Pensé que nos quedaban pocas cosas que probar o que vivir como pareja. También pensé que cuando uno envejece se vuelve más conservador y timorato. Craso error. Me alegro de haberme equivocado en ambas cosas.
Nunca habíamos compartido lo de dar una conferencia los dos juntos. Lo hicimos este viernes en la Universidad de Málaga, ante familias de la asociación ASA. Reconozco que iba tenso y algo preocupado. Es lo que me suele pasar cuando no conozco al interlocutor y pienso que se va a aburrir o le va a parecer muy alejado o rompedor lo que vamos a compartir. Pero no. Era una charla muy poco convencional, y en pocos minutos, y tras un cuento y un juego con globos, todos estábamos hablando el mismo idioma, compartiendo las mismas inquietudes, y abriendo nuestros corazones. Lo de presentar nuestro libro era lo de menos. No deja de ser una excusa para lo fundamental: romper las barreras del miedo al ridículo o a ser diferentes, y sintonizar en nuestras búsquedas compartidas de un mundo diferente para vivir. Y lo que iba a ser una breve presentación de apenas media hora se convirtió en una bonita conversación en grupo de casi una hora y media. Al finalizar hubo cola para comprarnos libros con dedicatoria, algo también inédito y sorprendente para nosotros.
Dicen que lo contrario de vivir es no arriesgarse. Cuando te arriesgas y te topas con el regalo de la VIDA en mayúsculas, el miedo se diluye y te conviertes en adicto a vivir. Y entonces surgen preciosas situaciones nunca experimentadas. Nos arriesgamos al empezar a escribir y nos alegramos. Nos arriesgamos al publicar el libro, y nos alegramos. Nos arriesgamos a dar la cara en los medios de comunicación, y nos alegramos. Nos arriesgamos al contar nuestras vivencias en la charla del viernes, y nos alegramos mucho. E incluso cuando nos equivocamos, nos alegramos por el aprendizaje vivido. Este fin de semana estuvimos en una duna gigante con una pendiente de vértigo. ¿Arriesgarse a alguna torcedura a cambio de disfrutar como un niño? Sin duda.
Cuando uno se arriesga, el paso del tiempo parece rejuvenecer. El corazón rebosa gratitud. Y el encuentro de almas con personas desconocidas se vuelve habitual. Menudo regalo. Como para no arriesgarse...
Cuando uno se arriesga, el paso del tiempo parece rejuvenecer. El corazón rebosa gratitud. Y el encuentro de almas con personas desconocidas se vuelve habitual. Menudo regalo. Como para no arriesgarse...
2 comentarios:
Me encanta, esta es mi filosofía de vida, o la que pretendo abrazar. Saludos!
Sois todo un ejemplo de como debemos afrontar ese cambio de estilo de vida que cada día se hace más necesario. Gracias por compartir vuestras experiencias y reflexiones.
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