"Ten cuidado ahí fuera"
"No te fíes de nadie"
"La gente es mala"
"Cuidado con los virus, las bacterias y los hongos"
"No toques eso"
"No te ensucies"
"Cuidado con los viajes"
"Desconfía de los extranjeros, que nos quitan el trabajo"
"El futuro da miedo"
"La cosa se va a poner muy fea"
"Si no te pinchas, morirás, o matarás a tus mayores"
"Hazlo: no seas un irresponsable o un insolidario"
"Tú, como los demás: no intentes ser distinto"
"Que no te señalen"
"Cuidado con el qué dirán"
"Ten cuidado con lo que respiras"
"El cambio climático nos va a matar"
"El botón rojo de Putin también nos va a matar"
"No te fíes de nadie"
"La gente es mala"
"Cuidado con los virus, las bacterias y los hongos"
"No toques eso"
"No te ensucies"
"Cuidado con los viajes"
"Desconfía de los extranjeros, que nos quitan el trabajo"
"El futuro da miedo"
"La cosa se va a poner muy fea"
"Si no te pinchas, morirás, o matarás a tus mayores"
"Hazlo: no seas un irresponsable o un insolidario"
"Tú, como los demás: no intentes ser distinto"
"Que no te señalen"
"Cuidado con el qué dirán"
"Ten cuidado con lo que respiras"
"El cambio climático nos va a matar"
"El botón rojo de Putin también nos va a matar"
A mi hijo Pablo su profesora le dijo una frase del estilo de las anteriores cuando tenía 5 ó 6 años: "Es imposible que de mayor seas escritor". Él había llegado a clase emocionado por los "cuentos" de Macbeth y del Rey Lear que su madre le contaba cada día. Le dijo a su profe que él quería ser como Shakespeare. Y aquello le debió parecer tan absurdo a aquella mujer, que le salió del alma aquella frase. Pablo llegó a casa llorando.
Una frase así a un niño de 6 años, viniendo de su queridísima profesora, es una tumba de sueños. Frases similares, como las anteriores, viniendo de familiares, de amigos, del telediario o de tu instagram, también. Si las interiorizas se convierten en hipotecas para tu futuro. En lastres del porvenir, En creencias limitantes.
Hace unos días compartí un vídeo sosegado y respetuoso de la Doctora Karina Acevedo dirigiéndose a las personas vacunadas. Llevamos dos años yendo a las fuentes directas, a los estudios científicos y a las estadísticas oficiales, para no conformarnos con lo que dicen los medios y las redes de modo interesado. Y por desgracia, todo lo que esta científica ha venido diciendo se ha ido confirmando. Por eso nos pareció importante compartir su mensaje y sus contrastados argumentos. Por evitar más sufrimiento innecesario. No pedíamos a nadie ni que se apuntara a ninguna secta antivacunas, ni que se inscribiera en la cofradía de los conspiranoicos, ni que se afiliara al sindicato negacionista o bebelejías. De verdad. Tampoco ganamos ninguna comisión ni remuneración económica por ello. Pretendíamos simplemente compartir conocimiento. Y que aquellas personas en las que resonara ese mensaje, pudieran difundirlo para evitar los daños y las muertes que se están produciendo sin sentido. Pero buenos y grandes amigos me reprocharon mi "osadía". Dudo siquiera que llegaran a ver el vídeo. Simplemente les pareció que podía estar disparando a la línea de flotación de algunas de sus creencias, expresadas al principio de este post. Y salió de ellos la ira, la desconfianza, el ego. Y es curioso, porque algunos de ellos nos han pedido consejo desde hace años. Se han fiado de nosotros en cuestiones íntimas y muy personales. Pero en cuanto sintieron esta semana que se podría poner en duda su creencia, debían defenderse "como gato panza arriba". Ya no éramos las personas de confianza y con criterio de siempre: éramos una amenaza.
