martes, 30 de abril de 2024

¿Luchar por la Paz?

Vivir ajenos a la prensa, la radio y la televisión tiene sus ventajas. Y cada vez somos más los que las disfrutamos, creando nuestra propia realidad, y no la que intentan imponernos a golpe de titular. Son tiempos de alejarse de las noticias para encontrar tu centro, tu equilibrio. Pero como a veces me hablan de lo que está pasando y me suena a ciencia ficción, dedico unos minutos a leer las portadas. Y hace unas semanas me topé con una enorme de El País que decía: "Europa se prepara ya para un escenario de guerra". Me pareció tan apocalíptico, que pensé que sería una broma de mal gusto, e indagué más. Pero lo que me encontré fue yendo de mal en peor. Que si Charles Michel, Presidente del Consejo Europeo, diciendo que "si queremos la paz, debemos prepararnos para la guerra". Que si la Presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von del Layen diciendo que "la amenaza de guerra puede no ser inminente, pero no es imposible", y que hay que prepararse ya. Que si Josep Borrell, Alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad diciendo que no apoya a Ucrania por "amor al pueblo", sino por "interés propio". Que si el Presidente francés Emmanuel Macron diciendo que "no descarta el envío de soldados a Ucrania". Que si Donald Tusk, Primer Ministro de Polonia, afirmando que "estamos en una época de preguerra, y Europa debe prepararse". Que si Kaja Kallas, primera ministra de Estonia, diciendo que “para evitar la tercera guerra mundial, Rusia debe perder”. Que si incluso se ha abierto ya el debate sobre el intocable asunto de los "bonos de guerra" en la UE. Que si hay "expertos" que cifran ya en 300.000 los soldados europeos necesarios para proteger el flanco oriental del continente. Que si, por supuesto, la propia Ucrania amenaza con multas a aquellos jóvenes que no estén dispuestos a ir al frente. Y de colofón, para subir el nivel, que si nuestra Ministra de Defensa, Margarita Robles, diciendo que "la amenaza es total y absoluta", tras repetir innumerables veces la palabra "Putin" y "amenaza nuclear" en su entrevista. Y si repasas los titulares en relación al conflicto palentino-israelí algo parecido, si no peor. Como si hubieran pasado siglos desde que hace nada, conmemorando los 70 años del fin de la II Guerra Mundial, todos esos mismos líderes se comprometieran con la paz, dándose golpes en el pecho.

Foto de Emilio Morenatti
Puedes acabar pensando que el mundo es un auténtico desastre si permanentemente estás recibiendo información de este tipo, y te recreas en ese parloteo mental. Lo acabo de experimentar con fuerza recabando simplemente esos titulares. ¿Qué alimento metemos en la mente?  Y eso sin entrar ni siquiera a profundizar en lo interesado del mensaje que recibimos: lo de las "armas de destrucción masiva" para conseguir el apoyo a la invasión de Irak hace unos años; lo del concepto de "One Health" para convencernos de aceptar el Tratado Global sobre Pandemias y el fortalecimiento del Reglamento Sanitario Internacional que ya tenemos en puertas; o este concepto de "si quieres la paz, tienes que batallar" de todos estos titulares, que buscan sólo incrementar el gasto en Defensa y apoyar intereses geopolíticos difíciles de confesar abiertamente. Siempre que se quiere manipular a la población se apelará a grandes principios que no dejan de ser un anzuelo. Pero cuidado con lo que vemos, lo que oímos, con quién y de qué hablamos. Porque si no cuidamos ese alimento que nutre nuestra mente, la mente se oscurece. Y debemos dar la voz de alarma sobre a cuánta gente cercana observamos que se le está oscureciendo la mente, gente queridísima que no encuentra un sentido a la vida con tanta amenaza y tanta presión.
Si no fuera porque hay centenares de miles de personas muriendo en esos conflictos, con nombres, apellidos y familias que los aman, bien parecería que todos estos líderes están en un patio de colegio, jugando con nuestras vidas. Les da igual que sea en Ucrania, en Gaza, o en la infinidad de escenarios bélicos que hace poco recordaba el propio Papa Francisco. Ellos azuzan con coordinación y precisión calculada el miedo, la inseguridad y la incertidumbre necesarias para implantar quizás de aquí a pocos años (¿2030?) un nuevo orden mundial que pueda ser mayoritariamente aceptado como teórica solución a tanta distopía. Apretar, apretar y apretar para luego ofrecer la solución "mágica" y que, ya exhaustos, simplemente nos preguntemos: ¿dónde hay que firmar? Para ello, nada mejor que este "martilleo" en el inconsciente colectivo que tan buenos resultados les está dando en los últimos años. Hace poco leía en alguno de mis grupos whatsapp a viejos amigos diciendo barbaridades contra palestinos, israelíes o rusos, por las atrocidades que dicen que hicieron en el pasado, y justificando por ello el "ojo por ojo" del bando contrario en el presente. Mientras otros, amigos y familiares cercanos también, están sufriendo de problemas mentales y de ansiedad en estos contextos tan premeditados de presión asfixiante. 
Mirémosnos. Paremos un momento. Dejemos de señalar siempre a los que mandan, como si nuestras vidas realmente les pertenecieran. Si de verdad nos preocupa todo esto, ¿qué es lo que nos conmueve y remueve ante hechos tan desoladores y que causan tanto dolor a tanta gente, sea en Ucrania y su posible expansión a Europa, sea en Gaza o en Israel? Si de verdad nos miramos por dentro, lo que nos conmueve y remueve no puede ser otra cosa que el sufrimiento del prójimo. No cualquier inclinación emocional o mental (favorable o contraria, de simpatía o de animadversión) hacia alguno de los teóricos “bandos” en conflicto, sea Israel o Palestina, Ucrania o Rusia. Por eso, la teoría de los bandos es consecuencia de la inconsciencia, que rompe a la humanidad en banderas y fronteras, en creencias e ideologías fanatizadas, en juicios y ficciones mentales impregnados de egoísmo y ciegos hacia el otro y lo otro. Por el contrario, para la consciencia, lo único que existe es la compasión y la consiguiente movilización ante los que sufren, dando además igual su nacionalidad, su religión, su color, su cultura, su lengua, sus costumbres.

Como recalca Emilio Carrillo, es muy fina, aunque categórica, la línea que separa lo que es compasión de lo que no. No es compasión la que, casi sin darnos cuenta, derrapa hacia el enfrentamiento, al nivel que sea, contra el que causa el daño, convirtiéndolo así en el protagonista de esa falsa compasión, mientras el dañado queda relegado a un papel secundario, a una mera excusa para justificar nuestra baja vibración contra el causante del dolor. Sin embargo, sí es compasión la que se centra por completo en el que sufre, llenándonos de ternura y empatía, para, si es posible, procurar paliar su dolor y practicar el apoyo, el acompañamiento o la escucha.

No podemos permitirnos que otros decidan por nosotros. El mundo sólo cambia si cambias tú. No podemos estar siempre esperando que suceda algo para movernos de donde estamos. Porque los conflictos que subyacen en esas guerras son exactamente los mismos que subyacen dentro de ti y de mi. Por eso es tan absurdo dedicar horas y horas a ver las noticias, y no dedicar ni cinco minutos a conectar con nuestro Yo más profundo, con nuestro Propósito de Vida. Tenemos problemas con el mal que azuza las guerras porque pensamos que ese mal no tiene nada que ver con nosotros. Pero sí. Lo siento. Dentro de nosotros hay fuerzas que nos construyen o nos destruyen. Esa sombra que alienta esas guerras también está dentro  de nosotros. Y quizás, en lugar de mirar tanto hacia afuera, toda esta locura debería provocar en nosotros esta pregunta interior: ¿Qué hay de mí en todo esto? Si no dedicamos energías y esfuerzo a la enorme tarea de superar esos conflictos internos nuestros, ¿cómo pretendemos que se superen los conflictos externos de esas guerras? Como dice Pablo D´Ors, quizás no quede otra alternativa que descubrir en nuestra propia herida la herida del mundo. No se trata de mirar para otro lado. No se trata de no pensar o de no cuestionarse las cosas. Se trata de darnos cuenta, quizás, de que vivimos en guerra con nosotros mismos. Que todos tenemos dentro demonios que van minando nuestra confianza en la vida y ensombreciendo nuestro rostro. Y que el reto es recuperar el sentido común y la victoria de la armonía.

