sábado, 29 de octubre de 2022

Malo conocido

"Ten cuidado ahí fuera"
"No te fíes de nadie"
"La gente es mala"
"Cuidado con los virus, las bacterias y los hongos"
"No toques eso"
"No te ensucies"
"Cuidado con los viajes"
"Desconfía de los extranjeros, que nos quitan el trabajo"
"El futuro da miedo"
"La cosa se va a poner muy fea"
"Si no te pinchas, morirás, o matarás a tus mayores"
"Hazlo: no seas un irresponsable o un insolidario"
"Tú, como los demás: no intentes ser distinto"
"Que no te señalen"
"Cuidado con el qué dirán"
"Ten cuidado con lo que respiras"
"El cambio climático nos va a matar"
"El botón rojo de Putin también nos va a matar"

makamuki0 en Pixabay
 
A mi hijo Pablo su profesora le dijo una frase del estilo de las anteriores cuando tenía 5 ó 6 años: "Es imposible que de mayor seas escritor". Él había llegado a clase emocionado por los "cuentos" de Macbeth y del Rey Lear que su madre le contaba cada día. Le dijo a su profe que él quería ser como Shakespeare. Y aquello le debió parecer tan absurdo a aquella mujer, que le salió del alma aquella frase. Pablo llegó a casa llorando.
Una frase así a un niño de 6 años, viniendo de su queridísima profesora, es una tumba de sueños. Frases similares, como las anteriores, viniendo de familiares, de amigos, del telediario o de tu instagram, también. Si las interiorizas se convierten en hipotecas para tu futuro. En lastres del porvenir, En creencias limitantes.
Hace unos días compartí un vídeo sosegado y respetuoso de la Doctora Karina Acevedo dirigiéndose a las personas vacunadas. Llevamos dos años yendo a las fuentes directas, a los estudios científicos y a las estadísticas oficiales, para no conformarnos con lo que dicen los medios y las redes de modo interesado. Y por desgracia, todo lo que esta científica ha venido diciendo se ha ido confirmando. Por eso nos pareció importante compartir su mensaje y sus contrastados argumentos. Por evitar más sufrimiento innecesario. No pedíamos a nadie ni que se apuntara a ninguna secta antivacunas, ni que se inscribiera en la cofradía de los conspiranoicos, ni que se afiliara al sindicato negacionista o bebelejías. De verdad. Tampoco ganamos ninguna comisión ni remuneración económica por ello. Pretendíamos simplemente compartir conocimiento. Y que aquellas personas en las que resonara ese mensaje, pudieran difundirlo para evitar los daños y las muertes que se están produciendo sin sentido. Pero buenos y grandes amigos me reprocharon mi "osadía". Dudo siquiera que llegaran a ver el vídeo. Simplemente les pareció que podía estar disparando a la línea de flotación de algunas de sus creencias, expresadas al principio de este post. Y salió de ellos la ira, la desconfianza, el ego. Y es curioso, porque algunos de ellos nos han pedido consejo desde hace años. Se han fiado de nosotros en cuestiones íntimas y muy personales. Pero en cuanto sintieron esta semana que se podría poner en duda su creencia, debían defenderse "como gato panza arriba". Ya no éramos las personas de confianza y con criterio de siempre: éramos una amenaza.
Si no te dejas interpelar por los demás, malo. Si no permites ni escucharlos y aduces todo tipo de argumentos para aferrarte a tu creencia, peor. Y por desgracia, las excusas empiezan a escasear y a ser más débiles cada vez. Que si nadie dijo que las vacunas evitaban la transmisión (¿cuál era entonces el sentido del pasaporte Covid?). Que si los ictus, miocarditis y cánceres reactivados pueden ser por la Covid que se tuvo hace un año. Que si efectos secundarios siempre los ha habido. Que si los muertos por las vacunas pesan igual que los muertos antes de las vacunas. Que si no hubiera sido por estas vacunas hubiéramos muerto muchos más, o casi todos. Que si la verdad es lo que los ciudadanos creen que es verdad. Que si todos son igual de mentirosos. Que mejor ni escuchar el mensaje cuando siempre va a haber alguien hablando mal del mensajero. La verdad es que ya he escuchado tantos argumentos justificativos, que pienso que la mente, como el papel, lo admite todo. Sobre todo cuando hay miedo, o cuando hay una creencia limitante que no estás dispuesto a poner en duda.

