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sábado, 5 de diciembre de 2020

Gozar en cabeza ajena

Sé que lo hacen con buena intención. Probablemente con la mejor. Pero al final se convierten en la correa de transmisión de la peor cicuta que recorre nuestras calles. Y desde luego no es el coronavirus. Es el dichoso miedo. "Súbete la mascarilla". "No uses una de tela". "Abre la ventana de par en par". "Póntela en el coche o en el despacho, aunque estés solo"... En respuesta a todas y cada una de esas "recomendaciones" bienintencionadas, a lo más que llego ya, es a esbozar una sonrisa. Mitad de agradecimiento, mitad de respeto. Ya renuncié a expresar mi visión de lo que está sucediendo. Me cansa. Suele acabar la cosa en conflicto. No vale la pena. El que quiera conocer mis "porqués", ya los leerá por aquí. A fin de cuentas, las cartas ya están sobre la mesa, dispuestas a ser jugadas. A la vista de todos. Pero cada uno tiene su estrategia de juego. El "libre albedrío", dicen que se llama eso. Y los hay que se guardan las cartas, se les vayan a estropear. Y otros las tienen gastadas de tanto uso.

El problema es cuando intentan que todos hagamos lo mismo. Que todos juguemos igual. Y tratan de convencerte, metiéndote miedo, y aleccionándote sobre un vecino que ha cogido el bicho y está fatal. Un cuñado que está en la UCI por lo mismo. O una prima, que ha salido negativo, pero tiene los síntomas, y seguro que también es Covid. "Escarmentar en cabeza ajena", dicen que se llama eso. O también "remojar tus barbas, cuando veas las de tu vecino cortar". Pero esa historia del escarmiento y de las barbas del vecino ya no es para ahorrarte errores. Se ha convertido en la forma en que nos retroalimentarnos unos a otros en el miedo. Y no paran de salir anuncios en la televisión y en las marquesinas de los autobuses instándote a que no abraces para poder abrazar en un futuro, a que no te reúnas para poder reunirte en un futuro, a que no viajes para que puedas viajar en un futuro. Sacrifica tu vida de hoy por una posibilidad mañana. Deja de vivir hoy, a ver si podemos vivir mañana. 

Lo siento. Pero somos objetores de conciencia de ese tipo de "escarmientos en cabeza ajena". Es una asignatura obligatoria en casa. Y si no la apruebas, te quedas sin cena. Bueno, cena te damos, pero te pierdes el postre. Que es el puro disfrute de la vida. Y eso es lo que les está pasando a los que se están poniendo "morados" a base de este miedo tan indigesto, en lugar de "rechupetearse" los dedos con este "pedazo" de vida que nos ha sido dada para vivir.

Mejor no describir las caras de zozobra, angustia y desazón de no pocos conocidos, amigos y familiares, cuando nuestros hijos se marcharon allá por agosto, a estudiar en medio de esta pandemia a 8.000 kilómetros de casa. ¡Con la que estaba cayendo, según el telediario! A alguno sólo les faltaba decir algo similar a: "¡Malos padres: Os debían retirar la custodia!" Las caras de pésame casi nos movían a consolarles por lo afectados que se les veía con nuestra decisión. Seguro que más de uno diría que se trata de un desplazamiento "innecesario" y que debería estar prohibido en los momentos actuales. Pero está claro que a algunos nos resulta "necesario" vivir, con las nimiedades e insignificancias que eso implica: viajar, cantar, charlar, abrazar... Caprichosos que somos algunos.