Si no te dejas interpelar por los demás, malo. Si no permites ni escucharlos y aduces todo tipo de argumentos para aferrarte a tu creencia, peor. Y por desgracia, las excusas empiezan a escasear y a ser más débiles cada vez. Que si nadie dijo que las vacunas evitaban la transmisión (¿cuál era entonces el sentido del pasaporte Covid?). Que si los ictus, miocarditis y cánceres reactivados pueden ser por la Covid que se tuvo hace un año. Que si efectos secundarios siempre los ha habido. Que si los muertos por las vacunas pesan igual que los muertos antes de las vacunas. Que si no hubiera sido por estas vacunas hubiéramos muerto muchos más, o casi todos. Que si la verdad es lo que los ciudadanos creen que es verdad. Que si todos son igual de mentirosos. Que mejor ni escuchar el mensaje cuando siempre va a haber alguien hablando mal del mensajero. La verdad es que ya he escuchado tantos argumentos justificativos, que pienso que la mente, como el papel, lo admite todo. Sobre todo cuando hay miedo, o cuando hay una creencia limitante que no estás dispuesto a poner en duda.
Una frase así a un niño de 6 años, viniendo de su queridísima profesora, es una tumba de sueños. Frases similares, como las anteriores, viniendo de familiares, de amigos, del telediario o de tu instagram, también. Si las interiorizas se convierten en hipotecas para tu futuro. En lastres del porvenir, En creencias limitantes.
Hace unos días compartí un vídeo sosegado y respetuoso de la Doctora Karina Acevedo dirigiéndose a las personas vacunadas. Llevamos dos años yendo a las fuentes directas, a los estudios científicos y a las estadísticas oficiales, para no conformarnos con lo que dicen los medios y las redes de modo interesado. Y por desgracia, todo lo que esta científica ha venido diciendo se ha ido confirmando. Por eso nos pareció importante compartir su mensaje y sus contrastados argumentos. Por evitar más sufrimiento innecesario. No pedíamos a nadie ni que se apuntara a ninguna secta antivacunas, ni que se inscribiera en la cofradía de los conspiranoicos, ni que se afiliara al sindicato negacionista o bebelejías. De verdad. Tampoco ganamos ninguna comisión ni remuneración económica por ello. Pretendíamos simplemente compartir conocimiento. Y que aquellas personas en las que resonara ese mensaje, pudieran difundirlo para evitar los daños y las muertes que se están produciendo sin sentido. Pero buenos y grandes amigos me reprocharon mi "osadía". Dudo siquiera que llegaran a ver el vídeo. Simplemente les pareció que podía estar disparando a la línea de flotación de algunas de sus creencias, expresadas al principio de este post. Y salió de ellos la ira, la desconfianza, el ego. Y es curioso, porque algunos de ellos nos han pedido consejo desde hace años. Se han fiado de nosotros en cuestiones íntimas y muy personales. Pero en cuanto sintieron esta semana que se podría poner en duda su creencia, debían defenderse "como gato panza arriba". Ya no éramos las personas de confianza y con criterio de siempre: éramos una amenaza.
Si no te dejas interpelar por los demás, malo. Si no permites ni escucharlos y aduces todo tipo de argumentos para aferrarte a tu creencia, peor. Y por desgracia, las excusas empiezan a escasear y a ser más débiles cada vez. Que si nadie dijo que las vacunas evitaban la transmisión (¿cuál era entonces el sentido del pasaporte Covid?). Que si los ictus, miocarditis y cánceres reactivados pueden ser por la Covid que se tuvo hace un año. Que si efectos secundarios siempre los ha habido. Que si los muertos por las vacunas pesan igual que los muertos antes de las vacunas. Que si no hubiera sido por estas vacunas hubiéramos muerto muchos más, o casi todos. Que si la verdad es lo que los ciudadanos creen que es verdad. Que si todos son igual de mentirosos. Que mejor ni escuchar el mensaje cuando siempre va a haber alguien hablando mal del mensajero. La verdad es que ya he escuchado tantos argumentos justificativos, que pienso que la mente, como el papel, lo admite todo. Sobre todo cuando hay miedo, o cuando hay una creencia limitante que no estás dispuesto a poner en duda.