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Dejar de soñar. Dejar de abrazar. Dejar de viajar. Dejar de disfrutar de la libertad. Dejar de compartir...Todo eso hacen las creencias limitantes. Por eso estábamos tan felices este fin de semana en Córdoba, comprobando cómo nuestro hijo Samuel se adentraba de lleno en la confrontación de las creeencias limitantes, tomando control de sus propias limitaciones, y asumiendo de lleno que no tenemos más límites que los que nos auto-impongamos si hacemos la tontería de tragarnos "a pies juntillas" aquello que nos limita sin contraste alguno.
Es una pena, porque creencias así, anulan la parte divina que todos tenemos. Ese Dios que todos somos. Y que tan bien expresó el místico sufí Abdaláh, cuando ante sus verdugos dijo: "Yo soy dios, y Dios es yo, cuando ceso de ser yo". Cuando dejamos de identificarnos con nuestro ego. Con nuestras creencias. Con lo que defendemos. Entonces aflora nuestra esencia. Nuestra parte más auténtica. Nuestra divinidad.
Cuando dejamos de aferrarnos a nuestro ego y a nuestras creencias limitantes, brota un torrente de autenticidad, que lo inunda todo. Hace unos días lo experimentó Mey hablando con una buena amiga. Le preguntó si se iba a poner más dosis de la "vacuna", tras lo que se había visto en el Parlamento Europeo y tras la cantidad de gente que a nuestro alrededor está enfermando. Ella dijo que por supuesto que no. Que nunca quiso ponérselas pero que cedió a la presión de su familia. Mey trató de disculparla, porque esas presiones son casi insuperables. Y ella, con una entereza que no hemos visto en nadie en estos meses, dijo: "No, Mey. La culpa fue mía. Sólo mía. Yo fui responsable de ceder a la presión. Ha habido algunos que no lo han hecho". Cuando me lo contó, me quedé boquiabierto. Nada de aferrarse a excusas. Nada de esconderse tras las frases "facilonas" y los argumentos "de mentirijilla" del telediario. Nada de egos. Soy responsable de mis actos. Punto.
Carl Jung decía: "aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzcan tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma."
Cuando iniciamos la andadura de nuestro blog hace 10 años, pusimos de fondo una imagen del planeta Tierra, como dando a entender que estábamos buscando el lugar donde contruir un mundo diferente para vivir. Pero ese mundo no es un lugar. Está dentro de nosotros. Y puede ser un auténtico paraíso. Eso sí: como le pongas muros, barrotes y fronteras a ese mundo que habita en tu interior, sin más, mal vamos. Porque entonces te acabarás creyendo aquello de "virgencita, virgencita, que me quede como estoy". O peor aún, aquello de "más vale malo conocido que bueno por conocer". No te conformes con lo malo conocido. No te conformes con menos de lo que mereces. No te conformes con lo que te han hecho creer. Contrasta lo que te dicen, si te limita. Sueña. Vive. Vuela.


sábado, 15 de octubre de 2022

Ruedas de molino

Nunca antes la realidad había sido tan compleja. Entender la pandemia para que no nos "tomen el pelo" sin saber algo de Biología, Virología o Epidemiología, es tarea imposible. Entender la guerra de Ucrania, sin unas nociones mínimas de Geopolítica o de la Historia de la que nace el conflicto, se antoja complicado. Por ello nunca fue tan necesario indagar y reflexionar, y así poder entender, posicionarse y decidir en un entorno tan cambiante como el actual. Debemos cultivar las ansias por saber más. Y sin embargo, las consignas, los tópicos y las frases hechas dominan la actualidad como nunca había sucedido. Prueba de que se quiere simplificar lo que es complejo. Prueba de que quieren que cedamos nuestro entendimiento, y quizás hasta nuestra voluntad. O prueba simplemente de que nos gusta el "pan y circo", y para qué nos vamos a complicar mucho, la verdad.

