viernes, 5 de septiembre de 2014

¿Existen de verdad las malas noticias o las injusticias?

"¡Menuda pregunta estúpida!", pensarán muchos...¡Pues claro que existen! ¡Y de qué manera! Basta con arrimar el oído a la barra de un bar, o echarle un vistazo al telediario...Pero, ¿en qué media esas circunstancias pueden permitir adentrarnos en territorios insospechados, que antes de tal noticia o injusticia, ni se nos habrían ocurrido?
La primera vez que escuché este razonamiento fue a Emilio Carrillo dando gracias por la fractura en la pierna y posterior coma, que estuvo a punto de llevárselo a la tumba, y que por contra, le facilitó el camino para iniciar la vida de sencillez, meditación y difusión de su saber que lleva ahora.
Pero hace unos días nos hacían la misma reflexión unos amigos, J. y M.,  sobre los que escribimos no hace mucho un post. No podía dar crédito a lo que escuchaba. ¡Después de la "pedazo" de injusticia que se había cometido con ellos, daban las gracias por tal injusticia, como hacía meses había escuchado en persona, también, a Emilio! Sin embargo, el razonamiento no podía ser más consecuente con el verdadero sentido de nuestra vida.  Y eso que la injusticia del caso lo era sin paliativos. Tanto lo era, que al cabo de los meses, la Administración había tenido que dar marcha atrás ante semejante "tropelía"...Y cualquiera habría pensado: "¡claro!, pero el daño ya estaba hecho". Habían tenido que huir a la sierra, y el esquema de una vida "normalizada" de trabajo, hipoteca, ciudad, coche, supermercado...se había roto. Como con tantas y tantas "malas noticias" en los últimos meses. Como con tantas y tantas "injusticias". Sin embargo, nuestros amigos han sabido leer en esos aparentes renglones torcidos con los que a veces escribe la Vida o el Universo...
Lo tengo claro tras verles este fin de semana llenos de vitalidad, de alegría, de energía, de salud, de proyectos en mente, rodeados de plantas, de animales, de ancianos campesinos que no abandonaron la tierra con los que comparten experiencias sin la tiranía del reloj....Cuando a veces cuesta tomar decisiones, la vida las toma por nosotros...Y a veces las aparentes malas noticias o las injusticias, traen ese regalo debajo del brazo...Quizás debamos estar atentos a lo que nos quieren decir. Mis amigos lo tienen claro: ¡ya no hay quien les mueva de su paraíso en plena sierra!

2 comentarios:

  1. Gracias de nuevo, Rafa y familia, por este post que me lleva a hacer unas reflexiones e ilustrar algún ejemplo más cuán verdad es eso de "Cuando a veces cuesta tomar decisiones, la vida las toma por nosotros".
    Va para doce años, tuve un accidente de tráfico embarazada de cinco meses. Como consecuencia del mismo, perdí mi trabajo, y es que tras once años de leal servicio sin coger nunca ni un solo día de baja por enfermedad, mi jefe pensó que ese accidente y posterior parto me llevaría a faltar a mi puesto de trabajo demasiado tiempo. Lo que a priori me pareció una injusticia tremenda no pudo ser más beneficioso para mí: pude disfrutar de mi hija cuando nació (cosa que no pude hacer con mi hijo mayor por trabajar para el susodicho jefe) y aprovechar el periodo de desempleo para "reciclarme". Es cierto que supuso un sacrificio tremendo, pero gracias a esa "injusticia" estudié y encontré nuevos empleos mucho mejor remunerados. Desde aquel momento supe que cualquier cambio brusco e inesperado siempre sería para bien. Así que cuando ocurre algo inesperado, brusco e injusto, tomo el toro por los cuernos y busco la solución o el camino que, inexplicablemente, siempre se me ha indicado un tiempo antes a través de una lectura o una conversación. En el caso del reciclaje que he referido más arriba, el camino me vino por conversaciones que mantenía con mi querida vecina, que por su trabajo sabía que la enseñanza de idiomas iban a experimentar un auge en Andalucía. Así que estudié filología y al poco tiempo empecé a trabajar de profesora.
    A menudo, nos apoltronamos en la comodidad de la rutina, creyendo que por estar viviendo medianamente bien, no podemos esperar más de la vida. También creo, que la sociedad en la que vivimos nos hace conformistas y temerosos. Por ello, nos aterra pensar que podemos ser nosotros quienes seamos los desahuciados o los que hagan largas colas en comedores sociales. Y ello, porque NO se nos alienta a pensar que detrás de la pérdida de un empleo hay muchas más salidas que las que nos muestran esas terribles imágenes de televisión.
    Hay que abrir los ojos, los oídos y la mente a la gente que la vida nos pone en el camino. Saber escucharlas y aprender de sus vivencias, porque seguro que en el siguiente escollo, el camino a seguir esté en el aprendizaje que tuvimos con ellas. Pero no nos engañemos, cualquier cambio supone una ruptura, dolor y trabajo. Ruptura con la vida que llevábamos, tal vez con la familia o los amigos que posiblemente dejamos atrás y, forzosamente, el dolor que toda ruptura lleva consigo. Y trabajo, porque al coger el "toro por los cuernos" hay que volver a construir. No obstante, una vez superado el dolor de la ruptura, es muy satisfactorio comprobar que la nueva vida construida desde la experiencia de lo vivido y hacia el camino indicado, nos ha hecho más felices y más libres.

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  2. Bueno, Marga. Todo un libro abierto tu comentario. Más razón no pueden llevar tus palabras. Mil gracias por compartirlas.
    Un fuerte abrazo

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