Hacía tres años que no nos veíamos. Pero ni el tiempo ni la distancia son un problema cuando la amistad es verdadera y el cariño profundo. Por eso cuando nos abrazamos el pasado fin de semana, es como si lo hubiéramos hecho dos días antes.
Se les ve muy bien. Más que bien, diría yo. Destilan esa felicidad serena que supera los altibajos del día a día. Esa que buscan millones de personas acumulando cosas, relaciones o poder, en una búsqueda casi siempre infructuosa.
Cualquiera que los viera en plena Sierra de Segura, rodeados de árboles, de agua, de sus animales, y con el majestuoso vuelo de los buitres siempre visible desde su ventana, pensaría que lo suyo es una huida. Pero no. La suya no es una historia de huida. Es una historia de valentía y de superación desde que les conocimos como vecinos hace ya algunos añitos.
Hay una nota común en las personas más sabias que conocemos. Y esa nota se repite también con Jose y Marga. No huyen de la adversidad. No creen en la buena o mala suerte. Aceptan su suerte como parte del camino vital. No es que se regodeen con los obstáculos de la vida. Pero no se aferran a que las cosas deberían ser de otro modo. Simplemente se adaptan positivamente a las situaciones complicadas que se interponen en la vida. Dicen que a eso se le llama resiliencia. Lo cierto es que ellos ocupan su tiempo y sus energías en dar respuestas constructivas a las collejas que a todos nos da el destino. Y a veces las collejas se convierten en bofetadas, o hasta en hachazos. Pocos lamentos y ninguna lágrima les recuerdo, tras la suyas. Y no han sido pocas.
Atrás parece haber quedado el despido de él de la fábrica de Santana en Linares. Atrás también los largos meses de ella postrada en la cama con esos dolores en la espalda que la llevaron al quirófano primero y a la incapacidad absoluta después, con treinta y pocos años, y una energía y una capacidad desbordantes. Atrás quedó también la zozobra de no poder llegar a final de mes porque les retiraban la única pensión de la que dependían ellos y sus dos hijos, en aquellos recortes injustos durante la crisis. Luego vendría la decisión de abandonarlo todo y buscar refugio en el campo, ante la imposibilidad de pagar las facturas de la calefacción o de la luz. De poco sirvieron los ofrecimientos de los amigos, ya que son de los que afrontan los golpes de la vida con sus propias fuerzas, sin dependencias.
Cuando te vienen de repente tantas tortas a la vez, lo fácil es echarse a llorar, bajar los brazos, y colgarte el cartel de víctima de una confabulación universal de la mala suerte. Pero ellos no son de esos. Y quizás deberían andar dando clases por ahí, porque muchos creen que esto de vivir va de buena o mala suerte. Y no. No va de eso. La vida es así de dual. Las alegrías las experimentas porque también has vivido las tristezas. Y ambas te van conformando como persona. Y sin embargo nos pasamos media vida huyendo de situaciones que creemos negativas y corriendo detrás de las que pensamos placenteras.
El desempleo de entonces de él se ha convertido hoy en una pasión por sus colmenas, por sus plantas y por sus animales. Ha pasado de ser una persona callada y gris a un auténtico apasionado por lo que vive, y uno se queda embobado escuchándole. El insoportable dolor de ella de entonces es hoy apenas un cosquilleo por la pierna, gracias al mecanismo, con batería incluido, que tiene incrustado en su espalda, y que va conectado a su espina dorsal. Y no es que hayan dejado de tener problemas o dificultades. Fueron expulsados de mala forma por el dueño de aquella primera casa alquilada en el campo a la que dedicaron tantos desvelos para adecentarla, y que finalmente sería vendida con todas sus mejoras. Pero ese nuevo mal trago se ha convertido en gratitud ante el maravilloso hogar que hoy disfrutan. Nos contaron las trabas y dificultades que les pusieron para conectarles la electricidad, y el coste prohibitivo que les presupuestaron. Pero ellos, en vez de venirse abajo tras el enésimo contratiempo, lo usaron como empujón para decidirse por un autoabastecimiento energético que resulta envidiable hoy, en una casa con agua, luz y calefacción sin dependencias de ninguna multinacional. Ellos se los guisan todo, y ellos se lo comen todo. Literalmente. Y están alejados del mundanal ruido, pero gracias a su conexión de internet por satélite están a la última en todo, y tan combativos como siempre.
Han conseguido que el autobús del instituto recoja a los chavales de la zona. Son unos auténticos expertos en plantas medicinales y en recetas sanas. Se preocupan por los perros que numerosos cazadores inconscientes abandonan en las batidas por la zona. Y sin obsesiones, cuidan de ocho perros y nueve gatos, por pura responsabilidad como seres vivos que son.
Sin duda, hay también algo que tiene mucho que ver con su forma de vivir y de afrontar las adversidades. Disfrutan mucho de estar el uno con el otro. Y puede parecer una tontería, pero eso hoy escasea. Hoy en día parece imprescindible rodearse de gente, de tiendas, de actividades, de eventos y de ruido, quizás por el miedo a encontrarnos a solas con nosotros mismos. Buscamos fuera lo que debemos primero encontrar dentro. Ellos han perdido ya ese miedo, quizás por el propio silencio y tranquilidad que les rodea. Y disfrutan de compartir en pareja lo que han encontrado cada uno por su lado. Por eso da gusto verlos sin necesitar a nadie más, aunque luego sean la mar de sociables y abiertos.
Marga y Jose no es que sean resilientes. Es que han hecho de la adaptación en positivo su forma de vida. Cada obstáculo que el destino les parecía tener preparado, se ha convertido en el trampolín perfecto hacia una mayor apertura consciencial, para ser personas más completas, y para priorizar las cosas verdaderamente importantes. Y eso se nota. Cuando pasas unos días con ellos, vienes cargado con la energía del optimismo, de la serenidad, y del contacto con la sencillez de la vida.
NOTA: Os compartimos el balance económico de algunos de los proyectos solidarios que impulsamos gracias a los granitos de arena de muchos de vosotr@s, así como las distintas vías que empleamos para ello (por si algun@ se anima a unirse ;) )
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