Cuando este verano p
arecía que Pablo se quedaría en EEUU, nos pidió consejo sobre qué libros, artículos, series y películas le aconsejábamos, previendo largos días de asueto y soledad. Sin dudarlo, le dijimos que buscase todo lo que reforzase aquello que blinde sus defensas contra la manipulación y lo que haga aflorar su máxima sensibilidad en pro de la libertad. Y le sugerimos que no dejase de leer todas las obras distópicas que cayeran en sus manos, porque de eso van los tiempos que vivimos: de pura distopía.

En el manual de cabecera de todo buen manipulador distópico, sea político, directivo de alguna farmacéutica o gerente de algún medio de comunicación, el capítulo primero lo ocupan, sin duda, los "buenismos". Esas grandes frases o afirmaciones filosóficas que ningún  ser humano de este planeta osaría poner en duda. Pero tras ellas, buscan nuestro voto, nuestro dinero, nuestra energía, nuestro consentimiento o nuestro tiempo. Frente a un "buenismo", la más mínima objeción supondría directamente una afrenta contra la lógica y contra toda la condición humana. ¿Recordáis aquello de "invadimos Irak para evitar el uso de las armas de destrucción masiva de Sadam Hussein"? ¿Quién podría oponerse a algo así? ¿Para qué vamos a discutir tan noble intención? No hay nada que hablar ni objetar. Por supuesto que sí. Lástima que hubiera un pequeño detalle: lo de esas armas era pura invención. Un detalle sin importancia que supuso miles de muertos, y la ocupación de un país por puros intereses petrolíferos. Y menos mal que hubo resistencia en la calle con el famoso "No a la guerra", gracias a que entonces sí hubo algo de contraste de opiniones en los medios de comunicación. Pero, ¿y si los medios de comunicación y las redes sociales se convierten en los "mariachis" o en la "comparsa" de quienes lanzan esos "buenismos" sin fundamento? Vamos, vamos...No quiero ni pensar lo que eso supondría.
¿Os imagináis que nos dijeran que hay que vacunarse porque si no, eres un ser insolidario y ruin? Por favor, ¿quién va a querer ser tan mala persona? No se hable más: ponga usted cuatro o cinco "chupitos" del brebaje que haga falta en mi brazo, por favor. ¿Y si además llamamos "vacuna" a lo que es una técnica totalmente nueva, para simplificar términos y que la gente lo asocie con lo de toda la vida, aunque no tenga nada que ver? Si es sólo por no complicar las cosas.... ¿Y si lo ponemos en los dibujos animados o en los ejercicios de los libros de texto escolares, para dejar claro que la postura "buena" es vacunarse y la "mala malísima" no hacerlo?...¡Qué gran idea! Anda, que si te dijeran que te vacunes para proteger a tus seres más queridos, ¿acaso no lo ibas a hacer? Por favor...Pues claro. O imagina que te piden que te pinches para "doblegar la curva". Sin dudarlo, hombre. ¡Cómo no! Pelillos a la mar si luego el susodicho "potingue" de ARNm ni evita la enfermedad ni evita la transmisión. Si luego, por ejemplo, el 90% de los contagiados y el 84% de los muertos por covid en el primer trimestre del 2022 han sido personas perfectamente vacunadas . Eso es un "detallillo" sin importancia. ¿Y lo tranquilos que hemos estado mientras, creyéndonos que protegíamos a los nuestros con el pinchazo-fake?

Oye, ¿y si te dicen que es para luchar contra una enfermedad gravísima con una letalidad altísima, y te llenan la retina de imágenes televisivas de moribundos y féretros? ¿Acaso no vas a querer combatir eso? Por supuesto. ¿Que luego resulta que en España, como en el resto de mundo, los datos oficiales del Ministerio de Sanidad muestran lo contario? Pues mala suerte. Pero incluso en lo peor de 2020, si bien la letalidad o mortalidad del covid (IFR) era del 4% en mayores de 70 años (sobrevivían 96 de cada 100 contagiados), caía hasta el 0,3% en personas de entre 50 y 70 (sobrevivían 997 de cada 1.000) y era muy cercana a cero en personas sanas menores de 50.

