sábado, 29 de septiembre de 2012

Quiero aprender, luego estorbo

Esta semana nos hemos rebelado contra el sistema educativo. Teníamos que viajar el fin de semana a Madrid, así que , en la línea del vídeo que comentábamos hace unas semanas , decidimos irnos antes y organizar visitas culturales a los museos de la ciudad. Destino: Museo del Prado, Reina Sofía y Antropológico. Objetivo: aprender a apreciar la pintura, a ver la realidad con otros ojos, ser capaces de reinterpretar las obras en distintos estilos y expresiones artísticas, apreciar los puntos de vista que nos aportan otras culturas, maravillarse ante las curiosidades y la variedad que nos brinda la vida.  ¡Ilusos!
Nuestra gran sorpresa ha sido que no sólo hay que luchar con el sistema establecido y una educación de bote de formol en el aula, sino también fuera de ella. Sinceramente, los museos me han parecido sarcófagos polvorientos, vitrinas de coleccionista acaparador y minucioso, receloso protector de sus tesoros, pero sin alma y sin corazón.Guardián de valiosos objetos que ha olvidado que su principal objetivo no está en tener muchas y variadas colecciones, sino en prestar atención y enseñar a apreciar lo que protegen.

Pongamos un ejemplo: El Prado: las Meninas de Velázquez. Ahí estamos, 4 adultos y siete niños contemplando esta maravilla. Nos fijamos en los detalles, en la luz, los personajes.... por supuesto, todo esto  a pie firme, ¿cómo se van a colocar algunas sillas? ¡A lo mejor a alguien se le ocurre la peregrina idea de quedarse un rato largo frente a la pintura! Hartos de desafiar la ley de la gravedad, nos sentamos en el suelo, sacamos las hojas y los lápices y nos pusimos a pintar...Al cabo de unos diez minutos, seguro que preguntándose todo ese tiempo qué demonios hacíamos, se acercó un vigilante y nos invitó amablemente a retirarnos, ya que estorbábamos a los demás visitantes. Cuando le expliqué lo que hacíamos (que los niños comprendiesen la obra,  lo que significa pintar y que disfrutaran con el Arte) el pobre hombre no sabía cómo decirme que llevaba toda la razón, pero que era la política del museo.
En este caso, el vigilante fue muy amable, pero en el resto de las salas, cuando pasábamos con los niños armando un poco de jaleo, nos miraban con cara de disgusto ¡por  Dios!¡ hablar o reír en un museo!¡Cómo si el arte no fuese una cosa seria!
Y esto no es nada: el museo Antropológico es de antología. Dominado por la penumbra y el sobrecogedor silencio, parece que uno se adentrara en el pasaje del terror. Pero vaya, al menos en este último se te permite gritar y correr, porque en el museo que nos ocupa, además de tener a un vigilante en cada sala siguiendo tus pasos (vamos, acojona), éste se dedica, como si de un autómata se tratase, a decir cada dos minutos: "sin correr", "sin tocar", ¡y eso que estaba todo en vitrinas de cristal!. Los niños, finalmente, decidieron que la mejor opción era la de sentarse en un sofá, y los adultos, por consiguiente, optamos por irnos. Familias con hijos, curiosos varios, ABSTENGANSE DE IR A ESTE MUSEO, corren el riesgo de que su inquietud y curiosidad por aprender queden momificados para siempre, como los objetos que allí se encuentran.
En definitiva, yo me hago esta pregunta ¿por qué estos museos no lo dejan claro desde el principio con un gran cartel en la puerta? :
NIÑOS Y DISFRUTE NO
NO TOCAR, NO PENSAR
¿Pero de qué me extraño? ¡Estos son también los principios de nuestro sistema educativo!

3 comentarios:

  1. He de decir que me apasiona el arqueológico y que el museo organiza visitas guiadas para niños en horarios me menor afluencia de público para que puedan disfrutarlo a su modo. Personalmente, agradezco mucho poder ver tantas piezas tan bien conservadas en silencio... Ya lo siento!!!

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  2. Bajo mi punto de vista, hay espacio para todo, momento para cada cosa. Tanto en el terreno de la educación como en el de lugares culturales, MI LIBERTAD TERMINA CUANDO EMPIEZA LA DE OTRO, o bien podría reorganizarse los conceptos y en pos de hacer una sociedad encaminada a convivir en armonía y aprovechamiento de los recursos... MI LIBERTAD COMIENZA CUANDO TAMBIÉN EMPIEZA LA TUYA.
    http://servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=178

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  3. Marina, no hablábamos del Arqueológico, sino del Antropológico, que está en Atocha. Y no queremos abogar por perjudicar a quienes quieran ver el museo en silencio.
    Como dice Pako en su cita, jamás seremos libres solos; sólo seremos libres juntos. Mi libertad crece en la medida en que crece también la tuya y gestamos conjuntamente una sociedad de ciudadanos libres y solidarios.
    El problema es que algunos planteamientos son excluyentes, como en algunos museos, donde el elemento turístico o de coleccionismo, predomina excluyentemente sobre el educativo y motivacional de los más pequeños (¡te aseguro que algunas actitudes eran totalmente incompatibles con llevar a un niño!). Eso choca con planteamientos más abiertos a crear conciencia y ,motivación hacia el arte y el saber, como pudimos experimentar en el Museo de las Ciencias de Londres (¡no el de madrid!) o Cosmocaixa. Creo que todos tenemos derecho a que se tengan en cuenta nuestras sensibilidades y aspiraciones. Y los pequeños y ancianos también.

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