domingo, 23 de enero de 2022

Déjà vu

Hace tres meses, el 21 de octubre de 2021, salió a la luz una noticia que pasó inadvertida, y que sin embargo, podría haber arrojado luz a millones de personas que andan perdidas, llenas de miedo e incertidumbre en medio de esta pandemia. En ella se decía que "La farmacéutica Purdue Pharma pagará 8.340 millones de dólares por la crisis de los opiáceos". Y hace apenas un mes salía otra que decía que "Una jueza de EE.UU. anula el acuerdo de bancarrota de la farmacéutica Purdue". Quien haya visto la serie Dopesick (que os aconsejamos encarecidamente) sabrá que dicha crisis se produjo cuando en 1995, los hermanos Sackler lanzaron al mercado el OxyContin. Éste era un opioide tres veces más potente que la morfina. Purdue Pharma lo comercializó en pastillas de 10, 80 y 160 miligramos, nada más y nada menos. Y era tan potente que si se comparara con un arma contra el dolor, estaríamos hablando de una bomba nuclear. Pero el medicamento, cuyo uso debía circunscribirse sólo a pacientes con cánceres terminales o recién salidos de una agresiva cirugía, se recomendó y prescribió, con el consentimiento de la FDA, para cualquier persona con dolores severos o crónicos, aunque acabó abriéndose la mano a dolores de todo tipo. Por ilustrar el sinsentido de aquello, Williamson, en Virginia Occidental, un municipio de no más de 3.000 personas, recibió entre 2006 y 2016 más de 20 millones de pastillas. Fue el estado con la tasa más alta de EEUU de muertes por sobredosis de opiáceos: 57,3 por cada 100.000 habitantes en 2017, año en el que los reportajes sobre esta realidad le valieron el Pulitzer a Eric Eyre. Hubo 3.000 denuncias y casi 500.000 muertes entre 1997 y 2019 asociadas a distintos medicamentos como éste, que se vendieron masivamente como un milagro que no generaba adicción.

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¿Por qué decimos que podría haber arrojado mucha luz respecto a nuestra pandemia actual? Pues porque las tácticas de entonces, se han repetido milimétricamente en estos dos últimos años, aunque adaptadas al SARS-COV-2 y a sus inoculaciones. En aquel entonces, la farmacéutica Purdue Pharma tuvo en nómina a un agente de la FDA, Curtis Wright, encargado de autorizar la venta de OxyContin. Además, sobornaron a cientos de profesionales. Lanzaron una campaña para concienciar a la opinión pública de que la sanidad no trataba el dolor en los EEUU. Se sacaron "de la chistera" escalas de medición del dolor. Influyeron para negar la certeza empírica de que la toma continuada de opiáceos genera adicción. Y como consecuencia de todas esas prácticas, se generó una gigantesca epidemia de adicciones, muerte y delincuencia. Tanto fue así, que la familia Sackler pasó de ser un referente mundial de filantropía, a convertirse en un emblema de la crisis de los opioides que azotó a Estados Unidos. Y de ser más ricos que incluso los Rockefeller, según Forbes, han pasado a ser públicamente rechazados. La prestigiosa Universidad de Tufts, en Boston, decidió quitar el apellido Sackler de los programas y edificios construidos gracias a sus donaciones, tras haber recibido unos 15 millones de dólares. El Museo de Arte Metropolitano de Nueva York, el Louvre de París y la Tate Modern de Londres, entre otros, también han eliminado a los Sackler de sus muros y han informado de que no aceptarán más regalos provenientes de esta dinastía farmacéutica.


Resulta muy doloroso comprobar cómo podemos tropezar dos veces en la misma piedra. Pero lo es aún más, cuando la "piedra" actual genera dolor a toda la Humanidad, incluidos los niños; cuando se han firmado acuerdos de exención de responsabilidad para las multinacionales farmacéuticas; y cuando se están utilizando prácticas mafiosas desde los propios gobiernos para señalar, presionar y excluir socialmente a quienes no acceden a administrarse las inoculaciones experimentales frente al Covid-19. Este "déjà vu" parece habernos servido de bien poco para corregir el rumbo.