Pero, ¿y si se produce un exceso de mortalidad inexplicable y sin precedentes, como el de este pasado verano? ¿Quizás no habría que preguntarse si la vacunación masiva de toda la población en un ensayo clínico así pudo tener algo que ver? Pues no. El "buenismo" aconseja que lo atribuyas al calor que dicen que ha hecho, y no a una crisis médica por esta "vacunación", como ya manifiestan sin ocultarse médicos y científicos. Y como el exceso de muertes es enorme, y ya no cuela atribuirlo al calor o al Covid, pues el resto, ya se verá. ¡Es lo que hay!
Oye, y si resulta que empiezo a notar a mi alrededor, entre familiares y amigos, eventos raros de salud que antes no se producían con tanta frecuencia, y empiezan a aflorar centenares de estudios científicos que relacionan esos efectos con las vacunas Covid-19... ¿tampoco deberíamos exigir explicaciones? Hemos sabido de gente joven y deportistas que mueren fulminados. Gente afectada de ictus, trombosis y trombocitopenia, embolia pulmonar, miocarditis y pericarditis, fibrilación atrial, angina de pecho, palpitaciones, taquicardias y arritmias (la miocarditis o inflamación del corazón en menores de 40 implica que se les ha causado un daño de modo gratuito, dada la levedad del covid para ese rango de edad, habiendo adolescentes a los que la vacuna les ha multiplicado el riesgo 133 veces más de lo normal). También hemos sabido de graves efectos adversos oculares, dermatológicos, inmunitarios y neurológicos, como trombosis del seno venoso cerebral, parálisis facial de Bell, mielitis transversa aguda y herpes simple y zoster. Y eso por no hablar de los numerosísimos desórdenes menstruales y de la reducción de fertilidad masculina que se escucha por todos lados.
¿No deberían los afectados pedir explicaciones? ¿No deberían exigir transparencia? ¿No deberían clamar al cielo los miles de médicos que están presenciando y tratando esos efectos adversos? ¿Dónde se quedó la indignación? Se esfumó. Demasiadas implicaciones. Demasiada dejación. Y para colmo se le echa la culpa, especialmente de los numerosísimos problemas cardíacos de estos últimos meses, a causas tan esperpénticas como: el dormir mal,  las fiestas, la contaminación, el fútbol, la carne roja, los videojuegos, o incluso la pizza Margarita o las gambas (de verdad, no es broma: todo eso se ha llegado a publicar, como veis en los respectivos enlaces)
¿Y tampoco deberíamos preguntarnos cómo justificar que se vacunara a jóvenes y ancianos indistintamente, siendo el riesgo para un joven 1.000 veces inferior que para un anciano? Tampoco. ¿Ni tampoco que puede que las vacunas no fueran tan seguras ni efectivas, ni que fuera tan real aquel 95% de eficacia que nos repitieron hasta "en la sopa"? No. No te preguntes cosas así.
El "buenismo" de turno también nos dirá que no tiene importancia que esta misma semana, Pfizer haya reconocido ante el Parlamento Europeo que su vacuna nunca fue testada para frenar la transmisión del virus antes de salir al mercado; que la CDC reconociera errores en la respuesta a la pandemia en EEUU; o que el mismísimo Anthony Fauci haya anunciado que deja su cargo en diciembre. Nada que objetar. O quizás, incluso, nada que publicar en los medios, vaya que se note mucho.
Es lo bueno del "buenismo": que adormece al individuo, enturbia su entendimiento, y crea mundos para "lelos" (para atontarnos, vamos). ¿Acaso os habéis olvidado ya de la Hipnopedia que describía Huxley en "Un Mundo Feliz" para "educar" a la población en las creencias que interesaban al régimen de turno, mientras dormía? Pues eso, pero mediante medios de comunicación y redes sociales: todo muy moderno, sofisticado, y sin tener que dormirte ni siquiera.
El "buenismo" durante la pandemia ha funcionado. Y todo el que lo ha puesto en duda, ha sido tachado de "negacionista" o "bebelejías". Pero, a tenor del descalabro final en las cifras de las últimas dosis de vacunas, parece que ha habido mucha gente que se ha dado cuenta de la "patraña", y se ha bajado ya de la "trola". Y a toda esa gente ya no habrá quien se la cuele, ¿verdad? Craso error. Me temo que más de uno ha repetido con lo de Ucrania, y ha vuelto a tropezar con las mentiras de turno.
 
