miércoles, 26 de septiembre de 2018

Los colores del mundo

Dicen que la distancia es el olvido. Así lo dice el bolero. Pero yo tampoco concibo esa razón. Se dicen bastantes mentiras y muchísimas tonterías. Y ésta está entre las que se llevan la palma. La distancia no es el olvido. La falta de afinidad, de conexión de almas, de comunicación o de relación es el olvido. Y a veces son la cercanía o el roce los que evitan que se disuelva lo que quizás estaba predestinado a disolverse en cuanto se pusiera tierra de por medio. Algunas de las personas a las que más amamos se encuentran a cientos o miles de kilómetros, y sin embargo, cuando nos volvemos a encontrar al cabo de los meses e incluso años, no sólo no hay olvido, sino que parece que jamás hubo distancias, que el tiempo no pasó. 
Mey y yo lo experimentamos durante los largos años de noviazgo. Y nuestros hijos, ahora viajeros empedernidos, están también viviéndolo. Lejos del miedo que algunos conocidos nos expresan al dejar volar a los hijos desde tan jóvenes, no sólo no hay olvido, sino que a veces se genera una conexión alma con alma de una profundidad difícil en el contacto diario. La clave creemos que está en la voluntad de construir relación, más allá de los kilómetros y los meses que transcurran.
Ayer vivimos uno de esos momentos mágicos con nuestro hijo Pablo, a dos mil trescientos kilómetros de distancia. Estábamos en la playa, y de repente, sentí la inusual necesidad allí de coger el móvil. A los pocos segundos Pablo nos llamaba por primera vez desde Italia. Se encuentra exultante por todo lo que está viviendo en su nueva etapa. Anda emocionado con los dones y talentos de todos y cada uno de sus compañeros, que ciertamente, son gente muy especial. Alucina con sus profesores, con la forma de dar las clases, y con la experiencia que disfrutará en la orquesta europea en la que acaba de ser admitido. Y justo está viviendo la celebración del #PeaceOneDay (Paz Un Día), un evento que organiza su colegio junto con distintas organizaciones y administraciones de la zona de Trieste, en el que se desparraman por las calles color, alegría, diversidad, bailes, música, heterogeneidad... Decenas de jóvenes de multitud de razas y nacionalidades compartiendo una experiencia única, en una apuesta por un mundo unido. Multitud de colores de banderas, de piel y de circunstancias se daban cita por un mundo en paz, en un encuentro anual que no sólo es ya una tradición, sino el ritual que escenifica que la tarea no es baladí y que va a requerir el esfuerzo de todos.
Pero apostar por la Paz en mayúsculas no sólo requiere alegría, efusividad, abrazos y buenas intenciones. Requiere de memoria. Y por ello, junto a tanta fiesta, Pablo nos contó que les llevaron a un psiquiátrico para la inserción laboral de personas con problemas mentales y a "Risiera di San Sabba", considerado el único campo de concentración nazi ubicado en Italia. Es un conjunto de edificios industriales en el barrio de San Sabba, en Trieste, que fue equipado en 1944 con un horno crematorio,  y en el que se estima que fueron ejecutadas entre 3.000 y 5.000 personas. Allí las caras de los chavales eran de abatimiento, de espanto, de incredulidad.
Siempre tener contacto con el horror del pasado da escalofríos. Y cuando tienes dieciséis o diecisiete años, y estás dispuesto a cambiar el mundo, te da un chute de motivación para trabajar por evitar que esa barbarie pueda repetirse. Pero tocar el horror del presente aún puede ser más radical. Puede darle un giro a tu corazón, y hacer que te conviertas en un auténtico virus en una sociedad aletargada, "pasota", conformista e insensible al drama humano que tenemos a nuestro lado. Por eso en estas jornadas se propiciaron los testimonios de compañeros de este mismo curso de Pablo, para que contaran sus experiencias. Y la energía de los testimonios debió ser tan arrolladora, que cuando Pablo nos lo contaba por teléfono, el vello no podía evitar erizarse y la lágrima asomaba a las cuencas de los ojos. Tan sólo pudo asistir a dos de la treintena de testimonios que hubo. Pero no se le olvidarán en la vida. Testimonios como el de una chica austríaca que padeció las consecuencias de las torturas a sus padres por ser considerados opositores al régimen turco, y que intentó suicidarse en dos ocasiones. O testimonios como el de su amigo guineano, huérfano de padre desde muy pequeño, que sufrió maltrato y escasez en el desierto, cual perro abandonado, y que luego fue retenido y conducido por traficantes de todo.
Pablo se encontraba consternado. Decía sentir culpabilidad por haber disfrutado de una vida color de rosa, mientras compañeros y amigos suyos habían vivido una vida de luto y padecimiento continuo hasta alcanzar la oportunidad que todos comparten ahora. Pero en realidad ese sentimiento es la antesala del compromiso de por vida con el prójimo. Y evidencia que el ser humano tiene una capacidad infinita, por no decir divina, para superar los obstáculos más imposibles. Incluso el de cambiar este mundo. Que se lo digan si no a su amigo guineano, que de sufrir las peores vejaciones que puede sufrir un ser humano, se aferró al clavo ardiendo de salir del horror, aprendiendo italiano en tan sólo tres semanas para convencer al juez de turno de no ser deportado, y así posteriormente poder superar el proceso de selección que le ha abierto las puertas a donde está hoy.
Hace falta mucho color en este mundo. Hace falta mucha heterogeneidad, mucha diversidad y mucha pluralidad, puestos al servicio de lo que somos: UNO. Y hacen falta almas sensibles al padecimiento ajeno y con ganas de mitigarlo. Mentiríamos si dijéramos que no echamos de menos a Pablo. Mentiríamos si dijéramos que no estamos muy orgullosos de verlo tan feliz y comprometido con su nuevo rumbo, recién iniciado.

