domingo, 28 de enero de 2018

Prohibido cínicos y pesimistas

Hoy me he levantado con el pie izquierdo. Menudo día que llevo. Todo me sale mal. No doy una. Parece como si todo el mundo estuviera en mi contra. Incluido el ascensor, el semáforo de mi calle, y el surtidor de la gasolinera a la que acudo cada semana. Hay días que sería mejor no levantarse, la verdad. Es como si llevara un cartel a la espalda que dijera: "hoy no me va a salir nada bien". Y lo curioso es que se cumple "a rajatabla" el dichoso cartelito. Estoy seguro que si pusiera "Dame una colleja", hoy habría colas para dármela.
Eva, viendo el mundo desde otra perspectiva.
El anterior párrafo hubo un tiempo que me lo decía interiormente. Sí. Es cierto que hace ya bastante tiempo de eso. Pero lo hacía. En cuanto algo se torcía mínimamente, activaba el modo pesimista, y se iba cumpliendo escrupulosamente mi destino autoimpuesto. Hoy ya es más difícil que eso pase. Mi querida Mey me dio clases particulares e intensivas de optimismo. Y ahora sé que el optimismo, como el amor, es casi al cien por cien pura voluntad. Tú decides ser optimista. Contra viento y marea. Contra esa dichosa epidemia contagiosa de cinismo pesimista que nos invade. Esa que hace que sea mucho más sencillo e incluso aceptado socialmente, hablar de las malas noticias, de lo mal que va todo, y de que esto no hay quien lo cambie. Y frente a eso, hay toda una legión de optimistas que han decidido prepararse para soñar un mundo diferente. Y como dice Mark Stevenson, son gente que cree que la vida tiene que ver mucho más con tus creaciones que con tus posesiones, aunque eso te tenga continuamente embarcado en mil y un proyectos. Gente que se compromete con ideas, anhelos y aspiraciones que van más allá de sí mismos. Gente que piensa y actúa como un ingeniero para hacer realidad sueños, más que como políticos condicionados por ideologías que sólo son capaces de ver una parte de la realidad. Gente que cree que las ideas están para compartirse, más que para protegerse, y que con ello consiguen conferir poder a otros, más que ejercer ese poder sobre esos otros. Gente que sabe que lo verdaderamente irresponsable para lograr un mundo mejor es no intentarlo, y que para ello se arriesgan a equivocarse cuantas veces haga falta, hasta alcanzar el "error adecuado". A veces no hay mejor forma de empezar que tomando el camino equivocado, sabiendo que es un camino largo y lleno de tropezones. Pero quedarse quieto no es opción. Son gente que se niega a ser encasillada en una profesión, en una etiqueta o en un colectivo. Gente que sabe que somos lo que hacemos y lo que sentimos, y no lo que tenemos intención de hacer
Es un imperativo moral. Lo siento. No tenemos opción. Sí o sí. Sólo cabe ser optimistas prácticos y pragmáticos. El tic-tac de este mundo suena para nosotros. Este mundo no puede permitirse el cinismo ni el pesimismo. Prohibido. 

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