¿Eres de los que repite hasta la saciedad que la subida de los precios es por culpa del malo malísimo de Putin? Uy, uy, uy....A ver si va a ser más complicado que eso...A ver si esta historia va más allá de Don Goliat Rusia, aplastando a Don David Ucrania. ¡Que en los "buenismos" nos encanta ponernos del lado del débil! Cuidadín. ¿Y si la guerra realmente es entre EEUU y Rusia, eso sí, en el tablero ucraniano y europeo? Evidentemente no podemos dejar de criticar la desproporcionada, brutal e injustificable reacción rusa. Pero ello no debe nublar nuestro entendimiento, y debemos ser capaces de discernir que aquí se juega algo más. Así, el pobre pueblo ucraniano quizás sea el inaceptable daño colateral inocente (no así su gobierno) de un conflicto entre EEUU y Rusia causado por la expansión hacia el Este de la OTAN, forzada por EEUU, que desoyó las advertencias rusas durante 15 años y despreció las reticencias mostradas por Francia y Alemania.
El "buenismo" nos dirá que Zelensky es un estadista de talla internacional, todo un "moisés bíblico" según alguna editorial, al que aplauden parlamentos y gobiernos de todo el mundo. ¿Cómo no respaldarle? Pero, ¿debemos olvidar que Ucrania es uno de los países más corruptos del mundo y que ya en 2019 el 12% de su población (más que Venezuela) había tenido que emigrar? ¿Debemos olvidar que uno de sus oligarcas, acusado de alzamiento de bienes, fue valedor de Zelensky y que en mayo del 2021 éste mandó arrestar al líder de la oposición parlamentaria democrática prorrusa y cerró de manera totalitaria todos sus medios de comunicación con el visto bueno de los americanos? ¿Nada que objetar tampoco a que Zelensky ordenara la suspensión de actividades de once partidos de la oposición? ¿Y miramos también para otro lado cuando hasta Amnistía Internacional denuncia las técnicas de combate ucranianas que ponen en riesgo a los civiles? ¡Cómo se las gastan los americanos eligiendo socios! Parece que se les hubiera olvidado ya lo de Bin Laden... 
Y ya que nos hemos puesto "preguntones": ¿de verdad nuestros líderes y burócratas europeos están defendiendo los intereses de sus ciudadanos, o le están "haciendo la ola" a las consignas de EEUU? Porque a juzgar por los resultados, parece que primero han disparado y después han apuntado. ¡Qué decisiones tan meditadas en cuanto a sus consecuencias para millones de ciudadanos europeos! Sólo hay que ver las sanciones que nos estamos auto-imponiendo y las declaraciones incendiarias de estadistas europeos, que se daban golpes pacifistas en el pecho hasta hace dos días, y que ahora están emocionados enviando armamento pesado a las milicias ucranianas para que le den una "lección" a Rusia. ¿A nadie le choca esta ausencia de búsqueda de soluciones pactadas y este intento por mantener latente el conflicto?
¿Y si recapacitamos sobre el hecho de que las decisiones sobre gasto militar y el entendimiento entre Europa y Rusia en materias tan sensibles como el gas y el petróleo hayan saltado por los aires en cuestión de días con lo de Ucrania, beneficiando a los americanos, ansiosos por vendernos su armamento y su gas licuado, traído en barco, y mucho más caro, lógicamente?
Y respecto a los sabotajes en los gaseoductos: ¿tampoco somos capaces de hacer un mínimo análisis racional de quiénes pueden estar más interesados en perpetrarlo?

¿Acaso si la actual expansión de la OTAN hasta casi las mismas fronteras rusas se hubiera producido por el antiguo Pacto de Varsovia en territorio mexicano, por ejemplo, no habría habido una respuesta muchopeor por parte de los americanos, como se vislumbró en la famosa "crisis de los misiles" de Cuba?
Y por supuesto, a pesar del "machaque" del "buenismo" de los aliados en torno a EEUU, ¿a nadie le choca que los mismos que hoy se rasgan las vestiduras por la invasión rusa en Ucrania (que según Naciones Unidas ha causado hasta ahora varios centenares de civiles muertos) causaron cerca de 70.000 muertes civiles en Afganistán y 200.000 en Irak? ¿Tampoco nada que objetar sobre el sistemático bombardeo en 1999 de Serbia por parte de la OTAN sin declaración de guerra ni mandato de Naciones Unidas, cayendo misiles y bombas durante 78 días seguidos que destruyeron la infraestructura del país y causaron 500 civiles muertos? ¿Acaso la vida humana tiene distinto valor en función del color de la piel, la religión o la nacionalidad?
 