Por ello, seamos conscientes de nuestras emociones, pensamientos y actos. Y a la vista de lo que nos conmueve y remueve ante estos tambores de guerra y esas amenazas que suenan por doquier, la pregunta sería: ¿nuestra actitud o inclinación interior tiene que ver con esta compasión de verdad o con su falseamiento? Puede ser que en un momento dado, te toque parar con tu mano el brazo del que golpea al vulnerable o al excluido. De acuerdo. Pero que, como base de ello, nunca deje de estar la compasión, ese deseo de paliar el dolor del que sufre. Y que, por favor, jamás sea adulterada y sustituida por el enfrentamiento, la lucha o la confrontación contra el perpetrador del daño. Eso que llaman: "Luchar por la Paz", y que justifica desde el sofá la entrega de ingentes cantidades de armamento para machacar al contrario. Huye de esos alineamientos que pretenden dividirnos, y de ese "yo con...", acompañado de la banderita o de la foto de tu bando. Solo así mantendremos la alta frecuencia vibracional propia de nuestro Ser y evitaremos contaminarnos de la baja vibración del agresor, y de este coro de "líderes" y medios de comunicación, que tratan de impulsar ciertas agendas belicistas.

Foto de Emilio Morenatti

Como decía, Jiddu Krishnamurti en "La Libertad Primera y Última": "Discutiremos sobre la paz, proyectaremos leyes, crearemos nuevas ligas, las Naciones Unidas, y lo demás. Pero no lograremos la paz porque no queremos renunciar a nuestra posición, a nuestra autoridad, a nuestros dineros, a nuestras propiedades, a nuestra estúpida vida. Confiar en los demás es absolutamente vano; los demás no nos traerán la paz. Ningún dirigente, ni gobierno, ni ejército, ni patria, va a darnos la paz. Lo que traerá la paz es la transformación interna que conduzca a la acción externa. La transformación interna no es aislamiento; no consiste en retirarse de la acción externa. Por el contrario, sólo puede haber acción verdadera cuando hay verdadero pensar; y no hay pensar verdadero cuando no hay el conocimiento propio. Si no os conocéis a vosotros mismos, no hay paz".  Más claro es difícil decirlo. Todo lo demás es "manosear" la palabra Paz, dándole la vuelta a su sentido profundo, como quien le da la vuelta al calcetín para conseguir algo de nosotros: sea un voto, un silencio, un puñado de euros, o un soldado...Lo que en cada momento interese.

Ese tipo de "pacifismo de solapa"  o de lo políticamente correcto debe ser superado. Si los líderes, los poderes fácticos o los gobiernos quieren jugar a ese pacifismo de "darle la vuelta al calcetín", ¡allá ellos! Nosotros, como mayoría que puebla este planeta, apostemos por esa "Reverencia por la Vida", que tan bien describía Albert Schweitzer, Premio Nobel de la Paz en 1952: “

Foto de Evgeniy-Maloletka
Respetar la inmensidad sin fin de la Vida (…) Respetar todo lo que vive (…) Sentir compasión hacia todo lo que vive: he aquí donde radica el principio y fundamento de toda ética. Quien un día haya realizado esta experiencia, no dejará de repetirla, quien haya tenido esa toma de consciencia una vez, ya no podrá ignorarla jamás. Este es un ser moral que lleva en su interior el fundamento de su ética, porque la ha adquirido por propio convencimiento, porque la siente y no la puede perder. Pero aquellos que no han adquirido esta convicción, no tienen más que una ética añadida, aprendida, sin fundamento interior, que no les pertenece y de la que fácilmente, según las conveniencias del momento, pueden prescindir. Lo trágico es que, durante siglos, la humanidad sólo ha aprendido éticas de conveniencia, que cuando hay que ponerlas a prueba no resisten: son éticas no sentidas. El resultado es la grosería, la ignorancia, la falta de corazón… Y, no lo dudemos, esto es así porque todavía no es general la posesión de la base de toda ética: el sentimiento solidario hacia toda vida, el respeto total a la vida”. 

Si ese concepto de PAZ, con verdaderas mayúsculas, no ha calado en los habitantes de este planeta, no habrá otro remedio que apostar por lo que decía María Montessori en "Educación y Paz": “Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz. La gente educa para competir y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz”. Es lo que insistía Schweitzer, “mientras el círculo de la compasión no abarque a todos los seres vivos, el hombre no hallará la paz por sí mismo”. Esto también lo recogen de otro modo los Evangelios: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeñuelo de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mateo, 25:40). 

Foto de Yuri Dyachyshyn
Ojalá que, tras todo este proceso interior, nuestra vibración sea alta, y no nos dejemos arrastrar por este frenesí belicista. Pero no seamos inocentes: aunque hagamos ese trabajo interior fundamental, salvo que seamos mayoría, desde fuera van a intentar forzarnos a participar de ese "luchar por la paz", de ese "prepararnos para la guerra, si queremos la paz", de ese concienciarnos de la "amenaza total y absoluta" que se cierne sobre nosotros. Y será entonces cuando debamos ser conscientes de que nos ha tocado vivir en este mundo y en este momento, y de que no tenemos más remedio que asumir la convivencia con toda esta locura. Pero que no nos pidan ir más allá. Convivencia con toda esta locura sí, no queda otra. Connivencia no. Que no nos pidan ser cómplices de esta barbaridad o indiferentes a ella. No seamos tan estúpidamente correctos como para tolerar un mal así. Y aunque nunca nos hubiéramos imaginado plantearnos esto, quizás no quede otra que hacer como padres, lo que ya hemos acordado con nuestros hijos. Lo recoge muy bien una estrofa de esta bella canción en alemán (ver con subtítulos en español), para evitar lo que tantas familias ucranianas, rusas, palestinas o israelíes ya están sufriendo:

"Prefiero irme a un lugar desconocido, siendo pobre o ladrón de la noche.

Prefiero huir con ellos yo mismo a que ustedes les hagan sus siervos.

Prefiero que nos vayamos lejos, y vivir pobres o como ladrones de la noche.

Sólo tenemos esta corta vida.

Lo juro, y se lo digo directamente a la cara:

NO darán su vida por su locura.

NO. No daré a mis hijos".


Ojalá que, junto a nuestros hijos y nietos, seamos mayoría, y nadie pueda imponernos la locura de la división y de la lucha.

Ojalá que cada vez seamos más quienes tengamos interiorizada esa PAZ con mayúsculas que tanto y tantos anhelamos. 


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sábado, 20 de abril de 2024

¿Tiempos de preocupación?

