Algunos estamos programados para agradar a los demás. Es la forma en la que, inconscientemente, buscamos el cariño y la aceptación ajena desde pequeños. Pero sin consciencia en ese proceso, nos volvemos esclavos del "qué dirán". Por eso, en mi caso particular, aprender a decir "NO" y aprender a contrariar fue uno de los principales hitos de mi proceso de liberación personal.
Por eso, este baño de popularidad que estamos teniendo estas semanas también trae sus enseñanzas debajo del brazo. El libro, las entrevistas, los artículos y ahora el reportaje en Televisión Española nos han señalado públicamente. Durante toda esta semana varios profesores y compañeros de los niños, la frutera, los vecinos y algún desconocido por la calle nos ha parado a alguno de los cinco para decirnos que nos vio en la "tele". Y casi siempre nos felicitan, aunque el objetivo de todo esto no sea la felicitación, que a fin de cuentas no hace sino alimentar nuestro ego. Más bien esa felicitación es el precio que debemos pagar frente a nuestra preferencia por el anonimato. Pero "a lo hecho pecho".
Salir del armario implica una exposición pública tremenda. Todos se sienten legitimados a opinar, a juzgar y a proponernos su visión. Que si en el libro hay capítulos muy largos o muy cortos, que si cómo da cobertura Televisión Española a dos funcionarios con reducción de jornada, que si lo nuestro es veganismo o flexi-vegetarianismo... Pero nosotros no queremos imponer nada a nadie. Ni siquiera aspiramos a que nadie nos siga o nos imite. Sólo queremos compartir nuestra forma de ver la vida, y conectar con otros buscadores de un "mundo diferente para vivir". Nada más y nada menos. Pero un posicionamiento, sea el que sea, siempre va a generar adeptos y detractores. Y pretender el 100% de adhesiones es tarea no sólo quimérica sino absurda. Que se lo digan a Luther King o Gandhi: por muy universal que fue su sabiduría y enseñanza, acabaron como acabaron por posicionarse y generar con ello malestar, resentimiento e incluso odio en algunos. Por eso todo esto supone una enseñanza para mí, que inconscientemente siempre busco el beneplácito general.
Salir en un reportaje ante millones de espectadores genera detractores. Escribir un libro sobre los aprendizajes familiares ante la vida genera detractores. Abrir la boca clamando justicia ante incumplimientos políticos genera detractores. Posicionarte ante las mejoras necesarias en tu trabajo o en la Administración genera detractores. Incluso posicionarte de determinada forma en actuaciones solidarias genera detractores e incluso vetos.
No podemos gustarle a todo el mundo. De eso va la vida: de saber que estamos en distintos momentos evolutivos, y a pesar de ello, aceptamos e incluso amamos a aquéllos que nos rechazan. Especialmente si te planteas ser verdaderamente libre. Por lo tanto, ¡que llueva! Eso sí, como debe ser: nunca a gusto de todos.
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