Dicen que al mundo hemos venido a aprender. Yo no acabo de estar muy de acuerdo. Más bien creo que hemos venido a recordar. Recordar la esencia de nuestro ser. Yo, en esa senda del recuerdo, precisamente he tenido que hacer lo contrario: desaprender y desprogramarme.
Con 16 años mi programación era clara: es momento de estudiar, sacar buenas notas, encarrilar una buena carrera profesional...las novias para más adelante. Ahí tuve mi primer cortocircuito. Hice caso a la intuición y a las primeras noches sin dormir de mi vida. Hoy llevo 27 años con mi compañera de viaje en ese recordar lo que soy.
Al acabar la Universidad, nuevo dilema: aprovechar o no mi teórica formación de élite y meterme de lleno en el mundo de las "alfombras rojas" y de la gran multinacional. Desaprendizaje al tanto. Nuevo cortocircuito. En este caso hice caso a la opción que creía que me daba más libertad. Cuatro grandes posibilidades de ascenso meteórico a la basura. Frustración familiar. Se suponía que había estudiado tanto para conseguir esos "puestazos".
Me adentro en el mundo del emprendimiento social. Aunar empresa y ayuda al prójimo está bien. No está nada bien pagado, pero sí está bien visto. Quizás tan bien visto que engorda el ego. No acabo de ser feliz. ¿Quizás sigo preso del "qué dirán"? Toca desprogramarse de nuevo. Hay que dejarse guiar por la llamada de la felicidad.
Etapa dura laboralmente. Muchas puertas cerradas. Tanto esfuerzo..¿para qué? La vida me llama a priorizar. Es momento de ser padre. Replanteamiento de lo aprendido.
Con 27 años, un nuevo trabajo me trae la ilusión por innovar, y un reconocimiento no pretendido incluso en medios de comunicación. La gente me reconoce por la calle. Cuidadín, cuidadín, ego mío... Intrigas políticas y luchas de poder. No quiero estar por medio. Toca renunciar aunque haya triplicado mis objetivos y las cosas vayan tan bien. Nuevo cortocircuito a lo aprendido.
Etapa en el desempleo. Buena cura para un ego reforzado por dos carreras de prestigio y ofertas en bufetes y empresas internacionales. ¿Realmente ha valido la pena tanto esfuerzo y estudio? ¿No es el hombre el que debe proveer a la familia en vez de limpiar pañales? La mente por un lado y la sensación de plenitud por mi hijo por otro. Seguimos desaprendiendo.
El segundo y la tercera hija no tardan en llegar a casa. Familia numerosa. Toca reubicar el papel del trabajo y de la familia en mi vida. Juré y perjuré que jamás sería funcionario. Me gusta innovar, crear desarrollo e impulsar mis iniciativas. Ser funcionario se aleja bastante de eso. Cortocircuito "al canto". Busco dedicación a la prole y tiempo de calidad con mis "enanos". Toca estudiar de nuevo, y desandar mis afirmaciones.
Ya soy funcionario. Trabajo estable. Cierto equilibrio entre familia y trabajo. No muy realizado laboralmente, pero ya habrá tiempo para la excedencia cuando los niños crezcan. Será entonces cuando desarrolle, quizás, mis inquietudes profesionales. Todo parece encajar racionalmente. Quizás por ello, ¡nuevo cortocircuito al sistema! Grave enfermedad terminal en mi madre. No estoy preparado interiormente. Toca limpiarse por dentro.
Hasta entonces, había ido domando mi raciocinio con pincel. Ahora toca el bulldozer. Me enfrento a la gran asignatura de mi vida: aprender a ser libre de verdad. Desandar lo andado, desaprender lo aprendido, desprogramar lo programado. Romper con el papel de niño bueno, responsable, aplicado y solidario de mi vida, y empezar a SER, más allá de roles y expectativas.
Empiezo desde la casilla de salida. Pero la carga es mucho más liviana. Me he quitado mucho peso de encima. Y al vaciarme, he dejado hueco para el recuerdo de lo auténtico. Desde ahí se han abierto muchas ventanas. A veces con una actitud combativa y de lucha contra tanta injusticia. Y quizás últimamente siendo más consciente de que el Sistema somos todos, y mientras no nos reprogramemos cada uno...¡chungo! Paso del "luchar contra" al "construir para": no se trata de destruir lo caduco, se trata de que lo nuevo lo haga caer por sí solo.