Nos quedamos totalmente aislados. La tormenta no amainaba. El viento rugía sin cesar, y la lluvia acabó provocando lo que presagiábamos: el desmoronamiento de una colina cercana a la cantera, y el consiguiente bloqueo de la carretera que nos unía a la civilización. Los vecinos, con sus "todoterrenos", tuvieron que desistir de subir y nos avisaron por whatsapp de que no nos moviéramos de casa. Nada más lejos de nuestra intención. Nuestro pequeño C3 poco podía hacer frente a aquel derrumbe y a aquella inmensa crecida del río. Mey y yo nos pertrechamos junto a la chimenea, revisamos que teníamos leña y víveres para aguantar el tiempo que hiciera falta, y contemplamos sobrecogidos el diluvio y el poder de la Naturaleza a través de la ventana. Nos sentimos pequeños, muy pequeños, ante aquel espectáculo. Pero sin embargo no había preocupación.

Peponi, marzo 2024

Antes de lo que esperábamos, las máquinas desbloquearon las toneladas de tierra y barro acumuladas en la carretera, y pudimos regresar a casa. Y entonces volví a reparar en aquella ausencia de preocupación al saber que estábamos atrapados allí arriba, solos en Peponi. Años atrás, cuando mi mente no paraba de martillearme con el eterno mantra de "estoy preocupado", esa situación habría supuesto quizás la gota que hubiera colmado el vaso. ¿Qué pasaría con la vuelta al trabajo? ¿Y los niños? ¿Tendríamos comida suficiente? ¿Iría la cosa a peor? Eran tiempos entonces en que creía que debía resolver cada obstáculo o injusticia que se cruzase en mi camino. Y lo debía hacer con voluntad de hierro y nervios de acero. Para ello, mi mente siempre debía estar alerta repitiendo una y otra vez: "estoy preocupado....estoy preocupado". Sin embargo ahora, quienes me conocieron hace años, me ven distinto. Quizás aceptando mucho mejor nuestra fugacidad, nuestra fragilidad, nuestros límites, nuestras imperfecciones, nuestra vulnerabilidad... Dándome cuenta que a las contrariedades que ya de por sí nos trae la vida, le solemos añadir innecesariamente la carga del sufrimiento y la preocupación, que es sólo y exclusivamente responsabilidad nuestra. Y todo por no saber aceptar lo que la vida depara, y por no saber respetar los tiempos y el grado de evolución de cada situación, de cada persona.

De un tiempo a esta parte, he tomado medidas. He decidido no andar tan preocupado por dentro, y contemplar más y mejor lo de fuera. Me he dado cuenta que es imposible aspirar a un mundo diferente para vivir y estar al mismo tiempo permanentemente preocupado por lo mundano.

Peponi, marzo 2024
He decidido emocionarme hasta llorar contemplando el paso de las nubes, el olor del azahar de nuestros naranjos, la belleza de nuestros cerezos en flor, o el milagro de las habas regalándonos su alimento semana tras semana. Creo que maravillarse por los pequeños detalles de los cambios de estación o de los ritmos de la Naturaleza es lo que más y mejor sana la mente.

He descubierto que moriremos según hayamos vivido. Y que preocuparse tanto por lo material, e incluso por lo espiritual, no sirve de verdad a la hora de la verdad. Ya que tanta preocupación endurece el corazón como la borrachera o las adicciones. Tan sólo sirve el presente. Sólo el presente. Y para eso hay que conjugarlo mucho, practicarlo mucho.

Para mi sorpresa, en estos 3 ó 4 últimos años, he descubierto también que si ando siempre preocupado no tengo claridad mental suficiente ni la distancia emocional necesaria para analizar fríamente, todo lo que está pasando en el mundo. Y como quiero a toda costa evitar ser presa de la manipulación, viéndose tan "a las claras" que nos quieren preocupados y miedosos, me toca a mi cuidar ese equilibrio dentro de mi.

Peponi, marzo 2024
También he decidido relajarme con mis errores y con los de los demás. Mi inercia es la de tratar de ahorrar el tropiezo a mis hijos o la gente a la que quiero, en base a la experiencia de mis infinitas caídas. Ya he descubierto que la cosa no va así. Aunque aquí aún me queda mucho recorrido, la verdad. Reconozco que esto es de lo que más me cuesta, yo que he estado toda la vida de "resolvedor", siempre con una espada en la mano luchando frente a "marrones" y problemas. Pero ahora entiendo que debo intervenir menos, porque acabo entorpeciendo procesos y aprendizajes que deben producirse, y que yo mismo he experimentado tropezando. Más aún cuando hay fenómenos y circunstancias que se producen mucho más allá de mi comprensión y de mi capacidad de anticipación. Así que me esfuerzo por callar y por no hacer. Aunque cueste.

En definitiva: he decidido despertar por fin. No sé si a todo, pero prometo que a todo lo que puedo, y cada día observo que puedo más. ¿Que a qué estoy despertando? A lo único que realmente existe. A la nube, al árbol, a la tierra, a los lirios, a los pájaros, a quien está a mi lado...a lo que tengo justo delante y antes no veía.

Durante los días que estuvimos atrapados en las montañas hace dos semanas Mey y yo, mi mente no pronunció ni una sola vez lo de "estoy preocupado". Sin embargo no paró de dar gracias y de repetir lo de "¡Qué maravilla!". El aguacero y la ventisca se fueron. El aislamiento también. Los obstáculos del camino desaparecieron. Y volvió a salir el sol e incluso un maravilloso arco iris doble fue el impresionante colofón a toda aquella experiencia. Quizás como en la vida. Quién sabe si algo tuvo que ver la ausencia de preocupación.

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sábado, 16 de marzo de 2024

La mirada de aquella chica

Puede sonar a la Prehistoria. Y si suena así es porque realmente lo es: mi pre-historia. Pero a pesar de la cantidad de años transcurridos, hay cosas que nunca se olvidan. Un olor, una frase, un paisaje, unos andares, un pastel tomado en el césped de un parque, aquella chica... Lo de aquella chica tiene para mí un día y un lugar muy concretos: 30 de julio de 1987, Portland Street, Exeter. ¿Qué hacía yo en en la capital del condado de Devon, al suroeste de Inglaterra, recién cumplidos los 15 años? Había estado varias semanas practicando inglés con una familia de Cornwall. Y aquella ciudad de Exeter y aquella casa de Portland Street eran el punto de encuentro de muchos de los chavales de aquel programa de idiomas, desperdigados por distintas familias de acogida de la zona, y desde allí se organizaban los autobuses para el aeropuerto de Londres y el posterior vuelo a casa. Aquel 30 de julio me dijeron que venían dos hermanas más. Y a pesar de que, como monitor, pocas ganas tenía yo de que siguiera llegando más gente, cuando el coche que las traía las dejó en la puerta, me pareció que mi deber era acercarme, saludar, y ofrecerme a ayudar con el equipaje. La respuesta de una de las dos chicas me dejó planchado. "¿Qué pasa: que no tengo yo manos para coger la maleta?" No sabía ni dónde meterme. ¿Se podía ser más "borde"? ¡Qué largos se me iban a hacer los días siguientes hasta coger mi avión!, pensé yo...    

