Trabajo en una Oficina de Empleo. Podría ser un gran trabajo de servicio al prójimo. Pero sólo estamos para atender estadísticas de tiempos de espera y servicio. Nada de una atención a fondo y una ayuda de corazón. Sólo números y más números: nada de personas. Los funcionarios se apoltronan en su sueldo seguro y los desempleados se acostumbran a una dinámica esclavizante de venir a "sellar" y "esperar a que les llamen", cosa que casi nunca pasa. La mayoría sucumbe y renuncia a la libertad, en lugar de afrontar su situación con plena responsabilidad.
Me sentí muy frustrado cuando entré aquí. Me considero una persona inquieta y pensé que este trabajo suponía un "parón" en mi progresión profesional. Se me ocurrían infinidad de iniciativas para dinamizar a los miles de desempleados a los que atendemos, que necesitan más de motivación que de clasificaciones y bases de datos totalmente inútiles. Expuse mis propuestas incluso por escrito. La respuesta fue clara: no se me paga por pensar, sino por repartir tarjetas. Me quedé helado al principio, y luego durante varias semanas me dominó el mal humor por lo que consideraba un desperdicio injusto de recursos.
Más tarde, se produjo el "click" en mi interior, y entendí que debía aceptar la situación, no aferrarme a lo que yo consideraba que "debería" hacerse, y domar a ese ego tan "crecidito" que a veces tengo. Aceptación, aceptación y aceptación. Y se obró el milagro. Me centré en atender con toda mi energía y dedicación a cada desempleado en los pocos minutos que estuviese con él o ella. Decidí apelar sólo a mi conciencia yendo más allá de las directrices o políticas de turno. Y entendí que la situación podía tener mucho de aprendizaje para mí.
Así he estado los últimos 18 meses. He aprendido a sosegar mi obsesión por cambiar las cosas y por hacer, hacer y hacer. He aprendido a vivir el momento exclusivo con cada desempleado/a al que atendía. Por el camino me he encontrado con el regalo de poder reducir mi jornada laboral y dedicar ese tiempo y esas energías a proyectos sociales y de transformación. Me siento más libre, menos dependiente de la imagen social que representa el trabajar en una u otra cosa, y mucho más cercano a lo que soy al desnudo, "sin trampas ni cartón". Estoy simplemente atento al presente y lo que éste pueda deparar.
Ese presente volvió a hacerme una llamada al servicio hace unos pocos días. Se acababa de convocar una plaza de alta dirección en mi zona. Los requisitos cuadraban al 100% con mi perfil, y desde ese puesto podría articular notables cambios en las políticas de empleo en mi comarca. Sé que tengo pocas opciones y menos padrinos para presentarme. Pero lo hice, y además llevé mi diagnóstico de la situación de la comarca y mis propuestas para introducir cambios por escrito a uno de los máximos jefes de la provincia, al que le pedí una cita. Su cara era un poema. No sólo por mi osadía de presentarme al puesto (que lógicamente ya tiene nombre desde hace tiempo) sino por mi crítico análisis. No se podía creer lo que escuchaba.
Sentí que debía dar ese paso. Seguramente haya sido inútil. Quizás, incluso, lastre mi futuro en esta Administración. Poco me importa. Creo que mi presente me llamaba a ello. Y de hecho, me preocupó más notar mi pérdida de paz y la vehemencia con que defendí mis argumentos que las posibles consecuencias de mi atrevimiento. Sin duda mi ego volvió a aflorar en esa reunión, aunque fuera defendiendo la necesidad de centrarnos en servir al prójimo.
Creo que debo seguir por el camino de la aceptación. Creo que debo estar muy atento al presente. Y creo que esa aceptación y ese presente me ofrecerán ocasiones continuas de servir al prójimo. Creo que para eso estamos aquí. Tan sólo espero no perder la paz por el camino.
4 comentarios:
Querido Rafa y familia:
No puedo más que felicitarte por tu tenacidad contra esta gentuza que nos dirige. Supongo que eres consciente que para el poder establecido tu comportamiento es de antisistema...
"SAE" ¿¿¿Servicio andaluz de EMPLEO??? ¡Qué cinismo y qué poquísima vergüenza! En el fondo, hay que reconocer que esta gentuza es muy buena jugando con la semántica, pero lo cierto es que de nunca ha interesado que Andalucía sea una región de "primera", prefieren que siga siendo una tierra de subsidiados , que la gente siga percibiendo una limosnita a cambio de estar en su casa embrutecida viendo la TV o gastándosela en un bar hablando de futbol.
Vergüenza de dirigentes, ojalá consigamos derrotar este puñetero sistema algún día y que por fin pueda regir nuestro destino gente con sentido común y no imbéciles al servicio del capital.
Yo también trato de ser antisistema, dentro del sistema, y a la vez quedarme fuera del mismo, cuando no funciona... aunque claro, ¿qué es lo que funciona?
En mi etapa de trabajador como autónomo, en la empresa donde "prestaba" mis servicios (casi veinte años), también era un "número": siempre las matemáticas, que debe ser la -única ciencia exacta. Durante el servicio militar obligatorio, o secuestro legal gubernamental, también era un número al servicio de la madre patria... ahora lo soy en mi comunidad de vecinos, para el Ayuntamiento de la ciudad, y algo que seguro que se me escapa.
Sigue firme en tu propósito, y que nadie te diga que lo que tienes que hacer, salvo que éste te pague: ahí dejas de ser un antisistema.
Saludos cordiales, de un ex-ruta 7/25
Gracias por este escrito. Hace falta en el mundo más personas como tú. Permítene decirte que lo que te hace ser atrevido, hacer propuestas, proyectos, compartir y ayudar a los demás no es tu ego, sino tu alma. El ego es la parte que nos dice que hay que ser como todos los demás, que mirea exclusivamente por ti y nadie más, y no es tu caso. Es el que te dicr que para qué mejorar, que ya estás bien así...
Sin embargo tu alma, tu amor, o tu conciencia es lo que te impulsa a ilusionarte e investigar. Es lo que hace que sepas que otro mundo es posible y que tú en eso tienes mucho que decir.
Encantada de leerte.
Un abrazo!!!
Muchas gracias Hijitis Aguditis, por tu cariñoso mensaje, y la alta estima que nos trasladas en él. No obstante, creo que el ego es también el que te dice que llevas razón, el que busca quedar por encima del otro, el que se enorgullece de no ceder, el que no acepta que todo es perfecto según el estado de evolución de cada cosa, y el que trata de modificar las cosas según su criterio. La falta de quietud interior y el revuelo interno que tuve tras esa reunión es un gran indicador de ese ego. Cuando no hay ego, hay mucho más equilibrio y quietud. Tengo mucho que aprender aún. Muchas gracias
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