Cada experiencia vivida con consciencia se convierte en un motivo para la reprogramación. Lo que antes habría sido una frustración laboral (pasar de perseguidor de fraude fiscal a gran escala a simple repartidor de tarjetas en una oficina de empleo) se convierte ahora en un proceso de reprogramación de mi ego y soberbia. Aprendo lo que es la aceptación, que no la resignación. Y da igual si ese "desaprender lo aprendido" venga de un chaval de 16 años, de mi fontanero, de una cigüeña, de la bisabuela o de mis hijos. Es momento de tomar mayor conciencia de lo que me alimenta, del sentido de mi trabajo, de lo que me transmiten los medios de comunicación, del dominio de mis miedos para ser cada vez más libre, de la escasa importancia del dinero y los bienes materiales....El aire fresco empieza a entrar. Empiezo a recordar.
5 comentarios:
Viendo la foto que acompaña al post, me viene a la memoria algo que me ha valido mucho en el aprendizaje de vida. Se trata de mi primera "hazaña" caminosantiaguera. Aunque muchas veces pensé en que sería una aventura, como quien va de explorador o por seguir la corriente de muchos que ya me habían hablado de ello, el resultado, fue un auténtico aprendizaje. Rafa, intentaré explicarte el sentimiento que me abordó en aquel entonces y que no he abandonado: La llegada a Santiago no fue nada. Cuando digo nada, es nada. Te das cuenta que lo andado , el esfuerzo, los sudores, los ratos amargos, se convierten en nada. Una ciudad con una catedral que a mí no me dijo nada. Pero , que aprendí , que quitando esos esfuezos, sudores, ratos amargos, había largos descansos, familia, compañía, amigos, preciosos amaneceres, magníficos paisajes, rios, lagos, caminos, risas, personajes entrañables. Y donde queda eso, ¿en Santiago?. NO. Amigo, lo importante no está en el destino, sino en el camino. Esta parte no la "desaprenderé" nunca. Aplicado a la vida, entiendo, que aunque no consista en ser un conformista, hay momentos en los que no tienes que pensar en tu meta o el objetivo final, que es el que te mueve, sino en el camino. Te voy a dejar un vídeo que espero que transmita lo que digo. Un abrazo, compañero.
http://www.youtube.com/watch?v=BbRKoHUsKO8
Hola a todos!!! Rafa me ha encantado el post sobre tu vida.... Desaprender lo aprendido para ser libres y felices. En esa linea andamos tambien nosotros. Llevo un fin de semana de hospital con mi abuela y he buceado a tope en vuestro blog y me ha ayudado a llevar las largas horas de espera.... Seguiremos hablando y compartiendo. Un abrazo
No puedo estar más de acuerdo contigo, Josemi. Lo importante es el camino. Y es precisamente en las herramientas del camino en las que he tenido que desaprender. Hubo momentos en que pensé que era mejor que la mochila me la llevasen en coche de una etapa a otra: he tenido que desaprender y ahora empiezo a ver que es clave llevarla yo, porque cuanto más ligero de equipaje vaya (en la vida y en el camino), mucho mejor. Antes pensaba que debía programar cada hospedaje nocturno: ahora he desaprendido y veo que es muy importante dejarse llevar por la magia del Camino, y que sea lo que éste me ofrezca, será perfecto....Para nosotros el Camino de Santiago también ha sido clave en este proceso de desaprender y de desprogramarme de tantos y tantos condicionamientos sociales, familiares, laborales....Y cuanto más vacía llevas la mochila de todo ese peso, muchas más experiencias para el camino podrás meter en ella. Un abrazo
Espero que vaya bien lo de tu abuela, Sara, resulte en lo que resulte....Un fuerte abrazo
Querido Rafa:
¡Qué bueno tu post, me ha encantado!
Cuando somos niños o personas todavía dependientes, los padres son los q intentan marcarnos el camino, tu madre lo hizo contigo como tú ahora lo estás haciendo con tus hijos. Lo bueno es q has sabido en cada momento redirigir tu camino para madurar y evolucionar como ser humano.
Yo no creo q hayas desaprendido lo aprendido, sino q lo aprendido te ha servido para saber hacia donde tirar.
No sé q vida llevarías hoy si no le hubieras hecho caso al corazón, estoy segura q no serias tan libre como lo eres ahora y por ende, tan FELIZ. Sin contar no nos hubiéramos conocido...
Sigue escuchando al corazón.
Un beso
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