Poco podía imaginar que pasados unos días de aquella entrada triunfal, acabaría haciéndome íntimo amigo de aquellas dos hermanas. Y que bastantes meses después, empezaría a "salir" con aquella chavala que me dio el "corte del siglo" tras mi ofrecimiento con su equipaje. Cosas del destino, imagino. Aunque poco esperanzadora se antojaba aquella relación ante semejante "flechazo" inicial. Y menos aún cuando un día, tras varios meses de noviazgo, me reconoció sin tapujos que no se había percatado hasta entonces del color de mis ojos. ¿¿¿Cómo??? Lo del equipaje tenía un pase, ¿pero que ni siquiera se hubiera fijado en mis ojos azules durante todos esos meses? ¡Pero si en esas edades es en lo que te fijas del chico o la chica que te gusta! De sus ojos, de su apariencia física, de sus habilidades deportivas, de sus resultados académicos....¡Pues no! Con aquella chica nada de eso funcionaba. Pero vamos, no es que no funcionara: ¡es que no le prestaba ni la más mínima atención!...Menuda "cura de humildad" para mi autoestima y mi ego. Yo que me había tragado lo las películas de Hollywood, y ese arquetipo del "chico encuentra a chica", se enamora de su mirada y su sonrisa, le pide salir, y ella le dice que "sí", abrumada por sus ojos claros y por sus dotes en el baloncesto... Aquello que estábamos viviendo no había por dónde cogerlo a la luz de ese paradigma "peliculero", la verdad. Y sin embargo parecía funcionar. Aunque debo admitir que, durante años no he entendido muchas cosas de todo aquello, y como buen "cuadriculado mental" y "cateto espiritual" que era, siempre preocupado por el "qué dirán", preferí no hacerme algunas preguntas. Preguntas que casi 40 años después han empezado a tener respuestas para mí ahora, que soy aprendiz de casi todo.

Lo de la sonrisa perpetua y lo de la mirada de aquella chica, poco tenían que ver con patrones estéticos. O mejor dicho, eran una plasmación en forma física de algo subyacente que yo intuía, pero que iba más allá de la belleza superficial. Era como si aquella sonrisa sin fin evidenciase una alegría profunda del ser, una independencia y libertad absolutas frente a lo que pudiera suceder a su alrededor, y una ausencia total de victimismo. Aún recuerdo mi perplejidad cuando ella me decía que estábamos solos en el mundo. Pero no que ella y yo estábamos juntos pero solos frente al mundo. No. Que ella estaba sola en el mundo. Y que yo estaba solo en el mundo. Y yo, pobre "mentecato", pensaba para mis adentros: pero entonces, ¿para que nos hacemos novios? ¿No dicen las canciones, las pelis y los libros que hay que buscar la "media naranja"? Pues no. Hoy sé que el amor no va de buscar a alguien que te complete. No va de necesitar a nadie para ser feliz. No va de poner en el otro tus esperanzas de felicidad. Tú debes ser pleno/a y completo/a por ti mismo/a. Tú debes ser feliz e irradiar luz. Debes quererte con locura. Sí. Tú a ti mismo primero y por delante incluso de tu pareja. Y luego, se trata de compartir con esa pareja esa plenitud. De eso hablaba la sonrisa de aquella chica. ¿Cómo vas a dar amor y alegría si no te quieres a ti mismo, y vas mendigando para que te den amor y cariño por ahí, como por desgracia sucede hoy día con tanta frecuencia? Aquella alegría permanente y a contracorriente de aquella chica hablaba de verdades de la vida que yo no entendía, pero que desarbolaban todo lo aprendido hasta entonces. Su rareza y escasez la hacían única.

LoganArt en Pixabay
Y si lo de su sonrisa era "heavy", lo de la mirada era el "apaga y vámonos". No es que fuese una mirada que transmitiese misterio, sensualidad o ternura en plan "telenovela". No se trataba de lo que causaba a su alrededor aquella mirada al observarla. Lo extraordinario no era la armonía, hermosura o contemplación artística de aquella mirada. No. Todo eso se refiere a lo externo, al envoltorio, a la apariencia. Era precisamente cómo miraba, cómo percibía lo que la rodeaba. Eso era lo revolucionario, lo que la hacía única. Porque por primera vez en mi vida, conocía a alguien que miraba sin prejuicios, sin etiquetas, sin condicionamientos. Pero de forma radical. Y no es fácil ser contemplado por una mirada así, cuando has vivido en el mundo de las etiquetas, de lo que hay que hacer, o de lo que todo el mundo espera. Sólo años después he entendido que una mirada desprejuiciada así lo remueve todo. ¿Cómo iba a tropezar aquella chica en estereotipos como los de "tío bueno", "cachas", "con ojos azules" o "empollón"? ¿Cómo iba a entrar su mirada en el juego del "galán que te ayuda a llevar la maleta, porque tú, pequeña damisela, eres demasiado frágil para ello"? Mirar el mundo así, sin prejuicios de ningún tipo, colocándonos a todos en el mismo nivel, ahora que lo pienso, si fuese generalizado, sería probablemente uno de los requisitos para que este mundo se curase. Porque estamos en plena guerra de etiquetas, de bandos y de narrativas. Y por el contrario, esas son miradas que van a lo esencial, que es lo que nos une, y no van a lo anecdótico, que es lo que nos diferencia: ser de la creencia X o del partido Y; defender a Ucrania o a Rusia, a Israel o a los palestinos; ver bien o ver mal la amnistía del Gobierno; defender las vacunas Covid o denunciar sus efectos secundarios, etc. Pero muy pocos están preparados para una mirada así. Incluso en la época de Jesús de Nazaret, imagino que le pondrían "a parir" cuando su mirada de la realidad le llevase a juntarse con prostitutas, corruptos y recaudadores de impuestos, porque para él era secundario que lo fueran, y simplemente veía en ellos a personas. Y no hay que irse atrás veinte siglos: a Pablo D´Ors, sacerdote católico, le llovieron centenares de críticas el año pasado simplemente por felicitar la Navidad con una tarjeta de Jesús abrazando a Buda. Mirar a los otros sin prejuicios y sin etiquetas es hoy un deporte de riesgo. ¿Qué puede hacer una mirada como esa en un mundo como este? Probablemente crear un mundo diferente para vivir. Hacernos a todos parte de un UNO universal, y derribar los muros y fronteras que nos separan. 

Quizás tenga mitificado aquel primer amor de juventud. Puede ser. Pero aquella chica estaba conmigo no porque yo tuviera los ojos azules, porque fuera deportista, porque sacara buenas notas o porque tuviera esto o pensara lo otro. Estaba conmigo por la esencia que veía dentro de mí y porque había decidido compartir conmigo aquel momento de la vida. Punto. Por eso aquella mirada de aquella chica jamás se me podrá olvidar. Porque escasean las miradas desprejuiciadas, aunque nos dejen "fuera de juego" en los paradigmas de ego e identificación en que siempre andamos enredados. Colocarse ante una mirada así te obliga a ser tú mismo, porque no valen los "posados" ni los "roles", ni tampoco se entra en el juego de las medallas, los celos o el chantaje.

No sé por dónde andará hoy esa chica ni qué será de ella, tras todos estos años. Es broma. Sí lo sé. Duerme junto a mí cada noche. Comparto con ella tres hijos maravillosos. Y sigo siendo el "fan" número 1 de esa chica. Y aquella mirada me sigue interpelando hoy para mirar más al fondo y no quedarme en la carcasa o en la superficie de las cosas o de las personas. A esa mirada le impresionan menos mis logros profesionales o mi cargo de jefe de hacienda que verme desbrozando hierba en el campo con mi viejo mono azul. Y por suerte, esa mirada sabe leer como nadie los renglones a veces torcidos de este mundo. Por eso es un regalo único compartir vida con esa mirada de la Vida. 

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sábado, 10 de febrero de 2024

Carcajadas de madrugada

Soy de esos tipos raros que no sufren madrugando. Lo confieso "señoría". No es que lo disfrute, pero tampoco lo sufro. Me pasa incluso en vacaciones. Ya de pequeño me levantaba temprano para leer cómics de Tintín. Cuestión de biorritmos, imagino. Pero desde hace siete meses la cosa ha cambiado. Ese inconfesable placer que siento en los amaneceres, se ha convertido en una insufrible tortura. Y la culpa no es del cha-cha-cha. La culpa es de la ducha-cha.