Por si fuera poco el "buenismo" adormecedor que se ha producido durante estos meses, con miles de fallecidos, damnificados y empobrecidos física y mentalmente, nos vienen esta semana con la "gravísima" historia de los insultos machistas en un colegio mayor de Madrid. Por supuesto que hay que erradicar esas actitudes. Por supuesto que hay que sancionar hasta que desaparezcan las tradiciones machistas. Yo mismo fui testigo de ellas hace 30 años en esos mismos colegios mayores, y me negué a participar en ellas. Pero, ¿de verdad merecen esos gritos la atención del Presidente del Gobierno, de sus ministros, y de la Fiscalía, así como los ríos de tinta vertidos en la última semana por los mismos medios de comunicación que callan en tantos y tantos asuntos de extrema gravedad? ¿No hay cosas más importantes a las que dedicar las energías? Basta con echar un vistazo a los párrafos anteriores...A no ser que de lo que se trate sea de distraer la atención, con "buenismos" de todo "pelaje", sean raciales, de género, o de progresismo barato, para evitar que nos dé por prestar atención a lo importante, y hacernos preguntas.
El mundo actual no tiene que ver con la defensa de los derechos humanos o de los valores democráticos, por mucho que nos "martilleen" con ello las películas de Hollywood, o las ruedas de prensa de la Casa Blanca. El mundo actual se rige sólo y exclusivamente por juegos de poder y de intereses económicos. Incluidas las tan cacareadas alianzas, como la OTAN, o los organismos nacionales y supranacionales como la CDC, la FDA o la OMS. Depende de nosotros si miramos para otro lado, o no estamos dispuestos a "comulgar con ruedas de molino". Aunque visto lo visto, hay millones de personas con las "tragaderas" muy anchas, poniéndose morados a base de pedruscos.
Por favor: dejemos de ver tanta "tele". Dejemos de tragarnos tanta mentira que insulta a la inteligencia. No dejemos que nos metan el miedo en el cuerpo, como clamaba el querido Jesús Quintero. Quizás lo necesitemos para detener esta guerra, protestando en las calles, y evitando así que envíen a nuestros hijos o nietos a luchar absurdamente. O quizás sea necesario para detener esta absurda farsa de vacunas, mascarillas y pasaportes inútiles. No dejemos que nos la cuelen tan fácilmente. Por favor.

 

 

martes, 4 de octubre de 2022

Si la vida te da calabazas

Era mi regalo más deseado. Y quizás por eso ni lo había dicho en voz alta. A nadie. Para evitar el "mal fario" antes de soplar las cincuenta velas. A fin de cuentas, el NO ya lo tenía por delante, y mi regalo era totalmente imposible. Pero, ¿y si a base de desearlo en silencio, con todas las energías, los imposibles se hicieran realidad? ¿Y si los mantras de vida, invocados y repetidos, se acaban realizando? ¿Y si de verdad a base de creer, creamos otro mundo? Ésa es "la especialidad de la casa" y de la familia. Y el cartel de la cocina nos lo recuerda a diario: "A winner is a dreamer who never gives up" (El que lo consigue es un soñador que nunca  se rinde). Sin embargo, esta vez no me tocaba mí ser ese soñador. 

El Universo funciona perfectamente con o sin nosotros. Lo siento, pero es hora ya de darse cuenta. Lo queramos o no, a pesar de pandemias, de virus, y de egoísmos internacionales recalcitrantes, no podemos confundir lo que está sucediendo con lo que a mí me está sucediendo. Por eso no podemos cambiar el Universo. Lo que podemos cambiar es la experiencia individual de lo que sucede fuera. Esa experiencia que a veces llamamos "injusticia" o "mala suerte" no es más que la sensación de fracaso por pasarnos la vida luchando contra lo que la vida nos da. Y depende sólo y exclusivamente de nosotros. Porque lo siento, pero si así lo decidimos, tenemos la capacidad de adaptar nuestro ego a lo que el Universo trae debajo del brazo.

