Ayer era nuestro primer día de vacaciones. Samuel ya lleva unos
días en Bélgica, y se le ve emocionado con su campamento. Pero nosotros,
empezábamos ayer nuestra aventura pirenaica en Andorra, tras dos días
de coche y mil cien kilómetros recorridos. Hemos incorporado un nuevo
fichaje a nuestro periplo anual: la novia de Pablo. Está claro que
dentro de poco nuestro siete plazas se nos quedará pequeño si queremos
seguir haciendo "piña" en familia para estas escapadas veraniegas,
sagradas para todos nosotros.
Queríamos madrugar pero fue
imposible. Para eso son las vacaciones: para darle de vez en cuando
"cuartelillo" al cuerpo. La montaña y los lagos no se iban a escapar si
salíamos este primer día un par de horas más tarde. Y de hecho, hablando
con una familia de Zaragoza, pudimos incluso empalmar dos excursiones
preciosas. Lagos idílicos, chapuzón en las heladas aguas para las dos
más jóvenes del equipo, e incluso avistamiento de decenas de salamandras
en uno de los lagos, toda una rareza hoy día. Comimos y siesteamos en
el Estany da la Cabana Sorda, un paraíso para los cinco sentidos. E
iniciamos el regreso a media tarde, haciendo bromas con los "walkie
talkies".
Pero de repente todo se nubló. No. El sol aún
brillaba en todo lo alto. Seguía haciendo una temperatura envidiable.
Pero surgió una frase. Una simple frase, que no preocupó a Mey en cuanto
a sus consecuencias, pero que a mí me removió al instante: "Creo que me
he dejado encendido el fuego al máximo con los garbanzos". Habíamos
salido del apartamento siete horas antes. Y en ese margen daba tiempo a
que el agua de los garbanzos se consumiera, y se generase todo un caos
en la cocina. Al instante todo cobró sentido en mi cabeza. Esas ocho
insistentes llamadas que desatendí a las 3 de la tarde no eran la típica
publicidad que siempre nos bombardea a esas horas bajo números
desconocidos: era la señal de alarma desde la recepción de los
apartamentos. Y aquel ruidoso helicóptero que nos sobrevoló pocos
minutos después recogiendo agua de uno de los lagos, quizás tenía algo
que ver con un posible incendio en el apartamento. La imaginación se
disparó al instante. Humo, llamas, bomberos...Y mentalmente ya empecé a
hacer recuento de daños. El ordenador de Pablo con todos sus trabajos de
Italia rápidamente se convirtió en la prioridad.
Puse el
turbo. Ni dolor de rodilla ni rozaduras en el pie. Había que llegar al
coche cuanto antes. Respiré hondo y evité exteriorizar mi preocupación.
Años antes quizás habría habido incluso reproches y malos modos. Menos
mal que algo vamos aprendiendo. Salí disparado. Y como en el Tour de
Francia, el pelotón salió también despedido en persecución del escapado.
Los dolores provocados por los kilómetros andados en el primer día
había que dejarlos para mejor momento. Ahora tocaba llegar cuando antes,
y tratar de resolver lo que fuera posible ya a estas alturas del día.
Pasamos de largo como una exhalación por aquellos idílicos lagos, por
aquellas auténticas estampas de "photoshop", y por las salamandras a las
que habíamos contemplado poco antes. Era sorprendente cómo una simple
frase, un simple presentimiento, había cambiado tan radicalmente esa
realidad tan gozosa que había disfrutado pocas horas antes.
Hicimos
en apenas una hora un recorido que normalmente se hace en tres. Y al
llegar al coche el plan quedó trazado: Mey y yo subiríamos al
apartamento, y dependiendo de cómo estuviese la cosa, decidiríamos qué
hacer. Pero al llegar no vimos humo. Me sorprendió poder usar el
ascensor, respecto a la posible entrada de los bomberos. En el pasillo
del apartamento no olía raro, ni se presagiaba ninguna catástrofe. Y al
llegar a la cocina, los garbanzos estaban tan "panchos", "más fríos que
un polo". Falsa alarma. Resoplidos de alivio y de pura extenuación.
Llegamos al coche bajo aplausos y risas de los niños. Mejor así. Aunque
el aprendizaje es claro. ¿Cuántas veces la vida nos hace andar rumiando
preocupaciones, malas noticias o disgustos que en muchas ocasiones ni
siquiera son reales, y quedan en puro humo mental? Lo de hoy fue de
manual. Tendré que recordarlo para la próxima.
NOTA: Os compartimos el balance económico de algunos de los proyectos solidarios que impulsamos gracias a los granitos de arena de muchos de vosotr@s, así como las distintas vías que empleamos para ello (por si algun@ se anima a unirse ;) )
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