Desde el pasado mes de junio, nuestra comarca sufre graves restricciones de agua. La lluvia nos tiene bastante olvidados por aquí. Y desde la hora de acostarse hasta que la gente empieza a despertarse, ni gota. Aunque ha habido semanas en que los cortes superaron las 12 horas diarias. No entro en las decisiones u omisiones que nos han llevado hasta aquí. Mejor no. Pero lo cierto es que allá tú si te toca madrugar. Como a mí, a las seis de la mañana. En ese caso "apáñatelas" como buenamente puedas. O cambias de costumbre y te duchas en la tarde-noche anterior, o si llegas tarde a casa, sudas mucho durmiendo o simplemente te ayuda a espabilarte la ducha mañanera, tendrás que iniciarte en esa liturgia diaria que yo ya llevo casi 8 meses practicando.

Fifaliana-joy en Pixabay
Todo empieza la tarde del día anterior. Lleno el cubo blanco con unos 5-6 litros de agua para el inodoro. Por si acaso. Lleno el cubo negro con otros 5-6 litros de agua para la ducha. Lleno una botellita en el lavabo para las manos y los dientes. Y lleno el hervidor de agua con 1,8 litros que hervirán muy tempranito para unirse al agua fría del cubo negro y proporcionarme justo la temperatura adecuada para que, "cacito a cacito", cada mañana disfrute de una frugal ducha. Nada de empachos mañaneros. Apenas 7-8 litros de agua para estar limpito, pelo incluido. No muy placentero realmente. Y desde septiembre-octubre, la "rasquilla" tempranera provocando algún que otro tirite, la verdad. Por eso el placer de madrugar ya no lo es tanto, con estas cortapisas en el aseo.

Sin embargo el jueves pasado sucedió un milagro. No, no exagero. A esas horas también suceden milagros, si estás dispuesto a prestar atención. Bajaba yo las escaleras pletórico de legañas y bostezos, dispuesto a activar mi querido hervidor de agua cuando, como cada mañana, probé suerte, por si caía alguna gota del grifo. Aún no sé por qué lo sigo intentando tras tantas negativas diarias de mi querido grifo. Cuestión de costumbre, imagino. Pero, ¡bingo! Ese jueves estaba destinado a ser memorable. Aún no sé qué sucedió. Y poco importa, la verdad. Quizás el operario que tenía que abrir el agua esa mañana tuvo que hacerlo antes. O quizás el que la cortaba por la noche, se quedó dormido y no lo hizo. Pero ese jueves ¡caía agua del grifo a las 6 de la mañana! La liturgia del hervidor, del cubo blanco, del cubo negro, de los cacitos, y de la botellita del lavabo se podían ir a "hacer gárgaras" ese jueves. Esa mañana tocaba una "señora ducha". "Como Dios manda".

Me metí debajo de aquel maravilloso caudal de agua caliente, y juro que me reí a carcajadas. Sí, a las 6 de la mañana uno puede reírse a carcajadas. En realidad cualquier hora del día es buena para reírse a carcajadas. Y viendo por qué me reía, inmediatamente pensé que no hay motivos especiales para reírse a carcajadas. O que todo, absolutamente todo, es un motivo para ello. Quizás tan sólo vivir. Quizás simplemente ser consciente de la suerte que tienes. Quizás darte cuenta de que es un auténtico privilegio ducharte cada mañana, aunque sea con cubo y cacito. Y que si te ducharas a otra hora, tendrías agua caliente y en abundancia a tu disposición, como millones de personas no tienen.

También pensé esa mañana (porque las 6 de la mañana, por si alguien se anima, es la mejor hora para pensar) que en el fondo me reía a carcajadas porque algo cotidiano que damos por sentado, se había ausentado de mi vida durante meses, y por un día volvía a recuperarlo. ¿Cuántas cosas que tenemos a diario dejamos de apreciar porque pensamos que siempre estarán ahí, que nunca nos van a faltar, y que casi es obligatorio tenerlas o un derecho intrínseco a nuestra existencia? Y si hablo de cosas o momentos, ¿para qué decir de las personas? ¿Somos conscientes de que ese padre, esa madre, ese hijo o hija, ese marido o mujer que adoramos, y que damos casi por sentado cada día, puede que un día no esté? ¿Qué daríamos cuando ya no esté por volver a estar con esa persona, aunque fuesen 10 minutos de un jueves cualquiera? ¿No reiríamos a carcajadas pensando lo tontos que fuimos de no reírnos a carcajadas cada instante que estuvo con nosotros?

Yo lo dejo ahí. Que cada uno se duche cuando quiera, pueda y le dejen. Pero sobre todo, que cada uno sea consciente de que la vida es eterna, pero sólo mientras dura. Y que hasta la ducha que nos acompaña a diario, puede faltarnos para recordarnos lo afortunados que somos. Por eso ríete a carcajadas todo lo que puedas. Ríete de puro agradecimiento por vivir, y por todo y todas las personas que puedes disfrutar en esta vida.


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sábado, 27 de enero de 2024

Los viejos rockeros

Hay quien nace con música en las venas. Hay quien tiene el ritmo en la piel. Y hay también quien toca de oídas. Algunos, incluso, son sordos de un pie. Otros bailan al son que otros tocan. Hay expertos en improvisar. Algunos pocos, oídos sordos. Y otros cuantos los afinan más. Algunos llegan a "DJ" de sus vidas: no son muchos, pero los hay .

Pexels en Pixabay

No. No hablo sólo de música. Hablo de vida. De envejecer. Y la vida es como la música. Para algunos fluye por dentro como una canción inaudible. Pero para otros se convierte en una sinfonía silenciosa, llena de notas sombrías, fugaces o incluso invisibles.

Pero el amor a la música se entrena. Como pasa con la vida. A veces se hace preciso hacer una pausa en la melodía, cambiar de tonalidad, o incluso buscarse otra partitura. Sí. También en la música. Otras veces, se hace preciso bailar como si nadie estuviera mirando. A tu rollo. Sobre todo cuando la canción que ponen una y otra vez se hace insoportable. Sí, también pasa lo mismo con la música.

Es cierto que algunos llevamos la "marcha" en la sangre, y disfrutamos cualquier "sarao" que la vida ofrece, más que un cantante de ópera en una montaña rusa. Pero por muy "rockeros" que seamos, debemos estar en armonía con la vida. Y es preciso darse cuenta de que a medida que envejeces, conviene cambiar algo el estilo musical, para no desentonar, descubriendo nuevas armonías, y maravillándote ante cada nueva fase como un verso inesperado.

Atrás quedaron los grandes conciertos, los grandes auditorios, y los largos viajes por carretera con todo a cuestas. Atrás quedaron la firma de autógrafos, los chillidos de los fans y las giras interminables (televisión, campañas solidarias, pequeñas revoluciones, crowdfunding, libros, reivindicaciones, lucha contra injusticias...). Pero ¿qué más da que todo eso haya ya pasado? ¿Acaso eso era la música que llevabas dentro o sólo algunas de las manifestaciones de esa música?

Probablemente nos pase como a esos rockeros que envejecen, cuya música se vuelve más introspectiva, como si fuera una balada que resuena con las lecciones aprendidas. Probablemente es tiempo de conciertos en penumbra, sin apenas público, en salas muy pequeñas. Disfrutando cada acorde como si fuera el último, en un eterno presente. En este nuevo escenario, los viejos rockeros disfrutamos de notas más suaves, pero cuyo impacto en quien las oye es mayor, quizás por haber vivido ya cada estrofa de cada canción. Es como si en cada acorde nuevo encontrásemos una versión más profunda de nosotros mismos, viejos rockeros que se reinventan con cada compás.

Por eso nuestras melodías hablan hoy de paraísos terrenales, del vaciamiento interior, de sistemas donde la persona es el centro, de alimentos sanos, del disfrute de la vida, de las historias que nos montarmos en la cabeza, de si encajamos o no en este mundo, de los puntos y aparte, de entrenar la mirada, de no montarse películas, de prepararse para lo que llega...