¿Que si nuestros hijos pueden coger el bicho por ahí? Por supuesto. Igual que aquí. ¿Que si pueden enfermar? Por supuesto. Igual que aquí. ¿Que incluso podría ser la cosa peor, e incluso morir? Por supuesto. Igual que aquí. Tengo un conocido cercano que acaba de superar el Covid, con síntomas leves. Nadie pensaba que se contagiaría, ya que por pura convicción, apenas se relaciona con nadie, lleva la mascarilla a todas horas (incluso solo), y no ha pisado un establecimiento comercial o una cafetería desde marzo. Su mujer le acabó contagiando el bicho. Pero los rastreadores estaban encantados con él, porque no había a quién rastrear. Quizás le den la medalla al mérito pandémico. Pero a mí me da pena pensar cómo habrían disfrutado de esos ocho meses que él ha desperdiciado, muchos de los que han fallecido y de los que fallecerán por ésta o por causas mucho más graves. Por eso nosotros apoyamos con determinación la decisión de nuestros hijos de seguir viviendo con pasión cada minuto de sus vidas. Sabiendo que la muerte está ahí, como siempre ha estado, aunque muchos le den la espalda. Y están FELICES, VIVIENDO LA VIDA (con mayúsculas muy muy grandes). Y si les llegase una de esas fatalidades, que por supuesto la vida a veces trae, o que a veces nos buscamos, al menos que hayan sabido lo que es VIVIR DE VERDAD. Dicen que eso, técnicamente se llama: "Que te quiten lo bailao"...

Los que os interesáis de corazón por cómo nos va la cosa, con los niños tan lejos, y habiéndonos quedado los dos solos, bien sabéis la respuesta ya: DE MARAVILLA (también con mayúsculas muy "gordas"). ¿Acaso podría ser de otro modo? Cada vez que tenemos una llamada o una videoconferencia con ellos, el "subidón" es colosal:

-Pablo está "alucinando" con sus profesores. Ha sacado unas notas magníficas en el primer trimestre. Juega en el equipo de fútbol de la Universidad de Oklahoma. Se ha independizado ya económicamente gracias a su trabajo de reponedor y camarero cuatro días en semana. Y está loco de ilusión con sus compañeros de "start-up", tras haber sido seleccionados para desarrollar su proyecto en una incubadora de empresas impresionante que tienen allí. No está mal para llevar tres meses "sufriendo" por ahí los rigores de estos tiempos

-Samuel está encantado también, en su apuesta por la Física en Córdoba. No es fácil que, en el primer trimestre de carrera, sientas que has acertado en tu elección. Pero bastaba ver su sonrisa al mostrarnos los jeroglíficos de sus apuntes, llenos de fórmulas, gráficos y todo tipo de galimatías matemáticos y científicos. Está "en su salsa". Ha encontrado un grupo de compañeros muy apañados en la universidad. Y se está manejando de maravilla con las comidas, los desplazamientos y los viajes a casa cada dos o tres semanas, a pesar de los cierres perimetrales, para continuar sus estudios de piano.

-Y como no hay "dos sin tres", Eva hace honor a su nombre ("fuente de vida"). Es puro gozo perpetuo. Sus notas han sido también envidiables en Texas. Está encantada con su madre y hermanas americanas. Ha disfrutado de un "road trip" por varios estados con las mujeres de la familia. Hace baile y "piruetas musicales" con su Marching Band. Ha volado a Florida para vivir una típica celebración en familia de "Acción de Gracias". Y ha tenido el empuje para que la autoricen a nadar y competir allí, y tras lograrlo, está a punto de batir el récord del instituto, con el consiguiente "alucine" de compañeros y entrenadores.

Son "sólo" tres meses sin ellos. Y puede que algunos piensen que hemos tenido suerte, y que "veremos a ver" qué pasa en los próximos meses. Cosas de los agoreros, que pondrán pegas a algunas de estas fotos porque se vea en ellas mucha gente sin guardar distancias de seguridad, en lugar de alegrarse por la felicidad que destilan. Pero nosotros, como padres, somos profundamente felices viviendo a través de los ojos de nuestros hijos la ilusión en cada paso que dan, sintiendo con ellos cómo disfrutan cada sorbo de sus vidas como si fuera el último. Parece que les tendremos que poner matrícula de honor a ellos, y suspenso a quienes sufren por su marcha.  Y Mey y yo, a lo nuestro. A gozar en cabeza ajena. En la de cada uno de nuestros hijos.