NOTA: Pablo ha decidido compartir en audios y vídeos algunas de sus vivencias en Italia en "Colegios del Mundo Unido", y con ello agradecer la generosidad de quienes queráis colaborar con nuestro Patreon Solidario (desde 1€/mes). Con lo que se recaude, más adelante, se financiará algún proyecto solidario que Pablo y sus compañeros decidan. Iremos subiendo algunos de sus testimonios y los que os vayáis sumando, podréis acceder a ellos con vuestra clave de Patreon. Aquí tenéis el primero de sus testimonios en un audio, contando la impactante historia de estos dos compañeros

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Dolencias

Este sábado nadie que pasara por allí se habría podido imaginar que su vida había estado tan al límite hace tan sólo unas semanas. Que sus pulmones estuvieron a punto de encharcarse. Que ahora vive sin estómago, con dieciséis kilos menos, y con una cicatriz de dos palmos en su vientre. Nadie. Sobre todo viéndole engalanado con su sonrisa de siempre. Con esos abrazos que te envuelven hasta el infinito. Con esa cercanía que hace que parezca que la distancia y el tiempo no ha pasado de una vez para otra. Tampoco nosotros podíamos haber imaginado un trance así hace unos años cuando nos conocimos en O Couso, o cuando nos recogió el pasado verano tras el Camino de Santiago.
Han sido unos meses complicados. Gente muy cercana a nosotros lo está pasando muy mal por cuestiones de salud. Algunos tan mal que rehuyen el encuentro por su deterioro físico. Y por desgracia han sido frecuentes con muchos los whatsapps y las conversaciones telefónicas llenas de palabras tabú: tumor, extirpación, radioterapia, linfoma, hemodiálisis, quimioterapia, muerte, crematorio...Palabras que uno nunca querría pronunciar, y menos referidas a un familiar, o a amigos tan queridos que también son ya familia. Por eso en el encuentro de este sábado con Luije estaban también muy presentes en nuestra mente todas esas personas tan queridas que están llevando sus procesos lo mejor que pueden.
Con Luije en Finisterre, tras nuestra última etapa del Camino de Santiago
Imagino que cuando la vida te da un zarpazo así de repentino, siempre se tiene la tentación de culpar a la mala suerte. De aferrarte a lo que debería ser. De luchar con uñas y dientes contra la injusticia que te lleva a depender de una sonda, a perder un órgano vital, o a verte invadido por un veneno del que se espera que resurja tu vida. Es difícil mantener la cordura. Mucho menos la compostura o las formas. Y te rebelas "como gato panza arriba" contra lo que parece dictar el destino. O puedes optar por afinar la consciencia y abrirte a lo que esa enfermedad está quizás, queriendo decirte. Ésto último es lo que escogió Luije, aunque para muchas personas podría considerarse una auténtica locura, por no decir una idiotez. Suelen ser personas que prefieren no saber la causa de un dolor o una enfermedad, y recurren simplemente a una pastilla para acallar el síntoma. Cuando actuar a la vez sobre el síntoma y sobre su origen podría, muchas veces, prolongar la salud, en lugar de situarnos en una lucha permanente contra la enfermedad, que es lo que a las farmacéuticas tanto les interesa.
Luije nos contó que cuando entraba en el quirófano sabía que lo suyo no era "moco de pavo". Que se la jugaba. Me recordó esa sensación que yo también tuve cuando me operaron a mí, aunque lo mío, comparado con lo suyo, era un juego de niños. Precisamente por eso se abandonó completamente a su destino aceptando lo que ese aparente momento de caos traía bajo el brazo. Y por eso no dejó de ser él. Bromeó con quienes le tuvieron que rasurar el torso antes de la intervención por no adecentarle también el vello de la espalda; o con la enfermera que se resistía a afeitarle la barba para estar decente cuando llegara su madre desde Almería.