Sin duda el público cambia, como los escenarios. Pero la música no deja de  sonar. Como si cada arruga contara una historia que sólo el tiempo puede contar. Quizás por eso dicen que los viejos rockeros nunca mueren. Porque con los años, no es la música la que habita dentro de nosotros: somos nosotros los que nos hacemos música.


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viernes, 15 de diciembre de 2023

Elogio al disfrute (2ª parte)

"Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas, y es agotador para los niños tener que darles siempre y siempre explicaciones". Esta es una de las primeras frases de El Principito. Una verdad como un templo. Porque ciertamente a los adultos tienen que explicárnoslo todo. Vemos un simple sombrero donde realmente hay toda una serpiente boa digiriendo un elefante. ¿Cómo hemos podido perder esa capacidad de ver más allá? ¿Dónde quedó la magia de nuestra mirada? ¿Qué le sucedió a nuestro don para maravillarnos ante lo más pequeño e insignificante? ¿Cómo caímos en esta desgana y este abatimiento? ¿Qué le pasó a ese innato súper-poder que todos los niños traen para el disfrute?

"El Principito"
Es curioso. Pero a raíz de nuestro último post hemos recibido muchos comentarios y mensajes por privado. Muchos más de los habituales ¿Por qué? ¿Quizás porque echamos de menos disfrutar más de la vida en medio de tanta mala noticia, de tanta queja, de tanta zozobra e incertidumbre aparentes? ¿Puede que sea porque nos gusta asomarnos a esa ventana de lo ajeno, como cuando vamos a un restaurante y estamos más pendientes de fotografiar y subir a instagram nuestro plato que de saborearlo? ¿Podría ser porque tenemos miedo al disfrute?  ¿O quizás se deba directamente a que nos recuerda a cuando disfrutábamos de pequeños, antes de hacernos unos responsables (y amargados) adultos?

La simpleza de “vivir” se pierde en las complejidades de la vida moderna. Incluso en los entresijos de "palabrejas" que nos etiquetan, porque dando un nombre a todo pensamos que habrá remedio. Como esa de la "querofobia", que muchos dicen tener cuando temen ser felices, pensando que después de un momento de disfrute pasará algo trágico, porque dicen que la felicidad es efímera y hay que protegerse frente a lo malo que pueda venir después. Y mientras tanto, la vida pasando delante de nuestra "narices". Y el disfrute también. Algo impensable para un niño, para el que el disfrute es lo primero.

¿Quién se detiene hoy día para sentirse interpelado por un cuento o una fábula, como cuando de pequeños nos tirábamos horas saboreándolos en nuestra imaginación tras escucharlos. Esta semana me encontré un cuento zen que va "al pelo" de todo esto: "Un hombre que cruzaba un campo se encontró con un tigre. Huyó y el tigre corrió tras él. Al llegar a un precipicio cayó en él pero pudo agarrarse con las dos manos a una raíz y quedó colgando del borde. El tigre le olisqueaba desde arriba gruñendo. El hombre, tembloroso, bajó la vista y vio que muy abajo, al fondo del precipicio, otro tigre aguardaba para devorarle. Sólo la raíz lo sostenía. En ese momento dos ratones, uno blanco y otro negro, se pusieron a roer poco a poco la raíz. Al mismo tiempo el hombre vio una suculenta fresa silvestre cerca de él. Aferrándose a la raíz con una sola mano, arrancó la fresa con la otra y se la metió en la boca. ¡Qué sabor tan dulce tenía!". Pues eso.

Imagen de "El Principito"

¿Qué nos pasa? ¿Cómo nos es indiferente algo tan básico de la existencia humana como el disfrute, cuando casi antesdeayer era la base de nuestra vida? León Gieco, en su famosísima canción, le pedía a Dios unas pocas cosas. Quizás habría que añadirle una estrofa más:
"Sólo le pido a Dios
Que el disfrute no me sea indiferente
Que en el devenir de días y de horas,
la alegría sea mi guía permanente"

El disfrute implica que nos metemos de lleno en la realidad. Que somos capaces de ver más allá de la tela de ese aparente sombrero, de meternos en él, y deleitarnos con esa prodigiosa boa y su enorme presa. Que comulgamos con esa realidad. Que en cierto modo, nos hacemos uno o una con la Vida. Sea lo que sea. Así de simple:

Es partirse de risa ante cualquier "bobada".

Es el tacto suave del ser querido cuando te abraza en la puerta de casa.

Es un edredón compartido y el calor que nace de las pieles contiguas.

Es la complicidad juguetona del perro del vecino cuando te acompaña en una caminata mostrando su gratitud porque le has dado de comer.

Es compartir una película en familia, amontonados en el sofá, sabiendo que dará para horas de conversación. O un "conti" en la playa en un atardecer en El Morche.

Es el ruido ensordecedor de cada comida cuando estamos todos en casa. O los silencios eternos cuando vamos cogidos de la mano.

Es cuando todos cantamos haciendo el "tonto" en un viaje en coche. 

Es una conversación profunda en una sobremesa o tras un desayuno.

Es divisar África desde la casita de campo en un día despejado.

Es observar a Mey mientras le habla a sus plantas.

Es contemplar el paso del tiempo, y sentir que estás más cerca de lo que te trajo a este mundo y de ser tú mismo.

Fue el abrazo de ayer a Pablo en el aeropuerto tras meses de estudio, igual que a Samuel el próximo lunes .

Y serán los audios, las fotos y las videoconferencias cuando vuelvan a irse y sigamos conectados sin que haya distancias.

Sí. Así es. Cosas de niños. 

Antoine de Saint-Exupéry decía también en "El Principito" que "lo esencial es invisible a los ojos". Pero como pasa con el sombrero y la boa, en realidad lo que sucede es que lo esencial es visible, muy visible, pero no lo vemos. Porque somos incapaces de meternos de lleno en la realidad. Lo esencial no es lo que esté detrás de nuestros ojos: es lo que está delante. El problema no lo tiene la realidad, lo tenemos nosotros y cómo tenemos entrenada nuestra mirada. Y parece invisible, pero está ahí, al alcance de la mano, en lo más sencillo. 

Porque disfrutar no es dejar de ser responsable. Disfrutar no es ser poco realista. Disfrutar no es estar en las nubes. Disfrutar es lo que te recuerda la suerte de estar vivo o viva...mientras lo estés. Sé que a los adultos esto nos cuesta entenderlo, y que es casi un misterio para nosotros. Pero ya sabéis lo que se dice también en El Principito: "Cuando el misterio es demasiado impresionante no es posible desobedecer".


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sábado, 2 de diciembre de 2023

Elogio al disfrute

Tras más de una década escribiendo en este blog, hoy debemos realizar una importante rectificación. Tan importante, como que probablemente pone en entredicho algunas de las prioridades que hemos compartido en estos más de once años y medio de complicidades y confidencias. Quizás fue un exceso de consideración. Puede que miedo a parecer insensibles. Una empatía mal entendida. O quizás nos pudo el pudor. Pero lo cierto es que no quisimos (sí, porque fue algo muy consciente) expresar en toda su intensidad una de nuestras principales señas de identidad como familia. Eso que hace que los niños digan que somos "una familia muy 7", hablando de eneatipos: unos auténticos "motivados de la vida".

