jueves, 9 de marzo de 2017

Idas y venidas

Todo cambia. Nada permanece. Lo único constante es el cambio. Y probablemente la tarea más complicada que tenemos como seres humanos es encontrar el equilibrio en ese constante ir y venir que es la vida. Se trata de enriquecernos y crecer con lo que llega a nosotros, con lo que exploramos, y con lo que vivimos en nuestra cotidianeidad. En el aquí y en el allí. Con éstos y con aquéllos. Y poco creceríamos si pensáramos que lo que hacemos, quienes nos rodean o donde habitamos constituyen la única realidad. Como tampoco nos enriqueceríamos si nuestra vida fuese una constante mutación y réplica de lo que vemos y vivimos a nuestro alrededor. Alcanzar el equilibrio y la serenidad en estas constantes idas y venidas, mantenerse en el Ser en un constante Hacer, Ir y Venir quizás sea uno de los grandes retos de nuestra existencia.
Entrenar a nuestros hijos en esa realidad constituye uno de nuestros principales cometidos. De poco sirve tenerlos entre algodones en el "nidito" familiar, si en un suspiro se toparán con ese cambio constante, que cada vez parece acelerarse más y más. Por eso, quizás para muchos, nuestra vida familiar resulta una montaña rusa permanente. Aparecen por casa gente como Ilse, Helinah y Tyrone desde Bélgica y Australia, y nos colman de aventuras, de compromiso solidario y de sabiduría con su presencia. Pablo nos envía un precioso regalo musical por San Valentín junto al coro de su Instituto en Estados Unidos. También nos planteaba ayer un posible intercambio con una amiga francesa. Ahora está allí. En tres meses ya estará aquí. También vendrán Adam y Brittany, su familia americana de acogida, y sin duda surgirán nuevos lazos, nuevas complicidades, nuevos aprendizajes. Ya en agosto le tocará a Samuel iniciar su periplo americano, y como a Pablo, le supondrá un antes y un después en su vida.
Hace pocos días aterrizamos de Bruselas. Siempre aprovechamos la Semana Blanca de febrero para encontrar algún viaje "chollo" y este año ha tocado Bélgica. El año pasado tocó Noruega. Y no sólo nos llevamos preciosas vivencias del romanticismo de Brujas, del bullicio universitario de Gante, o de lo vivido en Bruselas: la Grand-Place, el Manneken Pis, el Atomium, el Parlamento Europeo, las fachadas de comics, el museo de instrumentos musicales, el surrealismo de Magritte, los gofres, el chocolate o la cerveza belga.... También nos llevamos el cariño de Anne, una belga afincada en Málaga antigua compañera de trabajo de Mey, que nos preparó un maravilloso itinerario lleno de sorpresas. También el encuentro con su hermana Cécile y su familia, en una cena entrañable tras un precioso recorrido bruselense. Y por supuesto, el contacto con Julie, la dueña del bohemio apartamento en el que estuvimos. Ella es cantante y directora de cine, y acaba de lanzar un interesante documental que ha puesto nuestro foco de atención en la realidad africana. Estaba en Burkina Faso cuando llegamos. Ello nos permitió disfrutar de la amabilidad de su vecino Augustin. Y sin duda como con Cécile y Anne, se abrirán nuevas experiencias futuras con ella. Para eso está whatsapp, facebook, gmail...
Ahora estamos inmersos en nuevas vorágines cotidianas. Que si una pequeña reforma en el baño porque se nos caían los azulejos. Que si la matrícula de Pablo para su vuelta de Estados Unidos. Que si la nueva asociación por la educación musical en la Axarquía. Que si la venta de nuestro antiguo coche. Que si la traducción del cuento de Mey con sus alumnos para las extraescolares de la Escuela de Idiomas, y todo el trajín de sus exámenes trimestrales. Que si unas presentaciones de un libro de nuestros amigos de O Couso en Málaga y Alozaina. Que si éste o aquel papeleo...Hacer, hacer, hacer. Ir y venir constantes. Búsqueda del difícil equilibrio dentro de un ajetreo incesante.
Hace unos años creamos una ONG entre unos amigos de aquí, de la Axarquía. A alguien se le ocurrió un nombre inmejorable. Nadie dudó ni un instante de su conveniencia: Asociación De Aquí Para Allá (ADAPA). ¿Acaso hay mejor forma de describir lo que es la vida y la solidaridad? ¿Idas y venidas? ¿Ir de aquí para allá? ¿Dar y recibir del que está aquí para el que está allí, o viceversa? ¿Conectar energías de unos y otros para impulsarnos como seres humanos, y para hacer de un mundo bueno, un mundo mejor? Precisamente vivimos una de esas bellas conexiones ahora. Tras nuestra experiencia personal, ADAPA acaba de hacer una generosa aportación al proyecto de Kenya de nuestra amiga Ilse, tras su precioso reto de más de 1.000km descalza con su hija a hombros. Ilse partirá de Bélgica hacia África en unos días para gestionar la entrega directa  a su destino final de los fondos recaudados durante los tres meses de su odisea. Además de dinero para filtros de agua potable, material y enseres, llevará consigo más de 1.000 pares de zapatos que le han donado por todas las zapaterías belgas. Es curioso cómo Bélgica y África han aparecido en nuestras vidas en las últimas semanas. ¿Quién sabe si  en nuestras próximas idas y venidas aparecerán Kenya, Burquina Faso o el Congo?


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