¿Que la cosa viene torcida? Pues sí, eso pasará muchas veces. Pero no queda otra que "currarnos" la actitud y aceptar lo que viene. Pero no aceptarlo de forma sumisa o sin criterio. Sino comprendiendo, y estudiando las leyes del Universo y los procesos pedagógicos de lo que debemos aprender por el camino. Dándonos cuenta de que todo aquello a lo que hagamos resistencia, se manifestará con más fuerza dentro de nosotros.

Esa tolerancia a la frustración ante las calabazas que da la vida debería ser el principal tesoro que demos a nuestros hijos y a las generaciones venideras. Porque sin la resiliencia, y con la que puede caer, ¡agárrense que vienen curvas! Por favor, no les ahorremos el aprendizaje de unas buenas calabazas. La capacidad de superación y de sobreponerse a las malas noticias o a las injusticias no tiene precio. Sobre todo en estos tiempos. 

Samuel lo experimentó cuando consiguió plaza en dos facultades para hacer Fisica en Toronto (Canadá). Su sueño parecía cumplirse. Pero al no conseguir beca, el precio ya sólo de la matrícula era inasumible y tuvo que desechar esa opción. Le dolió el golpe, se levantó, y hoy está triunfando en Córdoba, planificando sus posibles líneas de investigación en plasma y fusión nuclear.

Lo de Eva fue más doloroso. Se quedó a unas centésimas de entrar en la final para la beca que llevó a Pablo a hacer el Bachillerato Internacional a Italia. Era el primer intento y aún era pequeña: las opciones para volver a intentarlo el curso siguiente eran más que halagüeñas. Pero llegó la pandemia del miedo, y esa segunda oportunidad no llegó. Impusieron a los candidatos vacunarse. Si no lo hacían, no podrían acceder a la final, en una decisión tan injusta como absurda. Y más aún viniendo de una institución que siempre había velado por el diálogo entre las posturas discrepantes. Que siempre había hecho del hacerse preguntas su seña de identidad, como forma de hacer avanzar la ciencia. Eso hasta ahora. Ahora hacerse preguntas le podría acarrear etiquetas incómodas, o romper contactos muy valiosos. Mejor optar por el mal menor de dejar injustamente fuera a estudiantes no vacunados como Eva. Por supuesto, no nos lo callamos ante la máxima responsable de la institución en España, a la que admirábamos y con quien teníamos confianza. De nada sirvió. El golpe fue durísimo para Eva. Y hoy aún lucha por sacar adelante el Bachillerato Internacional, aunque sea aquí, en su tierra. 

Tampoco Pablo se ha quedado fuera de estos procesos que, tarde o temprano nos llegan a todos. En menos de un año ha empezado a entender estos principios que millones de personas parecen ignorar. Durante meses había creído lo que la "tele", sus amigos o instagram repetían como papagayos. Se había metido de lleno en esa realidad construida por otros. Y se negaba a cuestionarla, o a hacerse preguntas. No quería cambiar su experiencia individual de lo que parecía pasar fuera. Y estaba irritado, con miedo y cargado de indignación y desequilibrio entre lo que pensaba, lo que decía y lo que hacía. La presión del grupo era demasiado fuerte, y no hay un ser más social que él. Hasta que algo en su interior se movió en estos meses. Algo quizás imperceptible. Quizás la sensación de que realmente estamos solos en el Universo, y que solos deberemos dar respuesta a lo que el Universo nos plantee. Y de repente surgió en él una valentía y una convicción que le ha hecho madurar años en apenas un puñado de meses. No hablo sólo de superar un curso difícil a miles de kilómetros de la familia o de la novia. No hablo de compaginar estudios y trabajo, o de independencia económica. No hablo de superar la soledad o de salir del rebaño. Hablo de esas ansias por entender en profundidad lo que está pasando, para aceptarlo primero, y para cambiar después tu respuesta individual. Hablo de cuestionarlo todo, de arriba a abajo, sin miedo a desdecirte o a parecer incoherente con lo dicho o creído hasta ahora. Pocas personas conozco con la valentía suficiente para hacer eso. Y empezó a devorar todo lo que le llegaba para entender. Empezó a atar cabos. Empezó a sentirse fuerte en la soledad de sus decisiones. Y en ese proceso de aceptación, logró una claridad que nunca antes le habíamos visto.