Quizás pueda sonar lejano en el tiempo. Pero es de antes de ayer, como el que dice. Y hablando de esta misma pandemia, en Illinois (EEUU), la familia de un paciente que estaba hospitalizado con COVID-19 en la UCI, a punto ya de morir, interpuso una demanda para que le administrasen Ivermectina. El hospital se negaba, pero el Juez consideró que era su derecho. Después de haber estado en coma inducido y con ventilación asistida durante tres semanas sin mejora, el paciente recibió Ivermectina inyectada, y su mejoría fue tal que salió caminando del hospital y respirando perfectamente. Uno podría pensar que la historia acababa con final feliz. Pero no. Lo que fue noticia es que, a pesar de haber ganado la querella legal el paciente, y a pesar de haber salido de su grave situación clínica, el hospital apeló la decisión. Es decir: no le bastaba con la evidencia de su recuperación. Necesitaba batallar para evitar que se "abriese la veda" a tratamientos de coste irrisorio comparados con los de la "verdad oficial". Comportamientos de soberbia y avaricia que parecen repetirse.

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Hay escenas, situaciones, comportamientos o eventos que, de repente, nos generan una sensación de familiaridad. ¡Eso lo hemos vivido antes! O quizás lo hemos visto u oído en algún sitio. Y si tenemos la suficiente curiosidad o la consciencia suficientemente despierta, seremos capaces de "tirar del hilo" de los recuerdos, y rescatar aquel momento. Muchas veces tiene mucho que aportarnos. Puede que se presente en nuestra vida de forma reiterada para ayudarnos a aprender algo. Quizás para aprobar ciertas asignaturas de la vida. O puede que para que no repitamos errores del pasado una y otra vez. El problema es que no todo el mundo está dispuesto a ello. Quizás porque puede suponer tener que enfrentarse a miedos o incertidumbres que nos superan. Quizás porque es más fácil actuar como todo el mundo, y mirar para otro lado. Sin cuestionarse. Sin recordar.

¿No os chirrían demasiadas cosas ya, tras estos dos años? Que te pidan un certificado para poder ir a tomar un café con tu marido o con tu novia. Que te impidan trabajar si no te has puesto las dosis de turno. Que haya millones de personas que no quieran estar con sus familiares y amigos por miedo al contagio. Que estemos "hipercontrolados" a través de nuestro móvil. Que en vez de señalar a quienes decidieron medidas injustas, declaradas luego ilegales en muchos casos y que fueron catastróficas para la economía, se utilice de "cabeza de turco" el ridículo porcentaje de no-vacunados. Que muchos esperen que una una ley solucione lo que deben solucionar ellos mismos, o que obedezcan esa ley incluso en la intimidad como si fuera creadora de "la verdad" o como si siempre fuera justa. Que se inviertan miles de millones de euros en unas inoculaciones experimentales que ya se han demostrado ineficaces e inseguras, pero sobre todo innecesarias en la mayor parte de los tramos de edad. Que se haya dejado a su suerte al resto de enfermedades y a los colectivos más vulnerables, anulando la atención primaria, y creando un problema de suicidios y enfermedades mentales como nunca hubo. Que sistemáticamente se censure al que aporta evidencias distintas a la verdad oficial. Que los medios silencien los centenares de estudios que ponen en tela de juicio las medidas y estrategias sanitarias que se están siguiendo. Que pidamos un test a nuestro hermano/a para que pueda sentarse a nuestra mesa. Que una inmensa mayoría vaya con mascarilla cuando camina por la calle, cuando conduce su vehículo, o cuando pasea por el campo o la playa en soledad, habiendo ya multitud de estudios que evidencian ese sinsentido. Que se discrimine e incluso señale públicamente a los ciudadanos por motivos ideológicos o sanitarios. Que millones de personas estén forjando su opinión sin ni siquiera haber dedicado tiempo para respaldarla, tan sólo por lo que les dicen los medios o quienes se han tragado lo que dicen los medios. Que exista un empeño tan obsceno en que cedamos nuestra voluntad al inocularnos (eso sí, con amenazas y advertencias apocalípticas de todo tipo) en vez de directamente imponerlo obligatorio, y que luego esas advertencias y amenazas se diluyan como consecuencia de la dinámica de globos-sonda. A nosotros, desde hace dos años, hay demasiadas cosas que nos chirrían, sin necesidad siquiera de buscar su autoría ni su origen. Nos suenan ya a prácticas repetidas. Sí, de nuevo a "déjà vu". Y vemos con claridad que si los ciudadanos acabamos normalizando lo anormal y acostumbrándonos a actuar contra la libertad en pro de una falsa seguridad o de una abstracta "salud pública", finalmente no tendremos ninguna de las dos cosas.