De broma, un buen amigo nos decía ayer que hemos sido muy listos, y que les hemos "colado" a nuestros hijos este "rollo" de vivir la vida, disfrutar y viajar, para quedarnos los dos solos, de novios. Pues quizás, sin buscarlo, también sea eso verdad. Tras no pocos años de dedicación exclusiva a ellos, es perfectamente compatible que ellos vuelen y que nosotros vivamos el presente como ellos, con pasión. Nada de valles de lágrimas. La vida es demasiado corta. 

Nos encantaría que rebuscaras en tu entorno, en tus redes sociales, o en tu propia vida, buenas razones para VIVIR EL PRESENTE con mayúsculas. Déjate ya de tanta mala noticia y de tanto "mal rollo". Disfruta con cabeza, pero por favor, DISFRUTA. Vive cada instante de tu vida como si fuera el último. Por si acaso.

domingo, 16 de agosto de 2020

Dallas - Córdoba - Oklahoma

¿Y ahora qué vais a hacer los dos "solitos"? Esa es la pregunta del "millón" que todo el mundo nos hace ahora cuando nos ve. Y eso que hace tres semanas, la cosa pintaba mal, y no hubiéramos apostado ni un céntimo por el giro que los acontecimientos han dado.

Tras la selectividad de Samuel, y los más de cuatro meses de visitantes en casa, estábamos todos exhaustos. Necesitábamos un cambio de aires, aunque fuera breve. Los cuatro días de escapada a Chiclana cumplieron su misión. Y disiparon la tensión y la frustración ante la incertidumbre respecto al próximo curso.

Días de escapada gaditana (Conil)

La "Presidential Proclamation" de Trump de finales de junio, y la paralización de las actividades de las embajadas, hacía inviable conseguir la visa para poder entrar a Estados Unidos. La cosa se torció más en julio, y Pablo tuvo que iniciar los trámites para matricularse en la Universidad en España. Respecto a Eva nos devolvieron incluso el dinero que ya habíamos pagado. Hubo alguna "lagrimilla" de la "pequeñaja", viendo que tras un proceso tan largo, su experiencia americana se disipaba. Pero un inesperado whatsapp a Pablo reavivó la esperanza. Un amigo de un amigo que trabajaba en una embajada centroeuropea en Washington avisaba que todo iba a dar un repentino vuelco. Y efectivamente ese vuelco se produjo al día siguiente. La demanda contra el gobierno americano de la Universidad de Harvard y el MIT, a la que se unieron otras 20 universidades, por las medidas que Trump había adoptado respecto a la enseñanza online y presencial en EEUU, funcionó. Y el juez no tuvo ni siquiera que pronunciarse, ya que Trump rectificó antes. Las visas de estudiantes se reactivaron y con ellas la actividad de las embajadas. Nuestra escapada gaditana era el preludio de una carrera contrarreloj, muy al estilo de las de esta familia.






Eva, lista para volar a Dallas

De inmediato Pablo inició el asedio a la embajada americana en Madrid por tierra, mar y aire. Llamó a todos los teléfonos y escribió a todas las cuentas de email que localizó, muy a su estilo de "una gota en un latón".  No una ni dos veces: ¡tropecientas! Y como "el que la sigue la consigue", accedieron a tramitar de urgencia su visa, adelantando la cita al 23 de julio. Primera prueba superada. En paralelo, y a pesar de las dudas, decidimos retomar las opciones de Eva justo el día en que, desde España, se iba a formalizar la renuncia a su plaza para el próximo curso. Nuestra determinación allanó las dudas que nos encontramos. Y ahora tocaba insistir para la cita de Eva, y tratar de que la hicieran coincidir con la de su hermano. Tampoco fue fácil, pero cuando hay motivación y convicción, las puertas se abren mágicamente. Y la segunda cita para Eva también se adelantaba de urgencia, haciéndola coincidir con la de Pablo. Escapada de urgencia a Madrid, con nuestros queridos Patricia y Alfonso de respaldo logístico y emocional. Y a los tres días teníamos la visa ya en casa. Lo más difícil estaba conseguido, pero no podíamos "dormirnos en los laureles". Las noticias no eran halagüeñas respecto a la posibilidad de que se vuelvan a cerrar fronteras. Y las entradas a Estados Unidos ahora sólo se gestionan por quince aeropuertos. Mientras tanto, en pocos días tocaba hacer lo que habitualmente toca en semanas. Con el añadido de que el violín de Pablo aún estaba en Italia, junto con parte de su equipaje. Traerlo con seguridad, no iba a ser fácil, tras el intento frustrado de Pablo por ir a recogerlo y cancelarse su vuelo semanas antes. Una hermana de una buena amiga, que resulta que tiene una empresa de mensajería, nos lo trajo con garantías, llegando en el tiempo de descuento a casa de nuestros anfitriones madrileños, un par de días antes de la salida de los vuelos a EEUU. Maletas, ropa, y gestiones múltiples de última hora fructifican en las salidas de los vuelos el pasado fin de semana. El de Eva el sábado 8, y el de Pablo el lunes 10. ¡Menudas tres semanas! No recordamos nada igual en años....