Samuel con 2 años
Durante años, y en muchas circunstancias, nos hemos abstenido de compartir miles de pequeños momentos que constituían lo que realmente da sentido a la vida. Quizás porque veíamos a nuestro alrededor a gente sufriendo, pasando "fatigas", padeciendo miedo e incertidumbre de modo insoportable para ellos. ¿Cómo podíamos explicitar todo lo que, sin embargo, nosotros estábamos viviendo? ¿No era en el fondo una falta de delicadeza y de tacto hacia esas personas, que soportaban situaciones así? Por eso nos retuvimos. Por eso nos aguantamos. Por respeto, por consideración y por no parecer indiferentes. Matizando mucho, retrasando su relato o incluso omitiendo esas vivencias. Pero ahora creemos que pudo ser un error. Y por eso rectificamos.

Dice Pablo D´Ors que hay tres verbos que son los que dan sentido a la vida. En el "cole", cuando éramos pequeños, nos explicaban que hay tres conjugaciones para los verbos: las de aquellos cuyo infinitivo acaba en AR, las de los que acaban en ER y las de los que acaban en IR. Pues bien, también hay tres conjugaciones para la vida, representadas por tres verbos. Descendentemente, la primera es la del verbo SERVIR, que es el que hace que nuestro sentido y vocación se dirija hacia los demás, hacia fuera, hacia el prójimo. La segunda es la del verbo CRECER, que es la que enfoca nuestra existencia hacia la evolución interior, hacia la conexión con el TODO, la que nos hace sentirnos UNO con el Universo, y la que impulsa el descubrimiento de la parte divina que habita en todos nosotros. "Servir" y "Crecer" han sido dos grandes ejes sobre los que hemos compartido muchos de nuestros posts en estos años. Pero ¿cómo conjugar los dos verbos anteriores? ¿Cómo saber que vamos por el buen camino? ¿Qué indicador tenemos para saber que no nos estamos equivocando? Pues por la tercera conjugación de la vida: la del verbo DISFRUTAR.

Pablo, 2021

Por mucho que nos empeñemos, el mundo no está para que lo cambiemos. Está para que lo acojamos, como el regalo que es, y lo disfrutemos. Y si no disfrutamos, estamos perdidos. Pero perdidos, de verdad. Porque el disfrute es el verdadero indicador de que vamos por el buen camino. De que no nos estamos desequilibrando, ni por exceso ni por defecto. El disfrute ayuda a encontrar el punto medio, el punto de equilibrio. En el "servir", evitando que caigamos o en descuidarnos a nosotros o en descuidar a los demás. Y en el "crecer interior" evitando que nos ensimismemos o aislemos del resto, o que ni nos aguantemos a nosotros mismos. Por eso es crucial disfrutar y contagiar disfrute. Por eso no hay nada como ver a un niño o a un perro disfrutando en la playa, corriendo, saltando y "flipando". Y por eso no podemos dejar de hacer apología, exaltación o elogio del disfrute. Porque es el que nos va a dar la clave de que estamos conectados con la vida, fluyendo con ella. Y cuando disfrute, servicio y crecimiento interior van de la mano, en armonía y equilibrio, se acabaron los tabúes sobre el placer o el gozo en todo, incluso en el sexo. Todo forma parte del gran regalo de la vida. Porque a fin de cuentas, la llave para disfrutar de la vida es aceptar cada situación tal como es y hacer lo mejor con lo que tienes.

Eva, 2021
Nuestra hija Eva no lo pudo expresar mejor durante la pandemia. En aquellos meses de zozobra, de miedo generalizado, y de estrictos confinamientos, mascarillas y pinchazos, ella no paraba de decir que estaban siendo los mejores días de su vida. ¿Cómo íbamos a extendernos mucho hablando de ello en el blog en aquellos momentos? Hubiera parecido una herejía. Sin embargo, no había nada más auténtico que su disfrute entre tanto sinsentido. Estaba riendo, gozando, aprendiendo y exprimiendo la vida a cada minuto en aquella familia extendida de ocho en que nos convertimos durante meses. Por supuesto que era incómodo compartir el poco espacio que teníamos entre tanta "peña". Por supuesto que todo era más ruidoso. Y por supuesto que había inquietud ante tanta noticia alarmante. Pero ¿y aquellas comidas interminables? ¿Y aquellas tertulias apasionantes? ¿Y aquellos relatos de lugares lejanos? ¿Y las sesiones de cine apiñados en el sofá? De eso va el disfrute.

Mey, 2021
A Mey se le acercaron el pasado jueves un grupo de estudiantes a la salida de clase. Todos ellos eran adultos. Y venían a darle un mensaje: tras estos primeros meses de curso, jamás habían conocido a nadie que disfrutase tanto de su trabajo como ella. Desbordaba entusiasmo y energía en cada sesión. Y eso les contagiaba para involucrarse no sólo en el aprendizaje del idioma, sino en superar sus zonas de confort y sus creencias limitantes. ¿Os imagináis lo que sería de este mundo si todos pudiéramos desparramar ese disfrute en nuestros respectivos trabajos? ¡Sería la "leche"!

En casa no somos buceadores profesionales. Ni mucho menos. Pero una o dos veces al año vamos a algún lugar especial para hacer snorkel, como la playa de Rijana o este año el Gran Arrecife de Coral. Y cuando lo haces tan esporádicamente, sumergirte en aguas plagadas de vida, de miles de peces de colores o de corales y algas que derrochan belleza, te transporta a este sentido del disfrute. Es como adentrarte en otro mundo viviendo en éste, porque te introduces y fluyes con ese mundo que tu "día a día" casi te hace olvidar. El disfrute te invita a otra visión del mundo que ya habitabas, pero al que habias dado la espalda. Simplemente haciéndote uno con esas aguas o esa vida que te acoge. 

Torrox, 2023
Seguro que habrá algún avezado lector o lectora que piense: "sí, claro, pero a veces la vida trae calabazas, y en esos momentos, pocas ganas de disfrute le quedan a uno/a".  Tan sólo recordar ahí, lo que decía Charles R. Swindoll: "La vida es 10% lo que nos sucede y 90% cómo reaccionamos ante ello". Quizás incluso esas calabazas sean una buena llamada para observarnos y replantear cómo reaccionamos ante ellas, y si entre calabaza y calabaza hay espacio para algún que otro disfrute.  

"El Cielo se ha pensado para disfrutar todo lo que, por tontos, no hemos disfrutado en la Tierra". Cuando estas palabras las pronuncia un sacerdote católico como D´Ors, su fuerza es aún mayor. Porque quizás la vida no es un valle de lágrimas, como tantas veces hemos escuchado. Quizás no se trata de "ir tirando", como se suele responder cuando te preguntan cómo estás. Y quizás debamos salir de la espiral permanente de "la que está cayendo", y crear nuestra propia realidad. Una realidad bien cargadita de disfrute hasta los bordes. Toca zambullirse en el disfrute más profundo. Porque nos lo merecemos. Porque ese es uno de los motivos por el que existimos.

PD: Prometemos que habrá más disfrute de aquí en adelante en este blog ;)

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sábado, 18 de noviembre de 2023

Ironías de la vida tomando alguna bebida

Ya he perdido la cuenta de las preocupaciones que debería tener. Arrimar el oído en tu bar o cafetería de confianza mientras te tomas algo es hoy un deporte de riesgo. Valgan unos cuantos ejemplos de conversaciones que he presenciado esta misma semana:

Foto de StockSnap en Pixabay

-Mi presentador favorito dice que lo de la amnistía amenaza peligrosamente mi convivencia democrática. Dice que es todo un golpe de Estado, aunque yo no entienda muy bien de lo que habla. Y lógicamente me indigno. Tanto como para salir a la calle, portando la bandera del Mundial, a defender el Estado de Derecho, aunque no tenga muy claro qué es exactamente eso. Pero mi presentador favorito sí que lo sabe perfectamente. El presentador favorito de mi vecino le dice que es una oportunidad histórica para superar conflictos del pasado, que es momento de defender la pluralidad del país, y que nada de "donde dije digo, digo Diego". Mi vecino, aunque tampoco se aclara mucho, lógicamente, le hace caso también. Por eso, mi vecino y yo ni nos miramos en el ascensor. Al menos hasta que nuestros presentadores favoritos se pongan de acuerdo en algo, como hicieron cuando lo del pinchazo en el brazo. Ahí mi vecino y yo sí que hacíamos "piña". Aplaudíamos "a rabiar" a las ocho. Y gritábamos como "descosidos" desde el balcón a los que sacaban el perro a pasear con demasiada frecuencia.