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Por desgracia, en nuestros entornos se están reproduciendo ya algunos de los numerosísimos efectos adversos a las inoculaciones que empezamos a compartir desde hace meses. No eran ningún secreto. Aquellos estudios científicos se han ido publicando y estaban a la vista de todos. Sólo había que leerlos y contrastarlos. Pero muchos entonces prefirieron mirar para otro lado. E incluso algunas de estas personas cercanas que están padeciendo ahora esos efectos, prefieren seguir mirando para otro lado, en lugar de asumir que son consecuencia de la vacuna que se inocularon. A veces es demasiado duro aceptar el engaño o el error en que uno ha incurrido. Es mejor seguir negándose a ver.

Pero yendo aún más allá, algunas personas que, por sentirse parte de la gran masa vacunada frente a Covid-19, respaldaron las medidas discriminatorias contra los no-vacunados, como las restricciones y el pasaporte Covid, han contraído recientemente la enfermedad en su variante ómicron. Y han vivido en sus carnes esa discriminación, ese rechazo y esa exclusión irracionales en el trabajo o en el colegio. Y curiosamente ahora les toca a ellos sentirse víctimas. Paradojas de la vida.

Por suerte o por desgracia todo depende de nosotros. Todo. Toda esta farsa acabaría mañana mismo si decidiéramos no entrar en el juego de la narrativa de estos dos años. Bastaría con darle a la enfermedad y a la muerte el papel que tuvieron toda la vida. Vivimos en un tiempo en que estamos obsesionados por nuestro cuerpo: gimnasios, dietas, piercing, tatuajes... pero descuidamos estrepitosamente nuestra mente, y de lo que ésta se nutre. Y nos tragamos dócilmente todo lo que nos ponen por delante en la pantalla. Ya lo dijo Nietzsche: "aquellos que fueron vistos bailando, fueron considerados locos por quienes no podían escuchar la música". A lo mejor es cuestión de afinar el oído, aunque sólo sea un poquito. Quizás debamos agudizar la vista para cuando toque ver cosas que ya habíamos vivido. Y quizás hay que tomar rabillos de pasas, para la memoria.


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lunes, 17 de enero de 2022

¿Hay alguien ahí?

A  los 16 años llegué a la conclusión y a la más completa certeza de que estaba sola en este mundo. Podíamos caminar rodeados de gente, quedar para charlar o salir, pero todo se quedaba en la superficie. Por más que intentara comunicarme y acceder al exterior, mi mundo interior era tan diferente que me daba la impresión de ser una alienígena en un planeta desconocido. Las personas somos islas flotando en un mar inmenso, pero al fin y al cabo  islas. Estaba convencida de ello.

Tarifa, Dic. 2021
Al principio me embargó una profunda tristeza. Luego pasé a la desesperanza y, por último, a la aceptación. Esa aceptación me llevó a mirar dentro de mí misma, en lugar de afuera. Y éste fue el inicio de una gran aventura: conocerme. Al fin y al cabo, yo siempre iba a estar ahí. Dejé entonces de intentar ser quien no era, tratando de ser estupenda a los ojos de los demás, y decidí ser YO. Con mis defectos y mis virtudes. Y vi que el traje me quedaba perfecto. Sólo cuando acepté la soledad del caminar consciente y me encontré a mí misma, fue cuando apareció Rafa en mi vida. Para demostrarme que estaba completamente equivocada y que hay encuentros que pueden dar un vuelco a tu existencia. El Universo es así: le encanta ponerte a prueba.

Desde entonces no hemos parado de conocer gente tan loca (o tan cuerda) como nosotros. Gente con la que compartimos el mismo idioma, a pesar de ser diferentes. Gente que te toca el corazón y el alma. Gente con la que estás dispuesta a caminar, a compartir, a crear, a mirar más allá de lo meramente superficial.

Canillas del Aceituno, Dic.2021
La situación actual nos pone en una tesitura similar a la que describía más arriba. Mucha gente se siente sola, desamparada, abatida. Las circunstancias nos están poniendo a prueba. ¿Realmente te conoces? ¿Tu brújula está dentro de ti o fuera? ¿Hasta dónde estás dispuesto/a a llegar por complacer a otros sin traicionarte a ti mismo/a? De una forma u otra, lo absurdo de lo que estamos viviendo y las reacciones de los que están a nuestro alrededor nos confrontan con estas preguntas. Y de la respuesta depende el rumbo que tomará tu vida y el resto de la Humanidad.

