Que es preciso renovar este aire tan viciado que nos rodea es una obviedad. No podemos quedarnos con tanta injusticia, con tanta desesperación, con tanta añoranza de tiempos pasados, con tanto miedo a lo que pueda venir....¡Aire fresco, por favor! ¡Una gran bocanada de aire fresco!
Sin embargo, aunque este sentimiento debe ser compartido por millones de personas en estos momentos, quizás no resulte tan compartida la forma en que dicho aire nos debe llegar. Y una conferencia de Emilio Carrillo que veíamos mi mujer y yo anoche, me resultó tremendamente ilustrativa al respecto. Sí, porque me da la sensación que todos esperamos con ansiedad la llegada de esa brisa refrescante y renovadora. Pero curiosamente casi todos esperamos que venga desde fuera. Bien sea de Rajoy, de Merkel, de Hollande, del FMI, o del Banco Central Europeo...Es decir, esperamos que desde fuera nos abran esa ventana que permita que el aire entre y nos apacigüe.
Pero las ventanas nunca se abren desde fuera. ¿Acaso os imagináis tener que trepar por las paredes de los edificios para poder abrir las ventanas de las casas? Las ventanas se abren desde dentro. Y aunque el símil resulte muy simple, creo que en momentos como los actuales, la sencillez de los conceptos debe llamar a nuestra puerta.
En el fondo, muchas personas quieren que la ventana se abra desde fuera, porque prefieren quedarse sentados en su sofá o en su butaca en lugar de tener que molestarse en levantarse, girar el pomo de la ventana y desplazar sus bisagras. Prefieren que alguien les solucione la "papeleta" y les permita volver a su vida de antes. ¿Acaso no escucháis a diario millones de veces la frase: "A ver cómo nos sacan de ésta"? ¿O esa otra de: "Esperaremos a ver qué pasa"? ¿O la de "Ya veremos cuando vengan tiempos mejores"? ¿Y si no vinieran o no volviéramos al nivel de antes? ¿Y si nadie aparece volando por la ventana y nos la abre? ¿Seguiremos con la ventana cerrada con este aire tóxico e irrespirable?
Las ventanas, de toda la vida, se abren desde dentro. Y los tiempos que corren, nos obligan a actuar desde dentro, desde nuestro interior. Priorizando otras cuestiones en la vida. Colocando el consumismo, el dinero y la competitividad en lugares mucho más secundarios. Trabajando en equipo como sociedad o incluso, como planeta, en lugar de con la individualidad y egoísmo que han predominado estos años. Olvidándonos de ideologías, de izquierdas y derechas, y centrándonos en principios y en libertades. Asumiendo que quizás no podamos cambiar de coche, viajar en avión, irnos de "compritas" o comer fuera de casa cuando nos apetezca. Pero disfrutando de las cosas que verdaderamente valen la pena: la familia, los amigos, el presente, nosotros mismos...
No digo, con ello, que debamos ser conformistas. ¡Todo lo contrario! Es imprescindible renovar este aire viciado por culpa de la falta de escrúpulos de unos pocos. Y es fundamental ser exigentes y levantarnos colectivamente contra esas injusticias, diciendo NO con rotundidad a tanto desmadre. Pero incluso para eso, hace falta abrir la ventana desde el interior, en lugar de quedarnos en nuestro sofá. Es preciso dejar de ser conformistas, conservadores, cómodos o simplemente miedosos.
¿Y si probamos a levantarnos y abrir nuestra ventana?
4 comentarios:
El problema es que hay mucha, mucha gente que no es que no pueda cambiar de coche, irse de vacaciones o tomarse unas cañas, es que no tiene de donde pagar la hipoteca de su casa o incluso de donde dar de comer a sus hijos (no te haces una idea de lo que empieza a verse YA en Cáritas). En ese caso, que no es ni mucho menos anecdótico, no se trata de tener voluntad de abrir la ventana, es que no se ve ningùn horizonte de futuro. El otro día se me saltaron las lágrimas por mi torpeza y mi falta de sensibilidad: tocan a la puerta y un señor con "de buen porte", de unos 50 años, con mucha educación y mucho respeto me pide dos euros por un paquete de rollos de papel higiénico. Como acabábamos de comprar y apenas tenemos sitio para los 5 en nuestros 90 m., le dije que no. Al cerrar la puerta, me areipiento y yo, muy "solidario", abro la puerta y le digo "mire, no me intersa el papel higiénico, pero tome los dos euros". El buen hombre me miró con una mirada mezcla de dignidad, rabia y orgullo y me dijo: "por favor, coja el papel higiénico". ¿Puede este hombre acercarse a tratar de abrir su ventana?
Sí. Efectivamente la situación es muy grave. Yo trabajo a diario con muchos desempleados, y estoy seguro que si estuviera en esas situaciones, no estaría para escribir post en un blog. Pero creo que es fundamental que mientras alzamos la voz para que se puedan corregir las muchas injusticias que están llevando a tantas familias a esa situación, hagamos un replanteamiento interior, ya que son las actitudes erróneas de millones de personas las que también han conducido a esta situación, que está dañando a tantos otros. Y si esperamos que nos saquen de esta con los mismos valores, caeremos en un nuevo error.
Más que nunca: "A Dios rogando (incluido nuestro yo interior) y con el mazo dando"
A mí también se me han saltado las lágrimas con el comentario de Antonio sobre el señor del papel higiénico
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