sábado, 9 de marzo de 2019

La manifa

Sí. Estuvimos allí ayer. En la "manifa" de Málaga. Y decirlo aquí, públicamente, supondrá de inmediato que nos pongan una nueva etiqueta. Otra más. O directamente nos hagan la cruz. ¡Qué mas da! Hace tiempo que las etiquetas nos resbalan. No estamos ya para muchos remilgos.

Estuvimos allí por pura pedagogía para Eva. Y por participar en una catarsis colectiva que requerirá mucho tiempo, porque el péndulo de Foucault ha estado en un extremo indeseable demasiados siglos. Y ahora toca que vuelva a posiciones más equilibradas, aunque inexorablemente hasta entonces, surjan extremismos en el lado opuesto. Pero eso no nos va a impedir que hagamos el esfuerzo para que poco a poco se llegue a donde se debería estar.

Fotos de diario SUR
Queríamos que Eva viviese esa expresión reivindicativa en la calle. Que viva de primera mano la necesidad de luchar por sus derechos y por su identidad. Que sienta que no hay ningún "salvapatrias" que le vaya a "sacar las castañas del fuego". Y que perciba con la presencia de sus padres, que el cambio de este mundo no se va a producir mientras estemos bien "sentaditos" en nuestro sofá. Que se va a producir detrás de una pancarta. No riendo ante determinadas bromas machistas. Dando la espalda a actitudes indeseables. Huyendo despavoridos ante amistades o relaciones dañinas. Uniéndose a otros y otras contra determinadas injusticias. Y pensando, pensando mucho. No porque de ello se deduzca que existimos, sino aunque sea para estorbar.

Es evidente que un movimiento así es demasiado goloso para los poderosos y los oportunistas. Mueve y moverá a millones de personas que desean que la revolución vaya por ahí, y se conjugue en femenino plural. Y sin duda, cuando algo tan multitudinario se moviliza, a algunos se les hacen los ojos "chiribitas". Sea para que les compren su producto. Sea para que depositen su papeleta en una urna. Sea para que vayan o no vayan, hagan o no hagan lo que les interese. Por eso hay que andar "ojo avizor", y actuar en conciencia, y no bajo consignas, eslóganes, colores o siglas del aprovechado de turno. "No vayas porque es de extrema izquierda". "Ve, porque si no, es que eres del trío de Colón". ¡Qué pena que a estas alturas se siga cayendo en argucias tan simplonas!

A veces hay cosas demasiado importantes y urgentes como para preocuparse de lo que vayan a pensar los demás. Especialmente cuando lo que vayan a pensar está tan mediatizado por lo que diga el medio de comunicación que sigues (porque dice lo que quieres oír), o por lo que diga el "politiquillo" de turno, se apellide Abascal, Casado, Rivera, Sánchez o Iglesias. Desde luego no nos van a condicionar ni en un sentido ni en otro dentro de sus tacticismos, postureos y cálculos electorales. Por mucho que tengan toda una legión de guardianes de lo políticamente correcto, o de lo que se debe o no se debe hacer entre nuestros amigos, vecinos, familiares y compañeros de trabajo. Nos da igual que piensen que vamos a votar a una u otra opción por haber estado allí. Quizás se equivoquen también en eso. 

El ambiente fue extremadamente festivo. Y me sorprendió gratamente ver también a tantos hombres. Bailamos sin parar al ritmo de la batucada. Y Eva se rió de lo lindo, coreando consignas simpáticas, y saltando al ritmo de la música. No hubo salidas de tono. No vimos extremismos. No hubo atisbo de lo que suelen denominar "feminazis" para descalificar estas movilizaciones. Más bien todo lo contrario: consignas de "Ni más, ni menos: IGUAL". Evidentemente hubo muchas pancartas de máxima preocupación por situaciones inaceptables en pleno siglo XXI: violaciones en grupo, hostigamientos, desigualdades salariales, injusto reparto de tareas domésticas...

Cada pancarta (fuera más o menos acertada o exagerada) nos permitió un diálogo con Eva, para que se hiciera una idea de las problemáticas que subyacen ante un 8M como el de ayer. Dobles sentidos, ironía, humor, conceptos por una nueva consciencia...También le señalamos aquellas pancartas cuyas críticas no compartíamos, y que estaban en las antípodas de nuestra visión. ¡Faltaría más! ¿Se puede estar de acuerdo en todo lo que preocupaba ayer a las miles de personas que estuvimos allí? ¿Nos iba eso impedir manifestarnos? ¿O acaso cuando uno vota por un partido está de acuerdo al 100% en todo lo que ese partido defiende? Más bien se suele votar tapándose la nariz, por desgracia. Ojalá pronto podamos votar cada decisión, y no a intermediarios que tergiversen el sentido de nuestra voluntad colectiva. Y ojalá la cuestión de la mujer, como gran principio universal, sea transversal a todas las ideologías, y no haya estos intentos tan descarados de apropiárselo.

Eva no paró de preguntarnos contra quién iba la manifestación. Era una buena pregunta. Curiosamente, muchos de los que debían tomar cartas en los asuntos que ayer se reivindicaban, estuvieron también detrás de las pancartas. Pero al margen de cuestiones laborales, salariales, educativas o sociales, lo de ayer era una manifestación colectiva de posicionamiento en favor de un nuevo modelo social. Y quizás no guste a muchos esto que voy a decir, pero en ese punto no se va contra nada ni contra nadie. Sino que hay que mirarse muy bien el ombligo. Porque quizás muchos de los que estábamos allí, en casa, seguimos practicando micromachismos muy arraigados en nuestra cultura y sociedad. Y quizás muchas de las que se consideran feministas convencidas viven esclavitudes mentales o enganches a relaciones tóxicas que sólo ellas puedan erradicar.

Después de manifestarse, de bailar, de saltar y de gritar todo tipo de consignas, toca ahora examen de conciencia. Ojalá el próximo 8M estemos más cerca de lo que ayer coreábamos. Ojalá dentro de no mucho no haya que salir a manifestarse para que dos seres humanos sean tratados como iguales.



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