¿Sigo pensando que somos islas? No. Somos los cofres de tesoros escondidos en las islas. Todos somos distintos, con un talento, un don propio, que primero tenemos que descubrir, desenterrar y pulir, y así luego salir con la barca a explorar otras islas para aprender y compartir. Es momento de mirar hacia dentro para reunir fuerzas. Y, al mismo tiempo, tender la mano porque no estamos solos. Y lo que tenemos por delante es una aventura apasionante. ¿Hay alguien ahí?


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jueves, 6 de enero de 2022

La tribu

"Había una vez, en la lejana ciudad de Wirani, un rey que gobernaba a sus súbditos con tanto poder como sabiduría. Y le temían por su poder, y lo amaban por su sabiduría.

Había también en el corazón de esa ciudad un pozo de agua fresca y cristalina, del que bebían todos los habitantes, incluso el rey y sus cortesanos, pues era el único pozo de la ciudad.

Una noche, cuando todo estaba en calma, una bruja entró en la ciudad y vertió siete gotas de un misterioso líquido en el pozo, al tiempo que decía:

-Desde este momento, quien beba de esta agua se volverá loco.

drfuenteshernandez en Pixabay
A la mañana siguiente, todos los habitantes del reino, excepto el rey y su gran chambelán, bebieron del pozo y enloquecieron, tal como había predicho la bruja.

Y aquel día, en las callejuelas y en el mercado, la gente no hacía sino cuchichear:

-El rey está loco. Nuestro rey y su gran chambelán perdieron la razón. No podemos permitir que nos gobierne un rey loco; debemos destronarlo.

Aquella noche, el rey ordenó que llenaran con agua del pozo una gran copa de oro. Y cuando se la llevaron, el soberano ávidamente bebió y pasó la copa a su gran chambelán, para que también bebiera.

Y hubo un gran regocijo en la lejana ciudad de Wirani, porque el rey y el gran chambelán habían recobrado la razón".


StockSnap en Pixabay
Desde hace años, este pequeño cuento de Gibrán Jalil Gibrán nos ha inquietado profundamente en casa. Y ese desasosiego hemos querido compartirlo con los niños, desde pequeños. Ese relativismo sobre "lo normal" y "lo razonable". Ese poder de las mayorías. Ese miedo a la soledad. Esa necesidad de pertenencia. Y finalmente, el peor de los finales: esa renuncia a uno mismo por ser como los demás.

Los Evangelios lo expresan de otro modo en San Juan 12: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para la vida eterna la guardará". Más claro, agua. Pero no de la de la bruja. 

Habrá quien vea en esas siete gotas de la pócima de aquella bruja un paralelismo con las inoculaciones universales que vivimos en estos tiempos. No. No vamos por ahí. Va mucho más allá de eso. Porque esta pandemia tan sólo ha agudizado lo que ya fallaba desde hace tiempo: nuestros miedos, nuestro "ombliguismo", nuestra lejanía del prójimo... Y nos ha confrontado con las bases de nuestros principios. Ni más ni menos. Colocando a muchos ante la gran encrucijada de su vida. Hacer lo que hacen todos o sentirse excluido. Tensión o aceptación. Miedo o libertad. Materia o espíritu. Vibración baja o alta. Distanciamiento o abrazos. Máscaras o sonrisas. Postergar e imponer, o vivir y dejar vivir. 