Probablemente había mucho que él no había sido capaz de digerir durante meses, o quizás años. Quién sabe si cuestiones familiares, cuestiones económicas, cuestiones sobre el papel de las mujeres de su vida... O quién sabe si todo a la vez. Sólo él puede y debe tomar consciencia de ello, al margen de lo que los demás veamos o podamos ver u opinar. Un estómago transforma alimento en vida, y probablemente había también mucho sobre lo que hacerse consciente en las transformaciones de su vida. Parece que su tumor había empezado a ser expulsado de forma espontánea y natural del cuerpo en esa toma de consciencia, antes de saber incluso de su existencia. Pero generó una hemorragia en ese proceso, y ahí fue donde el lío se hizo mayúsculo. Como mayúscula fue la perplejidad de enfermeras, auxiliares y médicos viendo con qué entereza (y por momentos euforia y optimismo) afrontaba esos momentos y todos los posteriores, haciendo de todo aquello algo mágico y casi divino, tal y como un médico llegó a reconocer.
Probablemente hemos visto reflejadas en ese encuentro con Luije a tantas personas enfermas a las que queremos, porque nos encantaría que todas y cada una de ellas pudieran ser capaces también de encontrar alguna causa u origen profundo en su interior de lo que les sucede externamente, en lugar de rechazar sus enfermedades. Ojalá que no se queden sólo con lo que les diga el médico, con un diagnóstico, o con un tratamiento, y puedan mirarse a sí mismos/as y buscar respuestas. Ojalá que, como Luije, estén en disposición de afrontar que lo importante no es el "qué", por muy trágico y estremecedor que pueda parecer, sino el "cómo" se afronta y se vive todo ese proceso, abriendo la consciencia y las puertas a nuevas posibilidades de relaciones, o quizás incluso a algún desconocido don o talento. ¿Que hay miedo? Es lógico que lo haya. Forma parte del mundo en el que habitamos. Pero si también éste se acepta, se están tendiendo puentes para que se acabe diluyendo.
La vida es eterna mientras dura. Y aunque no nos guste hablar de ello, a todos nos llegará nuestro momento, antes o después. Quizás porque ya habremos vivenciado las experiencias para las que vinimos a este mundo, o quizás porque ya no nos será posible vivenciarlas. Sea en un caso u otro, la aceptación y el cómo vivimos ese proceso puede ser crucial, porque también puede provocar un cambio consciencial en quienes nos rodean. Que se lo digan, si no, a la familia y amigos de Luije.
Y si aún no estamos al final de nuestros días, la enfermedad puede traer un mensaje de cambio de rumbo, de giro vital, de "volantazo" en toda regla. Ese parece ser el caso de Luije. Bienaventurados los que tengan oídos para escuchar lo que pueda venir a decirnos la enfermedad en ese caso.

NOTA: Iniciamos hace unas semanas el apoyo solidario al proyecto de Yide Bikoue, de nuestros amigos Herminio y Deniz en Camerún. Ya sabéis que este post se publica, como todo lo que escribimos, de forma gratuita y en abierto tanto en nuestro Blog como en nuestro Patreon. Pero si te gusta lo que escribimos, te ayuda, te sientes en gratitud, y quieres también impulsar un mundo diferente para vivir con nosotros, puedes colaborar en nuestros proyectos solidarios colaborando con una cantidad simbólica (desde 1€/mes) en nuestro Patreon Solidario.