miércoles, 21 de marzo de 2018

Esa conversación que no tuvimos

¿Y si los problemas del mundo son el resultado de las conversaciones que no se han tenido? ¡Menuda preguntita nos plantearon hace unos días en Sevilla! Fue en un curso de innovación colaborativa y de generación de diálogo, redes y sinergias dentro de la Administración. Potente frase que nos interpela en cualquier faceta de la vida, en cualquier escena de nuestra cotidianidad.

Jornadas Innovación Colaborativa (IAAP: 13, 14 y 15/3/18)
Escena 1:
Esta semana apenas he podido hablar con los niños. Menudo ajetreo. Justo anoche llegué de las jornadas de Sevilla y mañana “zumbando” para Barcelona. Vengo esperanzado tras tres días de convivencia profesional en las que las palabras “Innovación” “Colaboración” y “Funcionarios” aparecían de la mano. ¿Esas tres palabras en una misma frase?. Sí. Hay gente para todo. Y aunque pueda parecer mentira para algunos, hay gente que está trabajando por un mundo mejor desde su trabajo en una ventanilla de atención al público, en una jefatura de servicio o desde un simple puesto de técnico o administrativo. Son de esos locos que se empeñan en colocar a la persona en el centro, sean ciudadanos o compañeros de trabajo. Lo de menos es el puesto en el escalafón. Liderazgo significa ayudar a sacar lo mejor de uno mismo, lo mejor de mis iguales, lo mejor de mis jefes, y lo mejor de mi equipo. Y esta gente lo hace por encima de protocolos, de burocracias, de procesos y de normativas de todo pelaje. ¿Que si son minoría? Puede ser. Nadie dijo que la tarea fuera fácil.

Escena 2:
En el viaje de vuelta de Sevilla pusimos en práctica “a rajatabla” lo aprendido. Hay que buscar espacios y momentos para conversar y para hacernos permeables al otro. Y hay que tratar que lo que a veces surge espontáneamente puede canalizarse y protocolizarse para que fluya con más naturalidad. Por eso cinco locos nos hemos empeñado en impulsar Juntacar, y con ello ahorrar costes de gasolina, emitir menos contaminación y, sobre todo, compartir conversaciones y sinergias en los desplazamientos laborales. Yo lo practico a diario con Tania y Rocío, y una vez en semana con María Jesús. Y ya estamos tejiendo redes, sinergias y sobre todo una bella amistad. En ese viaje de vuelta de Sevilla lo practicamos también Carmen, Rosa, Pedro y yo. El viaje se hizo en un “plis-plas”, la Junta de Andalucía se ahorró billetes de tren, y nos confabulamos por una Administración mejor. Quién sabe si llegará un día en que cuando nos convoquen a una reunión o a unas jornadas se facilite de forma proactiva el que compartamos coche o incluso hospedaje. Porque ya se sabe: si tu mente viaja, debes dejar que tus pies la sigan. Hay mucho que ahorrar, y mucho que conspirar. La inteligencia colectiva siempre, siempre, siempre es mayor y mejor que la inteligencia individual. Por eso hay que buscar excusas para el encuentro. Donde sea y cuando sea.

Escena 3:
También hay mucho que conversar con uno mismo. Antes quizás que con los demás. Porque podremos aportar a los demás según vayamos cultivado en nosotros. Por eso también tienen sentido otros proyectos, que ya son realidad, como el de Mindfulness. ¿Cómo queremos atender bien a la ciudadanía o enseñar bien a nuestros escolares si estamos “atacados” de los nervios, dispersos con mil historias en la cabeza, y en un bullir interior incesante? En mi anterior destino en una oficina de empleo dedicábamos 15 minutos antes de atender al público a propiciar esa conversación con uno/a mismo/a. Y los resultados fueron magníficos, tanto en la atención al ciudadano como en la cohesión del equipo. Ahora nos lo planteamos para un edificio de 14 plantas y para unos 600 funcionarios. Locuras de unos pocos empeñados en aportar granitos de arena más allá de aquello por lo que estrictamente les pagan. A fin de cuentas, hay que escuchar con atención para hablar y actuar con intención.

