Aunque hace tiempo que no escribimos porque consideramos
que buena parte de lo que había que decir ya está dicho, y es momento de Vivir
y Ser, más de que hablar y opinar, hay cosas que claman al cielo y de las que
podemos aprender mucho. Sobre todo cuando son experiencias tan cercanas a
nosotros.
A pesar de que apenas nos
vemos una vez al año, J. y M. son parte importante de nuestra historia. Y no
porque tengamos edades y situaciones similares, o porque hayamos vivido muy
cerca durante varios años, sino porque a pesar de ya vivir alejados, nuestras
energías han seguido confluyendo en esa búsqueda de un mundo mejor. Son gente
muy "currante", abnegada, y dedicada a sus 2 hijos, ahora en 5º de primaria
y 1º de bachillerato respectivamente. J. perdió su trabajo en la fábrica hace
ya bastantes meses, pero al menos les consolaba el apoyo económico que recibían
por la invalidez de M., postrada largo tiempo en la cama durante más de 2 años,
tras varias intervenciones en su columna vertebral. Ese consuelo también ha
desaparecido: los dichosos recortes han hecho que se revise su invalidez,
pasados 2 años, y aunque todos los informes médicos evidencian un deterioro de
su estado de salud, le han quitado la invalidez. Resultado: deja de cobrar la
pensión; su anterior empresa no la readmite (aparte de que no está en
condiciones físicas para ello); y ni siquiera podrá cobrar el paro. Es decir:
se quedan con cero euros de ingresos al mes.
Es más que probable que la
historia finalice con una sentencia condenatoria para la Seguridad Social, como
acaba de suceder con otra amiga nuestra, con un cáncer cerebral y con graves
secuelas oculares, obligada a trabajar durante casi 2 años, y que ahora ha
recibido su sentencia favorable. Pero quizás no todos puedan aguantar el envite
de estar años en un pulso con la Administración, que sólo juega a ganar tiempo
a costa de personas que sufren. ¿Cómo puede ser posible que este aparato
burocrático al que llamamos “Sistema” asiente una situación durante más de 2
años, cerrando las puertas a otras posibilidades, para de repente, y sin ningún
fundamento médico ni legal, quitártelo todo, en una estrategia de dilatar
plazos aún a costa de las vidas de tantas familias?
J. y M. no son como los miles y
miles de personas que esperan a que "algo suceda", o a que
"venga alguien a sacarnos de ésta". Ellos afrontan su presente, no
quieren o no pueden quedarse con los brazos cruzados esperando a que alguien
les ayude, y saben que si no hay ingresos hay que recortar gastos. Y aunque ya
viven en un alquiler muy barato, nos cuentan la dureza de tener luz o gas y no
querer encenderlos en pleno invierno sabiendo que quizás no vas a poder
pagarlos. Por eso han decidido "echarse al monte": irse a la sierra a
una casa antigua en pleno campo, y tratar de vivir de lo poco que la tierra
pueda darles. No quieren limosna. Quieren ser dueños de su presente y de su
futuro. Aceptan y afrontan su presente. Pero ese presente no tiene nada de
bucólico ni de la idealización por un mundo mejor. Saben que las circunstancias
les abocan a ello. Y el precio que han de pagar es enorme: dejar a sus hijos
con los abuelos, hasta que puedan estabilizar su situación, J. pueda empezar a
cultivar algo, y puedan encontrar escuela para la pequeña el próximo curso.
Les pedí hablar de ellos, pero
no por idealizar su apuesta por el campo, sino porque nos parece un ejemplo muy
cercano de coraje, de valentía, de coherencia, de responsabilidad y de
aceptación. Pero éstos no están exentos de sufrimiento. Y el alejamiento de los
hijos, ahora, les va a traer muchas lágrimas. Estamos seguros que todo esto
tendrá sentido en su evolución, aunque ahora sea muy difícil verlo. Y ahí nos
van a tener para todo lo que necesiten.
Lo que es indudable es que todos
tenemos “papeletas” para que algo así pueda sucedernos en este “maravilloso” y
“justísimo” sistema en el que estamos. Quizás debamos estar preparados, y
fijarnos en ejemplos reales como este, para estar dispuestos a desapegarnos de
nuestro pasado y plantearnos nuevos horizontes que, ojalá, se tornen en
oportunidades.