No hay nada más revolucionario que la Navidad. De verdad. Lo que pasa es que nos da tanto miedo. Nos interpela tanto. Que preferimos embadurnarla de superficialidad. De comilonas y borracheras. De peces que beben en un río. De campanas sobre campanas. De cotillón. Y de luces, muuchas luces. Que se ilumine bien lo de fuera, vaya que nos dé por mirar adentro.
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Sin embargo no es ese el mensaje de la Navidad. La Navidad hace una llamada a regresar a lo pequeño, a lo sencillo. Nos invita a replantearlo todo, por muy adultos y creciditos que ya estemos. A revisar de arriba a abajo nuestro papel aquí. A prepararnos para la VIDA con mayúsculas. Y para ello no hay que correr ni estresarse. No hay mucho que hacer. De hecho se trata de no-hacer. O lo que es lo mismo: de NACER. Por eso la Navidad siempre llega con la imagen de un niño en un pesebre oscuro, alejado de multitudes, de ruido, de "likes", de fuegos artificiales y de consumismo absurdo. Nada que ver con el "buenismo" forzado, con los angelitos y sus alas de algodón, o con la solidaridad con fecha de caducidad.
Una verdadera Navidad nos revoluciona por dentro. No genera complacencia sino inconformismo. Huye del rebaño y asienta el ser divino que habita en cada uno de nosotros. Nos prepara para reafirmarnos en nuestro SER, por si toca expulsar a quien haga falta del templo de nuestro cuerpo o de nuestra dignidad. E incluso asienta las bases por si toca ser señalado, acusado, vilipendiado o incluso crucificado. "Moco de pavo", vaya...
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Menos mal que hay una Navidad por año. Por si se nos olvida el asunto. Para repasar. Pero hay mucha gente que hace del año una auténtica Navidad. Gente que ante cualquier necesidad del prójimo, dice "aquí estoy" o "
para eso estamos". Gente que vive con alegría y dignidad su vida en
territorios hostiles. Gente que
renuncia a su verdad o a cantar victoria, con tal de sellar con un abrazo el acuerdo. Gente a la que
le duele el prójimo hasta lo más hondo de las entrañas. Gente que construye
con silencios o
con palabras, pero siempre hacia arriba, siempre hacia delante. Gente que no deja de buscar y edificar
la mejor versión de sí mismo/a. Gente que siempre está
dispuesta a hacer algo, pero no cualquier cosa. Gente para la que siempre
es el momento para construir esa Navidad.
2020 fue duro. 2021 también. Quién sabe cómo serán los próximos años. De ti depende hacer de ellos una Navidad permanente. Porque entonces todo tendrá sentido.
Que tu vida sea un renacer permanente,
un precioso camino hacia las más altas cimas de ti mismo/a.
FELIZ NAVIDAD
-Blog: http://familiade3hijos.blogspot.com/
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