miércoles, 1 de octubre de 2014

Nuestros hijos: ¿dentro o fuera del sistema?

Hace unos días, yendo los cinco en el coche, tuvimos quizás una de las conversaciones más determinantes en la vida de nuestros tres hijos. Fuimos muy transparentes con ellos. Nos estamos planteando muy en serio que a final de curso abandonen el colegio o el instituto, y durante algún tiempo, educarles en casa o viajar por el mundo con ellos. Es algo que les llevamos planteando desde hace tiempo, pero a los dos mayores les entró el pánico.
A cualquiera de nuestros amigos o familiares que esté leyendo esto, quizás le pueda parecer una aberración que saquemos del sistema a unos niños con las notas que sacan los nuestros, compaginándolo además con el violín, piano o flauta travesera según cada caso, y además practicando cada uno su deporte correspondiente. ¿Tan hippies o snobs somos?
Para nosotros no es cuestión de que sus resultados o su adaptación a la escuela esté por encima de la media. Es cuestión de que no creemos en esta escuela. Ya en otro post hablamos de ello, aunque son muchos los "por qué": porque está pensado para competir en el mercado laboral y no para ser felices; porque está basado en la repetición reiterada de conceptos a lo largo de los años avanzando sólo milímetros de un curso para otro; porque no desarrolla el pensamiento crítico sino el "aborregamiento"; porque no despierta la creatividad ni atiende a la peculiaridad de cada uno, sino que los trata a todos iguales como en una cadena de producción; porque con demasiada frecuencia se convierte en un espacio de adoctrinamiento, como se evidencia en los intereses políticos tras cada reforma educativa; porque salvo honrosas excepciones, el profesorado traslada su mediocridad a su alumnado, no por culpa propia, sino porque está también educado en ese mismo sistema, que les impone además una burocracia de la que es muy difícil escapar; porque los propios padres ven a la escuela como un lugar donde "aparcan" a sus hijos, delegando totalmente la educación en el profesor, cuando el principal espacio de educación nunca debería dejar de ser la familia; etc, etc, etc
Desde hace años, estas y otras muchas razones nos han llevado a discusiones con profesores, y a tomar partido en la asociación de madres y padres, tratando de impulsar una educación distintas desde ahí... Al final dimisión al sentir que nuestra posición era no ya minoritaria sino casi única, y por lo tanto no representativa...
Tenemos varias parejas cercanas y de amigos que sí se han salido del camino "habitual": alguna de ellas ha optado por la escuela rural, donde sin duda, se experimentan cambios; otra educa a sus hijos en casa y les buscan clases p.ej. de baile y artes marciales; y otras dos han optado porque la mejor escuela sea el mundo, y viajan continuamente aprendiendo de todo lo que viven a su paso. Hablándolo con estas parejas, la alternativa es clara: en casa y en familia, tú priorizas y personalizas la educación y los valores que les transmites a tus hijos, pero con un coste: su socialización se ve afectada claramente, y en algunos de esos casos, los niños se sienten algo solos y con necesidad de amigos, salvo que entren en un desenfreno de actividades extraescolares.
Si no hemos optado antes por alguna de estas opciones de nuestros amigos, es precisamente por eso: porque nuestros hijos son extremadamente sociables, y preferíamos una labor de contra-programación de lo que aprendían en el "cole" que no nos gustaba, con tal de que pudieran mantener unos círculos de amigos que también les enriquecen. Pero se van haciendo mayores, y empiezan a aparecer tics, que nos preocupan, y que son incompatibles con nuestra visión como familia: malos modos y actitud de confrontación, ausencia de disponibilidad e iniciativa para "arrimar el hombro" en casa, preocupación por el "qué dirán", obsesión por las marcas o las pantallas, falta de generosidad...
La contra-programación se hace cada vez más ardua y difícil por su energía y capacidad de argumentación. Y de ahí que hayamos expuesto abiertamente nuestra preocupación, y la toma de decisión como familia. No como castigo, sino como una decisión importante que debemos tomar, teniendo en cuenta sus pros y contras. Ellos conocen bien lo que opinamos de este sistema educativo, y saben que estamos dispuestos a corregir en casa lo que se pueda de él. De hecho ya estamos viendo vías de homologación y apoyo como WRA o CLONLARA. Si ellos no hacen el esfuerzo para filtrar lo nocivo de ese sistema a la luz de los valores de casa, y tratan de reproducir lo que ven en sus amigos y profesores sin ningún espíritu crítico y de construcción de alternativas, no tendremos más remedio que "coger el petate". Nuestras circunstancias laborales cada vez son más propicias para ello. Y cada vez nos atan menos cosas a cualquier lugar o forma de vida. Cuando han estado en entornos propicios como O Couso o conviviendo en casa con nuestro amigo peruano, no sólo no aparecieron nunca esos tics, sino que sacaron lo mejor de sí mismos. Es momento de optar. La decisión es importante.

7 comentarios:

Paula Lago dijo...