Habitación de Pablo
en la Universidad de Oklahoma

Más de uno se preguntará qué ha pasado con Samuel. Pues como "no hay dos sin tres", también lo suyo estalló a la vez que todo el "tinglado" de sus hermanos. Aunque consiguió su sueño de que lo admitieran en Físicas en la Universidad de Toronto, no pudo conseguir beca. Ello le cerró por ahora las puertas a su sueño canadiense, y le obligó a "ponerse las pilas" para selectividad. Su nota fue muy buena, pero las notas de corte en este año raro de coronavirus se han disparado, y no pudo entrar en su primera opción: Granada. Pero quizás no era eso lo que le marcaba el universo. Y él, que es un maestro en eso, supo escuchar, y cuando aceptó la alternativa de Córdoba, todo le fue "rodado": a través del primo Adolfo, ya tiene piso de estudiantes y compañeros de piso, y hasta un "trabajillo" como "profe" de inglés para chavales de primaria.

En definitiva: Eva empieza mañana sus clases en el High School de una pequeña localidad texana a media hora de Dallas. Está encantada con su nueva familia y con sus dos "hermanas americanas". Tocará su flauta en una banda de música. Y probablemente podrá seguir practicando la natación allí. Está escribiendo un diario, y da gusto recibir sus largos audios cargados de alegría y de vitalidad ante una experiencia tan radicalmente distinta a lo que ha venido viviendo hasta ahora. 

Pablo, por su parte, becado por la Universidad de Oklahoma,  ya ha pasado su mini-cuarentena en un hotel que le reservó la Universidad a su llegada. Sus pruebas PCR han salido negativas, y desde el viernes ya está en su residencia universitaria, a tan solo dos horas de su hermana (¡mira que es pequeño el mundo!). Su novia sigue estudiando en Dinamarca. Pronto harán tres años, a pesar de los amigos que auguraban un noviazgo corto en la distancia.

Samuel está disfrutando de playa y amigos por Málaga, a la vez que saca ratos sueltos para practicar el piano. Pronto le tocará también marcharse para Córdoba e iniciar allí una nueva vida.

Y nosotros nos hemos quedado aquí, aunque Eva volverá en unos meses. Pero desde luego no estamos en un "valle de lágrimas". Ni mucho menos. Y ello, a pesar de las caras de desaprobación de quienes no entienden que los hijos vuelen a pesar de lo que dicta el telediario, y a pesar del peor de los virus que corre por nuestras calles hoy día: el del miedo. Tener hijos es prepararlos para que vuelen. No es tenerlos encerrados en casa para que no les pase nada. Lo único inesperado es que ese vuelo haya coincidido para los tres simultáneamente, y que el mundo se haya vuelto loco en cinco meses. Pero "sólo" eso. Y hay que fluir con eso. Ahora toca disfrutar en pareja de pequeños placeres que quedaron postergados por la prole. Llevamos tres días de bricolaje para un mueble-cama diseñado por Mey para la "furgo". Esta tarde toca escapada.