lunes, 24 de noviembre de 2014

Hojas de corazones

Hoy mi hija paró de nuevo el reloj. Fue a la hora de salir del "cole". Llegaba  a casa como siempre, contando mil y una anécdotas. De repente se quedó en silencio y el tiempo y ella se detuvieron. Un grito ensordecedor se apoderó de toda la calle. Pensé que sería una broma: acababa de pasar por ahí tres minutos antes y no había visto nada especial. Pero sí que lo había: justo delante de nuestra puerta, en el suelo, había una hoja de árbol con una forma idéntica a la de un corazón. Su hallazgo merecía el grito, y ese parón del tiempo. Que un corazón así estuviera en la puerta de casa debía significar algo, ¡seguro!.
Doy gracias a la vida por esos momentos de magia en lo cotidiano; por esa capacidad que los niños tienen para descubrirnos el misterio de lo sencillo; por su talento para demostrarnos el sinsentido de las prisas que nos hacen pasar de largo; por su sensibilidad hacia la verdadera esencia de la vida: el AQUÍ y el AHORA.
¡Vivan las hojas de corazones y los dibujos en las nubes!

2 comentarios:

Mis Chic@s y yo dijo...

Qué seria de la vida sin esas pequeñas cosas que hacen que cada día sea digno de vivirla!

Pako dijo...

Los niñ@s nos enseñan grandes cosas. En palabras de mi amiga Mª Carmen Fortes, corremos sin saber porqué, creyendo que alcanzaremos la felicidad, cuando realmente la felicidad se vive en cada momento, durante esa supuesta "carrera".