Me hicieron volver unos años atrás cuando estábamos también con este tipo de decisiones en puerta. Recuerdo cuando hablé con mi hija y si bien ella ya no quería ir al cole, temía perder sus amigas pero eso fue parte también de nuestro compromiso.
Lo importante es que están haciendo lo que TODOS los padres deberían hacer. A veces me siento tan mal cuando los padres se quejan de cosas como estos "tics" o que viven enfrentados a sus hijos y no son capaces de plantearse cómo cambiar eso.
No sé, después de todo cuando un hijo está enfermo y vas de médico en médico y no te saben decir que tiene, y vas y pruebas todo...porqué no pueden hacer esto en cuanto educación verdad?
Tendríamos ciertamente otra sociedad.
Asique adelante!, si luego lo resuelven, si optan por probar esto al menos denle tiempo, a veces cuesta acomodarse pero nosotros ya llevamos 2 años y mis hijos ni se imaginan ahora volver al cole!!
Fuerza, y toda nuestra mejor energía de este ladito del charco!

Marga dijo...

Esto que planteáis hoy es, para mí un "temazo" sobre el que he reflexionado mucho. Es indiscutible que el sistema educativo tal y como está planteado no les está aportando nada. Al revés, como bien decís, está pensado para aborregar y mimetizar a nuestros hijos en la mediocridad, para competir en el mercado laboral y no para ser felices. La felicidad de mis hijos es mi única meta como madre: me importa tres pimientos que sean listos, guapos, que triunfen o que consigan un determinado prestigio. Lo único que quiero es que sean felices, PERO TAMBIÉN que para conseguirlo, no produzcan infelicidad a terceros, es decir que sepan lo que es la empatía, el amor y la compasión. Y no solo que lo sepan, sino que sean capaces de sentirlo. Y ahí es donde creo que está el meollo de la cuestión. Me explico:

Nosotros, la mayoría de los que hoy somos padres y leemos este foro, hemos sido educados dentro un determinado sistema educativo, pero sistema al fin y al cabo, que tampoco estaba pensado para hacer de nosotros seres felices y libres, sino que nos preparaba para competir de la mejor manera en el mercado laboral. En mi caso, aunque tenía materias que favorecían la reflexión como la disertación, no fue muy diferente. Desde muy niña estaba pendiente de la televisión para pedir la cartera del dibujo animado de moda y llevar las mismas zapatillas que mis amigas. Sin embargo, a diferencia de casi todos mis antiguos compañeros, yo he llegado a desarrollar un espíritu muy crítico que con el tiempo me ha hecho apartarme cada vez más de este sistema podrido en el que vivimos y acercarme a personas que sienten y viven como yo. Igual, supongo, os ha pasado a todos vosotros. Entonces, la solución no está SOLO en apartar a nuestros hijos del sistema, tiene que haber algo más. Eso me lleva a la segunda reflexión: ¿ese algo más está en la educación en casa? Podría ser, tanto por el modelo de padres que cada hijo tiene, como por los valores que se enseñan y transmiten. Sin embargo, creo que somos pocos los que podemos afirmar que nuestros hermanos han seguido un camino parecido al nuestro. En mi caso mi hermana es, muy a mi pesar, una españolita más: absolutamente aborregada por la televisión, viviendo las miserias ajenas que vende Telecinco entre anuncio y anuncio, sin saber si podrá pagar el gas o la luz el mes que viene, pero sin alzar la voz ni buscar otro camino, porque ese es el que le han dicho que tiene que seguir. En definitiva, la educación y los valores transmitidos por los padres tampoco garantizan que se consiga hacer de los hijos seres libres y felices, con capacidad de amar al prójimo y de poder ponerse en la piel del otro.Pensad si vuestros hermanos son como vosotros en eso, a pesar de haber sido educados juntos.

En definitiva, todo depende de la condición de cada uno y por desgracia, no todos hemos nacido con estas habilidades.

Dicho esto, es imprescindible velar por lo que oyen y ven, que la violencia verbal y física que les venden como normal no les sea indiferente, lo que vosotros llamáis "trabajo de reprogramación".Pero aun así,creo que solo podremos conseguir nuestra meta como padres si nuestros hijos son "de nuestra misma condición".

Paula Lago dijo...

Si bien entiendo el punto que plantea Marga, y que es muy cierto- incluso lo mismo al revés pues no todos los niños que van a la escuela terminan aborregados y demás- creo que no podemos comparar con nosotros mismos.
Y ahora me explico yo, mis hermanos no son como yo, es cierto, pero hemos recibido también educación diferente puesto que mis padres a mí me tuvieron a los 45, a ellos en sus tardíos 20 y casi 30, por ende conmigo fueron un poco más liberales, abiertos y además, mis hermanos me allanaron muchos caminos. No obstante y a pesar de ser diferentes, tenemos los mismos valores y todos hemos pasado por el sistema formal, a ellos se les pegaron algunos Tics y a mí seguro otros.
Yo creo que el verdadero tema acá es que nos han metido tanto pero tanto la idea de los "beneficios" de la escuela que no se puede pensar (a muchos les cuesta pensar) fuera de ese contexto.
Además de eso, han logrado con total éxito quitarnos la capacidad de creer que como padres sabemos lo que hacemos. Vivimos en una sociedad tan alienada que ya ni se preocupa por sus hijos, por ende que haya quienes sí es sinónimo de sospecha, de que los niños que hacen este estilo de vida están encerrados, que no conocen el mundo y que no se despegan de sus padres por tanto terminan con sus pegas buenas como malas.
Creo que nos merecemos empezar a cambiar las cosas cambiando paradigmas y sobre todo probar opciones. No se resuelve nada haciendo siempre lo mismo.
Sino cómo hacían 200 años atrás? o menos incluso!!! cuando la escuela no era para nada obligatoria!
Ay ay no me quiero prender porque no paro! jajaja

Marga dijo...

