lunes, 7 de octubre de 2019

La furgoneta "hippy"

Discreta lo que se dice discreta no es, la verdad. ¿Para qué vamos a decir lo contrario? Pero probablemente en eso está su encanto. Cortinillas de estrellas. Llantas relucientes. Un rojo eléctrico conjugando con un blanco "esclarecido". Y una combinación entre lo "retro" y lo "hippy". ¿Hay acaso algo más llamativo que eso? Probablemente no. Pero por eso, este fin de semana, cuando la estrenábamos, no parábamos de ver sonrisas, caras de complicidad y pulgares en alto cuando parábamos en cualquier semáforo o paso de cebra. Quizás por la simpatía que despiertan sus formas y colores. O quizás por afinidad con el estilo de vida que suscita verla.
Cuando nos casamos, en broma, Mey me dijo que "sólo" tenía dos caprichos para su vida conyugal: un "chateau" francés, y una furgoneta "hippy". Lo del castillo lo veo "chungo" en esta vida, por mucho que me puedan ascender en el trabajo. Pero lo de la "furgo" sí que ha llegado, por fin. Aunque debo reconocer que ha sido gracias a ella, sin lugar a dudas. Porque lleva tiempo imaginándosela y pidiéndoselo al Universo (y también a nuestro amigo Pepe, del taller). Y hasta que nos ha caído del cielo, no ha parado. Erre que erre. Y cuando te llega un "chollo" así, con las tres "B" (bueno, bonito y barato), ¡a ver cómo dices que no! Por muy cabal que seas, y muy convencido que estés de que es importante ahorrar para la carrera de los niños. Así que un consejo: cuidado con lo que le pedís al Universo. Apuntad bien. Porque se puede acabar cumpliendo. "Al dedillo".
Si teníamos poca fama de bohemios o "hippies", con esto ya queda confirmado oficial y públicamente. Nos colgamos la etiqueta de buen gusto. Y es curioso. Pero no han sido pocos los que, al ver la furgoneta, o enterarse de que la habíamos comprado, han dicho que algo así siempre fue su sueño. Poder volar sin rumbo fijo. Sin plan alguno. Dormir en cualquier sitio ante un bello atardecer. Y hacer de la carretera o de la naturaleza tu hogar. Pero por desgracia, muchos de esos sueños quedan ahí aparcados. Para el momento propicio. Para cuando todo cuadre. Y a veces la vida se complica. Llega un Alzheimer inesperado. Un familiar que enferma. Una ruptura matrimonial. Y los sueños se hacen añicos o se difuminan en el tiempo.
Por eso nosotros ni lo hemos dudado. Es cierto que ya estamos más cerca de los 50 que de los 40. Es cierto que los "niños" aún necesitan un "achuchón" hasta independizarse. Y es cierto que en estas edades suele entrarle a uno la vena conservadora y la obsesión por la jubilación. Pero también es cierto que la vida son dos días. Y a veces hasta día y medio sólo. Y o espabilamos con nuestros sueños, o "se nos pasa el arroz". ¿Vamos a esperar a andar con "taca-taca" para lanzarnos a por esa playas y esas montañas que nos aguardan? ¿A qué esperamos para mandar las tardes de sofá a tomar viento? ¡Hay un pedazo de VIDA ahí fuera esperándonos!
Lo de ayer fue de libro. Una auténtica iluminación espiritual. El sol aún no había salido. El cielo empezaba a iluminarse, pero aún era difícil identificar bien los objetos. Abrí la puerta de la "furgo" y  el fresco amanecer de octubre me acarició la cara. Cuando hay cosas por descubrir, adoro madrugar, aunque sea domingo. Y ayer había muchas. Es como si el tiempo se parara. Sin prisas. Sin quehaceres. Sin expectativas. Sólo se escuchaba el leve rumor de las olas a nuestros pies. Grandes bandadas de gaviotas graznaban por la playa, y se desperdigaban en multitud de puntos blancos, que moteaban el azul turquesa del mar. Un mar que se veía inmenso bajo nuestro acantilado. La noche anterior, ese mar se convertía en un espejo gigantesco que reflejaba la luz de la luna, haciendo innecesaria la luz de nuestra linterna, mientras otro inmenso mar, esta vez de estrellas, cubría nuestras cabezas. No recuerdo la última vez que pude contemplar tantas y tan luminosas. Las primeras luces del alba aparecieron de repente desde el cielo almeriense, en un espectáculo inigualable. Y de repente una pareja de cabras montesas apareció despistada, como nosotros, por un repecho. En apenas una hora y media, mientras Mey acababa de despertarse, me había dado tiempo a exprimir el milagro de la vida, al que continuamente le damos la espalda. Y al despertar ella, su balcón daba a las mejores vistas que uno pudiera pedir en el mejor de los hoteles. Me dio escalofríos pensar lo fácil que es ser feliz, y lo que nos complicamos a veces la vida.
Primer amanecer en la "furgo"
Pero no se trata, de repente, de "echarse al monte". Los próximos meses serán de infarto en casa. Eva empieza a prepararse, como ya hicieron sus hermanos, para su aventura americana del próximo curso. Pablo, desde Italia, ya está tendiendo puentes hacia Universidades lejanas. Y Samuel "tres cuartos" de lo mismo. Vamos: que lo mismo el año que viene nos quedamos "más solos que la una". Y tocará entonces, abrirse a descubrir mundo en nuestra furgoneta "hippy". Por lo pronto, iremos practicando cada fin de semana. Para ir cogiendo "carrerilla".


NOTA: Os compartimos el balance económico de algunos de los proyectos solidarios que impulsamos gracias a los granitos de arena de muchos de vosotr@s, así como las distintas vías que empleamos para ello (por si algun@ se anima a unirse ;) )

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