Dejar de soñar. Dejar de abrazar. Dejar de viajar. Dejar de disfrutar de la libertad. Dejar de compartir...Todo eso hacen las creencias limitantes. Por eso estábamos tan felices este fin de semana en Córdoba, comprobando cómo nuestro hijo Samuel se adentraba de lleno en la confrontación de las creeencias limitantes, tomando control de sus propias limitaciones, y asumiendo de lleno que no tenemos más límites que los que nos auto-impongamos si hacemos la tontería de tragarnos "a pies juntillas" aquello que nos limita sin contraste alguno.
Es una pena, porque creencias así, anulan la parte divina que todos tenemos. Ese Dios que todos somos. Y que tan bien expresó el místico sufí Abdaláh, cuando ante sus verdugos dijo: "Yo soy dios, y Dios es yo, cuando ceso de ser yo". Cuando dejamos de identificarnos con nuestro ego. Con nuestras creencias. Con lo que defendemos. Entonces aflora nuestra esencia. Nuestra parte más auténtica. Nuestra divinidad.
Cuando dejamos de aferrarnos a nuestro ego y a nuestras creencias limitantes, brota un torrente de autenticidad, que lo inunda todo. Hace unos días lo experimentó Mey hablando con una buena amiga. Le preguntó si se iba a poner más dosis de la "vacuna", tras lo que se había visto en el Parlamento Europeo y tras la cantidad de gente que a nuestro alrededor está enfermando. Ella dijo que por supuesto que no. Que nunca quiso ponérselas pero que cedió a la presión de su familia. Mey trató de disculparla, porque esas presiones son casi insuperables. Y ella, con una entereza que no hemos visto en nadie en estos meses, dijo: "No, Mey. La culpa fue mía. Sólo mía. Yo fui responsable de ceder a la presión. Ha habido algunos que no lo han hecho". Cuando me lo contó, me quedé boquiabierto. Nada de aferrarse a excusas. Nada de esconderse tras las frases "facilonas" y los argumentos "de mentirijilla" del telediario. Nada de egos. Soy responsable de mis actos. Punto.
Carl Jung decía: "aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzcan tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma."
Cuando iniciamos la andadura de nuestro blog hace 10 años, pusimos de fondo una imagen del planeta Tierra, como dando a entender que estábamos buscando el lugar donde contruir un mundo diferente para vivir. Pero ese mundo no es un lugar. Está dentro de nosotros. Y puede ser un auténtico paraíso. Eso sí: como le pongas muros, barrotes y fronteras a ese mundo que habita en tu interior, sin más, mal vamos. Porque entonces te acabarás creyendo aquello de "virgencita, virgencita, que me quede como estoy". O peor aún, aquello de "más vale malo conocido que bueno por conocer". No te conformes con lo malo conocido. No te conformes con menos de lo que mereces. No te conformes con lo que te han hecho creer. Contrasta lo que te dicen, si te limita. Sueña. Vive. Vuela.
Carl Jung decía: "aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzcan tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma."
Cuando iniciamos la andadura de nuestro blog hace 10 años, pusimos de fondo una imagen del planeta Tierra, como dando a entender que estábamos buscando el lugar donde contruir un mundo diferente para vivir. Pero ese mundo no es un lugar. Está dentro de nosotros. Y puede ser un auténtico paraíso. Eso sí: como le pongas muros, barrotes y fronteras a ese mundo que habita en tu interior, sin más, mal vamos. Porque entonces te acabarás creyendo aquello de "virgencita, virgencita, que me quede como estoy". O peor aún, aquello de "más vale malo conocido que bueno por conocer". No te conformes con lo malo conocido. No te conformes con menos de lo que mereces. No te conformes con lo que te han hecho creer. Contrasta lo que te dicen, si te limita. Sueña. Vive. Vuela.
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2 comentarios:
Como siempre, mil gracias por vuestras publicaciones. Ésta en particular me ha dejado pensando e iniciando una labor de introspección que creo que me iba tocando en esta época. Tal vez este maravilloso texto lleno de Verdad sea el detonante para empezar a moverme en una dirección más sana, empezando por un acto de revisión y limpieza que, francamente, iba necesitando.
En definitiva: ¡Gracias y muchos abrazos!
👍👍👏👏👏👏😀😀😀. La frase de Felipe es para en marcarla, al estilo de J. Göbbels.!! Lamentable!!.
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