Acabado el curso, y tras semanas de gestiones, tenía sobre la mesa una oferta de trabajo de una sólida empresa, American Fidelity, pudiendo compaginar el trabajo con los estudios, y ejercitarse de lleno en lo que está aprendiendo en clase sobre bases de datos. Todo parecía cuadrar. Pero en el último momento, apareció la "injusticia" de turno. Esa "mala suerte" que parece perseguirnos a todos. Y lo hizo en forma de chantaje: "O te vacunas contra la Covid-19 o no hay contrato", parecía decirle el destino. Justo cuando más convicción había alcanzado sobre no hacerlo. Ahora que su decisión era firme, el Universo le ponía a prueba, confrontando esa determinación con lo que más deseaba en ese momento: esa gran oportunidad laboral. Al principio se lo tomó muy mal. ¿Qué sentido tenía ya por junio/julio imponer algo así, cuando ya se sabía tanto sobre la eficacia, seguridad y necesidad de estos experimentos? ¿Cómo podían ponerle ese "ultimatum" cuando su trabajo no era presencial y no había peligro de contagio alguno? ¿Cómo podía ser que le obligaran a ponerse en riesgo, cuando su decisión de no vacunarse ya era firme, y avalada por multitud de tratados internacionales? La realidad era tozuda, y le confrontaba con lo que le habíamos advertido, que no era otra cosa que preparar la defensa formal de su decisión, minoritaria y perseguida. Y si antes no lo había hecho por verlo lejano e inconcreto, esa oferta de trabajo, con su absurda exigencia, le acabaron de convencer. No podía dejarlo pasar. No podía rendirse justo ahora.

Removió "cielo y tierra" contactando a más de doscientos médicos americanos. Y recopiló documentación médica de los antecedentes familiares de su abuelo paterno por problemas cardíacos, de su abuela materna por trombos y de su inmunidad natural por haber superado el Covid-19 en febrero de 2021. Todo ello posibilitó que le firmaran una excepción médica inapelable frente a la vacuna. Y con ella, la empresa no tuvo más remedio que firmar el contrato, aceptando la excepción médica punto por punto. Con esas calabazas, Pablo había hecho un buen guiso. 

¿Cuántos miles o millones de personas se habrían visto violentados en su decisión o en su libertad en decisiones parecidas a lo largo de estos dos años? ¿Cuántos habrían sucumbido ante los anuncios y los globos-sonda, ante la persecución desmedida contra el que actúa distinto? ¿Cuántos habrían seguido al rebaño sin más, por no ser señalados, por no sentirse solos? 

Su batalla y su victoria le reafirmaron aún más. Lo había conseguido porque no había dejado de soñar, ni se había rendido en ningún momento a pesar de ir contracorriente. Y si lo había conseguido confrontando a una empresa gigante como ésta respecto a una oferta de trabajo, ¿por qué no iba a ser capaz de hacerlo confrontando a la todopoderosa CDC americana y a las compañías aéreas, que le decían que si salía de EEUU para ver a su familia en España, no podría regresar a EEUU sin vacunarse? Demasiado tarde para ponerle obstáculos ya. Había experimentado el poder de su libertad y de la coherencia de los actos. 

Pablo y su novia, que había ido a visitarle, se reunieron con nosotros en nuestras vacaciones gallegas, en un vuelo hasta Coruña desde Oklahoma con dos escalas. Los vuelos estaban a unos precios desorbitados, pero ya se las arregló para encontrar vuelo barato de ida y vuelta con escalas europeas. A esas alturas eso estaba "chupado". Y ya está de nuevo de regreso en EEUU. No hubo problemas ni en el vuelo de ida ni en el de vuelta con su excepción médica. Y ya tiene reservado vuelo de nuevo para venir estas Navidades, por primera vez desde que está en la Universidad.

Mi regalo más deseado se había cumplido. Pude tener a mis tres retoños juntos en las vacaciones más entrañables de mi vida. A los tres les ha dado calabazas el destino. ¿Y qué? Ahora los tres son mucho más fuertes.