiénes somo nosotros para juzgar las razones de una familia para tomar la decisión de moverse por este nuestro planeta? Cada uno tiene sus razones, y cada vez estamos más convencidos de que no existen fronteras ni nacionalidades y ojalá llegue un día en que los pasaportes sean cosa del pasado.
Los cuatro días que hemos pasado con nuestras amigas polacas han sido muy agradables: buena oportunidad para practicar el inglés en casa, para conocer anécdotas de otras culturas y para que los niños disfrutaran de lo lindo con el nuevo bebé de la familia. No pudimos mostrarles sitios de interés o monumentos, pero parece que no importó. Lo crucial lo tenían: cama, comida, red wifi para la búsqueda de apartamento, y buenos consejos. Les echamos una mano con las llamadas a las inmobiliarias (ya que aún Gosia no conoce el español), y les acompañamos a la hora de visitar y decidirse entre los últimos apartamentos. Parece que nuestra mera presencia como sus amigos y traductores obró el milagro. Las condiciones draconianas que les pedían para el alquiler (6 meses por adelantado) se esfumaron; la petición de avales y de justificantes de ingresos también; y las puertas de un soleado y bello apartamento a precio irrisorio se les abrían de par en par sólo por haberles acompañado. Simplemente habernos prestado a acogerles y acompañarles era justo lo que les abría la puerta a su pequeño sueño. Algo así debió suceder con el milagro de los panes y los peces: disponibilidad para compartir, aunque sea un poco de tiempo.
Ayer les llevamos al apartamento las últimas cajas que habían llegado por mensajería a casa desde Polonia. Gosia nos manifestó que no sabía cómo correspondernos: se sentía en deuda con nosotros. La mejor forma, sin duda, es que siga floreciendo nuestra relación y amistad. Parece que el SER UNO con el prójimo no requiere ni dinero, ni esfuerzos especiales, ni grandes golpes en el pecho; quizás sí olvidarse de nuestro stress, y salir de nuestro ahogo cotidiano. A veces la acogida y la mera presencia obran milagros. 

miércoles, 19 de agosto de 2015

Abriendo las puertas de nuestro castillo

Las vacaciones son para el encuentro. Por eso hace años que decidimos que en verano debíamos dedicar tiempo a explorar nuevas formas de encontrar cómplices por un mundo mejor. Es una forma de que nuestros hijos tengan otras referencias más allá de su círculo de amigos, su colegio o su familia. Estamos convencidos que para ser libres es necesario poder elegir entre distintos modelos, y el encuentro con lo nuevo, con lo distinto, con lo diverso, sin duda les enriquece.
Este año quisimos que conocieran lo que es la economía colaborativa, y buscamos a alguien que en nuestro camino a Francia nos recibiera en su casa mediante la fórmula del "couchsurfing", sabiendo de las dificultades de que nos acogiesen a cinco personas. Lo hicimos no por una cuestión de ahorro o de cercanía, sino como forma de conocer y crear lazos con personas que abren a deconocidos las puertas de su casa, que a fin de cuentas es el castillo de la intimidad, y aquello que nos salvaguarda de las posibles agresiones o irrupciones del "otro".
A veces escucho con excesiva frecuencia lo de "esto no hay quien lo arregle" y manifestaciones similares de pesimismo sobre nuestro futuro como especie. Pero mientras exista gente como Pablo e Irwin, el pesimismo no podrá con la fuerza de los hechos. Acoger a 5 personas en tu hogar no es nada fácil; ellos, la noche que les conocimos, acogieron en su preciosa casa de campo a nueve: 2 alemanes, 1 francés, 1 italiana y nosotros 5. Y no sólo eso, fueron a recoger en su coche casi a las 12 de la noche a la pareja de alemanes que entre autobuses y auto-stop andaban algo despistados por las carreteras asturianas. Hasta que estuvimos todos, no cenamos en aquella gran "Torre de Babel". A pesar de que nos parecía un abuso, los anfitriones durmieron en el sofá del salón y nos cedieron su propia cama y la habitación contigua para que toda nuestra familia tuviéramos nuestro espacio. No hubo forma de convencerles de lo contrario.  Incluso tenían una pizarrita en el salón con la clave de la wifi apuntada para que al huésped no le faltara de nada. Por cuestiones de trabajo, uno vive en EEUU y el otro en España, pero ello no es impedimento para que desparramen su hospitalidad en el corto mes en que pueden verse. Las casi 50 referencias positivas que acumulaban en internet en los más variados idiomas no exageraban lo más mínimo.
Pasamos dos noches con ellos que nos supieron a poco, y fuimos en busca de una segunda experiencia en tierras vascas, seguros de que el listón estaba puesto demasiado alto y difícilmente podría ser superado. Pero la realidad estaba dispuesta a sorprendernos de nuevo. Los cariñosísimos mensajes de Héctor auguraban lo que después se confirmó: una de esas personas que tiene la hospitalidad y la acogida en la sangre, como demuestra con el gran amigo Adama. De hecho pasa buena parte de su tiempo libre como voluntario hospitalero en el Camino de Santiago, y lleva más de 15 años acogiendo a gente de todas las nacionalidades de forma gratuita en su casa, habiendo sido incluso entrevistado por ello en los medios de comunicación. Su apuesta es clara: todo por el apoyo mutuo y la creación de lazos entre las personas. Desviarnos más de 60 km de nuestra ruta valió sin duda la pena: largas horas de deliciosa conversación, maravillosa conexión en cuanto a inquietudes vitales y preciosos paseos por Vitoria. Al menos a él sí logramos convencerle de que durmiera en su cama, en lugar de marcharse a casa de su madre como tenía planeado.
Objetivo cumplido: hemos conocido una realidad que se nos ha mostrado más esperanzadora de lo que imaginábamos. Se piense lo que se piense, sigue habiendo gente buena que abre las puertas de su castillo en el encuentro del desconocido. A la vuelta abriremos sin duda las del nuestro. Ya contamos los días para recibir a nuestros nuevos amigos Pablo, Irwin y Héctor.