Foto de Surprising_Shots en Pixabay

-No sé cómo la gente no espabila. ¡Con la que está cayendo! Si hasta escuché esta mañana que este 2023 ha sido el año más cálido desde el inicio de los tiempos. ¡Qué barbaridad! ¡Y que la gente no se dé cuenta! ¡Despertad, hombreeee! Que como no hagamos algo, nos acercamos al Armageddon... Creo que debería ser obligatorio saber en qué se gasta la gente los "cuartos", y al que se pase de viajar en avión, de comprar filetes de cerdo en el "súper", o de llenar de diésel el depósito constantemente, que le penalicen o le corten el "grifo". ¡Hombre! ¡Tanto CO2, tanto CO2! Menos mal que por ahí van los tiros con lo de la identidad digital europea que acaban de aprobar. ¡A ver si esta gente de la Unión Europea, que son los que de verdad saben, ponen a la gente "en cintura" y controlan lo del calentamiento global y de paso a los que trafican con los datos personales, hombre!

Foto de Glidagida en Pixabay

-El otro día, esperando a los niños en la puerta del colegio, oí "de refilón" que estaba negociándose un Tratado de Pandemias, impulsado por la OMS. Y que si se aprobaba en mayo de 2024, los países cederían su soberanía en materia de salud, de modo que sería la OMS la que tomaría las decisiones de obligado cumplimiento por todos, en plan "Gobierno Mundial". Dudo que eso sea verdad. Son las mismas madres que la semana pasada hablaban de que se había descubierto que el proceso productivo masivo de las vacunas del Covid se había cambiado respecto al de los ensayos clínicos, y que eso podría tener consecuencias muy graves. El grupillo de "negacionistas" conspiranoicas de siempre, vamos. Igualitas que mi cuñada: que bastante nos costó en casa que no viniera a las cenas de navidad por anti-vacunas e irresponsable. De todos modos, estoy segura que serán "chismorreos" de madres. ¡Fijo! Porque si yo, que estoy al día de todo, no lo he oído ni en la "tele" ni en TikTok, seguro que es una "fake news" de esas. En cuanto llegue a casa se lo pregunto a los de Newtral o a Maldita.es. ¡Menos mal que tenemos a estos verificadores, alejados de conflictos de intereses, que nos aclaran definitivamente la verdad de todas las cosas! De todos modos,  si fuera verdad, tampoco es tan importante, porque durante la pandemia, la OMS recomendó lo que había que hacer y todos los países, disciplinadamente, hicieron exactamente lo que sugería. Así que para el caso, daría igual, ¿no? 

Foto de Life-Of-Pix en Pixabay

-Voy a tener que hacer algo. El grupo whatsapp de las compis de "crossfit" no para de enviar vídeos con los horrores de la guerra en Israel y Gaza. El de los padres de la guardería no para de enviar estudios sobre ictus, miocarditis y cánceres provocados por las vacunas. El de las "cervecitas" del viernes, no para de enviar "chistecitos" y memes sobre la subida de precios y el encarecimiento de las hipotecas. Y los pesados del trabajo no paran de enviar manifiestos contra la ley de amnistía en ciernes. Y para colmo en cada grupo, unos dicen lo contrario de los otros, y así andan todo el día "a la gresca" con centenares de mensajes ¡Me acabarán obligando a jubilar el móvil, como sigamos así! ¡Ya verás! Bastante tengo con tratar de estar al día con tanta desgracia, como para tener que estudiarme cada asunto y dilucidar quién lleva razón. Yo que había decidido ceñirme sólo a los titulares de la prensa en el móvil, cuando estoy en el baño, para evitar los ardores...Terminaré dedicándome a la meditación contemplativa. Ya verás. Luego que no digan las tecnológicas que no avisamos, cuando a todo el mundo le pase lo mismo y mandemos los móviles y las pantallas "a tomar por saco"...


(Las anteriores reflexiones o afirmaciones son completamente ficticias. No están basadas en hecho reales, "ni por asomo". Son pura dramatización literaria. Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia...o no)


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jueves, 26 de octubre de 2023

La nueva historia


Será la edad o los tropiezos.

Quizás estemos despertando.

Pero no sirve ya lo de antes.

Algo nuevo nos aguarda.

Sólo quedan ya unos pasos,

una puerta, un escalón…

Sólo un "sí", sólo un "vamos"...


Dijeron que estamos solos.

Que tus genes son egoístas.

Que existimos lejos del resto.

Que sólo gana el más fuerte.

“Naturaleza” es sólo “lucha”.

¡Domina toda la Tierra!

¡Somete, estruja, muerde!


Dijeron que todo es caos, 

aleatorio, pura química.

Sin control, no hay bienestar.

Falta orden y concierto.

Sin fuerza, nunca hay progreso.

Nos rodea todo lo hostil.

Sin castigo, todo es exceso.


Nos tragamos esa historia.

Que sólo es real lo medible.

Al “todo” llegas por partes,

y desconfía: si no, ¡imposible!

Mente es más que emoción,

lo alto mejor que lo bajo,

y Dios vive lejos... si existe.


Ganaba sólo uno entonces:

o la vida o la muerte,

o uno mismo o lo demás,

o cabeza o corazón,

¡Viva así el propio interés!

Objetivo: supervivencia,

Argumento: la escasez.


En esa historia alocada

caben cuerpos "equivocados",

la realidad, según te sientas,

relativismo por todos lados.

No creas a tu conciencia.

Escucha y haz lo que te dicen.

Ten miedo por tu "carcasa".

Sin libertad, sí te bendicen.


Pero esa historia cambia.

Muchos hay con otro guión.

Mucha gente en muchos rincones

Nuevas historias de Creación.


Somos UNO en esa historia.

Espejos de lo que ES.

Hologramas de lo que existe.

Conectados, fuertes en red.

Ahora cuentan nuestros dones,

aportando vida y belleza,

únicos e imprescindibles,

un MUNDO NUEVO que empieza.


Gran Universo generoso,

dando orden, luz y vida.

Frente al caos, ayuda mutua,

comunidades, sendas compartidas.

Más caUsalidad que casualidad,

sincronicidad más que dispersión,

más intimidad, más intercambio,

más bienestar y participación.


Ante esa VIDA rica y plena,

olvidemos ya visiones parciales.

Somos únicos, muchas relaciones,

distintas escalas, interconexiones.

Mariposas que aletean aquí,

causan secuelas, lejos, allí.

¿Pones tus dones sirviendo a la vida?

¿Creas belleza, más luz encendida?.


Claro que hay Principios Universales.

Sí que hay saber más allá de la Ciencia.

Dios está en todo, todo es sagrado.

Sí que en nosotros habita la Esencia.

No entregues nunca tu libre albedrío.

Jamás delegues tu voluntad.

No olvides nunca que el cuerpo es templo,

y sana, cura, tanta necedad.


Quizá esta historia tenga aún poco eco.

Quizás aún creas falsas "verdades".

No son los humanos quienes crean historias.

Las HISTORIAS son las que crean REALIDADES.


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