liuguangxi en Pixabay
En unas semanas se cumplirán ya 10 años de aquel domingo de 2012 en que sin levantarnos siquiera de la cama, volvimos a hablar de ello por enésima vez. Aquella crisis económica. Aquel continuado proceso de manipulación que padecíamos y que parecía abocarnos a un camino sin retorno. Aquella preocupación por la situación que nos rodeaba, y que podría convertirse en el triste legado para nuestros hijos. Creíamos que era el momento de hacer algo. Y hacerlo YA.Y la mejor forma que se nos ocurrió fue crear un blog familiar en el que poder "exteriorizar, a modo de mensaje en una botella lanzada al mar, lo que opinábamos de este mundo que nos rodea". Y fue así como iniciamos aquella búsqueda de "un mundo diferente para vivir". Una búsqueda que pretendía ser una metáfora. Una apuesta por un cambio de rumbo. Pero nunca pensamos que 10 años después, la búsqueda de ese "mundo diferente para vivir" sería tan literal y sobre todo tan necesaria. Hoy aquello nos parece casi ridículo comparado con lo que hoy tenemos por delante. Y lo que nos aguarda. Porque no sabemos qué va a pasar, pero sabemos que va a pasar. Están sucediendo tantas cosas y tan graves, que el despertar de más y más personas es inevitable. Y, como dice Eckart Tolle, conviene prepararse espiritualmente para esos momentos que nos aguardan. Hemos publicado 322 posts desde entonces. Nos han hecho 582 comentarios a nuestros posts. Y hemos recibido cerca de 290.000 visitas ya. Pero la necesidad de este altavoz permanece más intacta que nunca. Y la exigencia de conectar con tantas y tantas otras iniciativas similares es acuciante. Por la dualidad que vive hoy la Humanidad. Por el miedo paralizante. Por las flagrantes desigualdades. Por las intolerables injusticias. Por esa división permanente. Por la necesidad de pertenencia. Por no sufrir la soledad rodeados de tanta gente. Por aferrarse a un mínimo de cordura, de equilibrio, de sentido...

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Hace unos días, y como "regalo de Navidad", compartíamos en nuestro canal de Youtube un pequeño cuento en dibujos animados titulado: "La reunión de la tribu". Nos llegaba mágicamente a través de dos personas que nos inspiran muchísimo, que creíamos que nada tienen que ver, y que sin embargo está claro que están conectadas a nosotr@s y a muchos de vosotr@s: Charles Eisenstein y Karina Acevedo. En apenas unos días, más de 15.000 personas han visto ya el vídeo, y las suscripciones a nuestro canal de Youtube y de Telegram no paran de crecer. Sin duda, esa necesidad coincide en muchos de nosotr@s, por todos los rincones del planeta. Leah, a través de Twitter, no lo podía explicar mejor: "Es lo que pasa con la verdad, que resuena, reverbera y emociona. Después de sentirme un bicho raro toda la vida, como si algo estuviera mal en mí, encontré a mi grupo de ovejas negras. Gracias por estar y ser".

Es así cómo, por aquí y por allá, surgen personas e iniciativas por un mundo diferente para vivir. "AmAnAcer" es otra de ellas. Sí, con tres "A" mayúsculas, simbolizando las más altas cimas de nuestro potencial como seres humanos. Una nueva iniciativa hacia un nuevo comienzo. Para volver a nacer a lo mejor de nosotros mismos. Y nos estamos involucrando de lleno en ella. A fin de cuentas no se trata de seguir a ningún líder ni a ningún movimiento. Se trata de hacer aflorar de nosotros mismos lo mucho que atesoramos, olvidando mucho de lo "aprendido", reeducándonos en la no-dualidad, y afianzando unas raíces que nos permitan impulsar lo más luminoso y sagrado que habita en nuestro interior. Coloquemos a la persona en el centro. Construyamos otra forma de relacionarnos y de tejer redes entre nosotros. No hay nada que destruir: lo nuevo hará que lo viejo caiga por sí mismo. Sabiendo que es una decisión individual, cargada de libre albedrío, y que habrá seres muy queridos que decidirán quedarse atrás. Ascendamos a nuestras más altas cimas como seres de luz, inspirándonos los unos en los otros (ver VÍDEO).

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Vivimos en un reino y en un tiempo en el que no hace falta ni siquiera enfrentarse a ninguna bruja. Ni saber quién es ni por qué hace lo que hace. Para qué vamos a perder el tiempo y las energías. Tan sólo basta con saber que el agua de ese pozo no es buena. Que nos enloquece y nos desequilibra. Habiendo otras fuentes y otros pozos donde beber, ¿qué necesidad hay? Ahora es el momento. Busquemos compañeros de camino hacia esas otras fuentes. Gente dispuesta a construir un nuevo reino. Un nuevo espacio por todo nuestro planeta donde nos acepten por ser lo que somos, y no  por hacer lo mismo que hacen los demás. Ovejas negras, rosas o transparentes, que nos acompañen en este maravilloso viaje. Una nueva tribu de seres dispuestos a impulsar ese mundo diferente que nos aguarda.


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