Mey ante una gran panorámica de Barcelona, este sábado
Escena 4:
Un niño llora desconsolado a mis espaldas. No puedo dormir. El espacio entre asientos me tiene comprimido. Son las cosas de los vuelos low-cost. En un rato me revisarán mi maltrecho ojo izquierdo en la ciudad condal. Ya tocaba, la verdad. Sólo se acuerda uno de San Pedro cuando truena. Y ya hace años que no me acuerdo de San Borja, el cirujano que me salvó el ojo. Hoy volveremos a hablar con el doctor, aunque él es hombre de pocas palabras. Mey duerme a mi lado recostada sobre mi hombro. Eso sí, me tiene cogida la mano izquierda muy fuerte para que no me escape, mientras escribo con la derecha. Es curioso cómo a los dos nos da tranquilidad tenernos cogidos cuando vamos a dormir. Da igual que sea de noche en la siesta o en esta lata de sardinas volante. Ha sido una suerte que vayamos juntos a pesar de que a la empresa de turno se le haya ocurrido la brillante idea de cobrar un plus si quieres disfrutar de la compañía de tu pareja. Pero para eso estamos las personas: para conversar y ponernos de acuerdo sobre todo y por encima de todo. Una niña que se sentó junto a mí ha podido viajar junto a su madre a la que habían sentado junto a Mey. Cambio de asientos. Familia reunidas. Lo que hace el conversar…

Escena 5:
La revisión ocular ha ido bien. Más que bien. Se abren nuevas aventuras tras ella. Nos regañaron por habernos demorado tanto en venir. Ese ojo aún está muy tocado y habría que revisarlo anualmente. Nosotros hemos tardado casi 6 años en hacerlo. Afortunadamente la vista incluso ha mejorado. Y aunque la revisión parecía que sería corta, animados por lo aprendido en Sevilla, quisimos abrir una nueva conversación, y superar el “virgencita, virgencita, que me quede como estoy”. ¿Tras dos operaciones gravísimas y meses de terapia visual tendría sentido plantearse atacar el estrabismo y quizás ver en 3D algún día? Tocando el ojo bueno desde luego que no, nos dijeron. Sería una locura, aunque posible. Pero sería totalmente factible con el ojo tocado. Porque la musculatura está bien a pesar de las intervenciones en vítreo, retina y cristalino. Y sobre todo porque sólo en dos ocasiones han conocido a alguien capaz de crear y suprimir a voluntad con su cerebro la segunda imagen de un estrabismo. Mucho por hablar y por decidir. Lo que una simple pregunta puede suponer cuando se ahuyentan los miedos o los prejuicios…

Escena 6
Anoche paseamos por las Ramblas. Venir a Barcelona y no hacerlo sería un sacrilegio. Quizás haya pocos sitios donde la heterogeneidad, la multiculturalidad y la riqueza de lenguas y razas de nuestra Humanidad se hagan tan presentes. Tras el atentado de este verano pensábamos que quizás estaría menos concurrida de lo habitual. Pero no. Estaba a rebosar. A veces la libertad le gana la partida al miedo. Aunque no pude evitar pensar en aquel individuo que embistió con su furgoneta a centenares de personas hace solo unos pocos meses en este mismo lugar. ¿Cuántas conversaciones habría necesitado para calmar esa sed de venganza? ¿Cuántas habríamos necesitado nosotros para entender por qué hay gente dispuesta a inmolarse o a atacar así a una multitud? Muchas preguntas. Muchas conversaciones pendientes.