Querida Paula: Me encanta hablar contigo y compartir parecer desde esta plataforma que nos prestan nuestros amigos.
Estoy totalmente de acuerdo contigo en que hay que cambiar el paradigma. Lo que ocurre es que he contestado al post pensando en los niños mayores de nuestros amigos, pensando siempre en su felicidad. Verás, yo tengo dos hijos que se llevan seis años. Cuando decidimos cambiar el rumbo de nuestra vida familiar, podríamos habernos traído a nuestro mayor con nosotros, que tiene 17 años. Es un niño muy dócil y obediente, por lo que no hubiera sido muy difícil no ofrecerle otra opción que la de estar allá donde están sus padres. Yo sé que nuestro hijo hubiera acatado nuestra decisión, pero lo hubiéramos hecho muy infeliz, porque él que es muy buen deportista en lo suyo, quiere seguir practicando su deporte y estudiar en la universidad el año que viene educación física y no hubiera encontrado sentido a su vida aquí en el campo. Mi hijo no es un niño especialmente urbanita o metido en el sistema. De hecho, su primer teléfono móvil se lo compramos para su cumpleaños este año, cuando todos los niños de su clase llevaban todos con este cacharro más de 5 años. Se lo compramos para poder estar más cerca de él ahora que estamos lejos. Y aunque estaba muy estigmatizado entre sus compañeros por no tener uno, solo me lo pidió este año, coincidiendo con el pago de su primera beca como estudiante, para que no nos supusiera un gasto a su padre y a mí.
Tal vez en nuestro caso hemos dado el paso demasiado tarde, para poder volver a construir algo nuevo con él y ese no es tu caso.
Desde mi perspectiva de adulta creo que sería una suerte grandísima para los hijos de nuestros amigos poder conocer de primera mano esa nueva vida que sus padres les quieren ofrecer, pero: ¿ese cambio les hará realmente felices?
Me podrás contestar que a nosotros no nos dieron la oportunidad de elegir y nos tocó vivir de lleno en el sistema. Por decisión propia hemos decidido salir, o lo estamos intentando, pero: ¿no es precisamente porque hemos vivido de lleno dentro de ese sistema que hemos podido conocer sus vicios y ello nos ha llevado a querer salir del sendero marcado?

Paula Lago dijo...

Marga, totalmente de acuerdo contigo, de hecho no en este post pero en el anterior donde también plantearon este tema les comentaba que es importante hablar de las decisiones de este tipo toda la familia. Nosotros lo hicimos así aun cuando mi nena tenía entonces solo 8 años y le respeté que en un principio me dijo que quería seguir en el cole por miedo a perder a sus amigas. Fue luego de un par de semanas cuando ya no aguantaba más seguir soportando otras cosas que me dijo que mejor sí, que se educaba en casa.
A eso siempre me refiero, que lo importante es defender los derechos de nuestros hijos y ser escuchados en sus necesidades es lo primero de todo.
Yo apuntaba a todos los padres que por "cumplir" con el sistema, por miedo a salirse del sistema es que siguen insistiendo con algo que no resulta, que duele, que lastima.
Pero insisto, cada familia es justamente un mundo y nadie mejor que nosotros para cambiar cosas desde el lugar donde estamos.

Cristóbal Gómez Mayorga dijo...

Nos educamos en contextos culturales. Y la escuela actual no es un contexto de lo más educativo, ya que toda experiencia vivida es académica, institucional, normalizadora y nada crítica y estimulante. Lo ideal es educarse en experiencias vitales emocionales interesantes. Enhorabuena si las podéis disfrutar. En este mundo es complicado para mucha gente. No todo el mundo tiene contextos culturales y vitales ricos. Hay dos opciones: transformar la escuela, algo difícil o buscar alternativas. En eso andamos.

SERVICIODEPSICOLOGIAVILLAROSA dijo...

A mi me parece un acto de valentía y coherencia con el compromiso personal de unos padres, que si están aportando a sus hijos unos valores basados en el amor, en los dones y talentos personales y en la solidaridad con el mundo, lógicamente pretenden vivir en ellos y no solo observarlos sin experimentarlos.
Realmente atreverse a salir del sistema es la forma de cambiarlo, yo no creo que exista otra, y que mejor educación para unos niños que la coherencia, la valentía y el compromiso con el camino que se siente desde el corazón de que es el que hay que seguir.

Así que no me queda más que felicitaros y animaros, porque los que se atreven a empezar van a ir abriendo camino para todos los demás.