Escena 7:
Al final de las Ramblas, llegando a Plaza Catalunya, escuchamos gritos, aplausos y abucheos. Cientos de personas estaban concentradas. Predomina el color oscuro en la piel de los presentes. Pero también hay muchos de tez clara. Hay indignación, hay pena, hay incredulidad. Les mueve la muerte del chico senegalés en Lavapiés. Ojeamos rápido la prensa y nos encontramos lo de casi siempre: diálogo de sordos. Para unos es un héroe masacrado por la brutalidad policial, y para otros un simple ilegal sin papeles fallecido por causas naturales. También ahí quedan muchas preguntas por resolver y muchas conversaciones pendientes. Porque resulta obsceno el contraste aquí entre los yates multimillonarios del puerto y justo al lado los centenares de manteros, siempre alerta ante una posible redada policial. Habrá que entender por qué existen los cayucos, las fronteras, los “sin papeles” y los hacinamientos de tantas personas en busca de una oportunidad que no tuvieron donde les tocó nacer. 

Escena 8:
Nos encanta esta ciudad. Y eso que casi siempre venimos por temas médicos. Es un lugar vibrante, que palpita sin cesar. Pero con tanta gente de tantas procedencias y sensibilidades, la necesidad de diálogo se acrecienta. De lo contrario, las distancias se hacen enormes. Los balcones llenos de banderas de todo pelaje dan buen testimonio de ello. Los “Hola República” compiten con los “Hola Europa”. Los lazos amarillos con las pegatinas de Tabarnia. Reconozco que ya cansa esta permanente batalla. Porque si alguna de las posturas piensa que “antes de lo suyo no hubo nada”, se equivoca. Como dijo un compañero hace unos días, esa frase sólo existe en un corazón enamorado. Todos somos UNO. Y estamos unidos de una u otra forma. Lo queramos o no. Por eso es absurda la dinámica en la que llevamos meses. A ver quién la tiene más larga, sean banderas o manifestaciones. Cuando lo importante es lo largas que deberían ser las conversaciones para acercar posturas y cerrar esta grave ruptura social. Muchas conversaciones pendientes aquí. Faltan ganas y disposición para entender al discrepante, al diferente. Mucho por hacer en ambos lados.

Escena 9:
Hacía quizás años que no asistíamos a un espectáculo en parejita. La escapada barcelonesa era una oportunidad de oro. Y dado nuestro dominio del catalán y la oferta de la cartelera, la mejor opción que vimos fue un espectáculo de danza contemporánea. No lo esperábamos, pero nos conmovió profundamente. Trataba sobre la mujer y sobre la igualdad de géneros. Es increíble cómo cinco personas sobre un escenario vacío pueden llegar a estremecer tanto, y en tan poco tiempo sobre los estereotipos, la violencia y la discriminación de tantas mujeres en todo el mundo. Y todo ello tan sólo con el movimiento de sus cuerpos en conjunción e interrelación. Muchísimo sobre lo que conversar, también en esta materia.

Escena 10:
Hay gente a la que esto de conversar, de propiciar el diálogo y de suscitar el encuentro le sale solo. Mey es una de esas personas. Quizá sea por su vocación docente o por los idiomas. Pero ella tiene interiorizados los Caminos Caórdicos y las técnicas SCRUM, Espacio Abierto, Círculos de Coaching, Check-In o Check-Out que nos enseñaron en Sevilla. Cuando hemos ido los dos a dar alguna charla o conferencia, le fluyen de forma natural ideas y dinámicas para el compartir, el diálogo y el conformar equipos. A los demás quizás nos toque aprender todas esas técnicas. Porque el no dialogar no es una opción. Sí o sí. Sea moviéndonos entre lo muy organizado o lo muy caótico. Sea por carta, por skype, por facebook, en una reunión de trabajo, en el coche, o por teléfono. Pero solo conversando se puede conspirar por un mundo mejor. ¿Conspiramos? ¿Conversamos? Como hicimos en Sevilla, pasamos la bola de la palabra.



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