Cuando tienes niños, una escapada "de novios" esporádica debería ser obligatoria. Nosotros hemos aprovechado que estaban de campamento en Pirineos con los Scouts, y hemos hecho una este fin de semana. Han sido unos días mágicos, de esos que no se olvidan. Hemos disfrutado de playa, de bellas puestas de sol, de cenas a la luz de las velas, de maravillosas caminatas...
Sin embargo hubo un contratiempo que pudo arruinar el fin de semana. Después de un maravilloso paseo por los acantilados de Barbate descubrimos con estupor que nos habían roto la ventana del coche, y que nos habían robado lo poco que llevábamos: el navegador del coche, enseres de playa y el bolso de mi mujer con toda su documentación y algo de dinero. Esa tarde hubo que cambiar la "cenita romántica" por la visita al cuartel de la guardia civil para presentar la denuncia y toda la burocracia del seguro para reparar la ventana.
Reconozco que nada más ver el coche sentí una sensación de agresión: nos habían destrozado el cristal, habían registrado todas nuestras pertenencias, y habían hurgado en nuestra intimidad. ¿Cómo era posible que en unos momentos tan mágicos sucediera algo así? El incidente nos bajó de inmediato de la nube en la que estábamos tras nuestro "acaramelado paseíto". Sin embargo, tras el susto del momento, decidimos ocuparnos y dejar de pre-ocuparnos. ¿Que toca ir a poner la denuncia y a cambiar el cristal?, pues se hace y ya está. ¿Que será un lío pedir de nuevo toda la documentación?, cuando acabe el fin de semana tocará ocuparse de ello. ¿Nos vamos a pre-ocupar, y eclipsar unos momentos tan especiales? El presente es el presente, y de nada sirve lamentarse por lo ya sucedido, o hipotecar el futuro por lo que tocará hacer. De hecho, a nosotros no nos había sucedido nada, y a fin de cuentas se trataba sólo de bienes materiales.
Esto, que puede resultar evidente, a nivel interno es un gran avance para mí, ya que hace años sin duda habría arruinado mi fin de semana, y probablemente me habría contagiado de la energía negativa de la propia agresión a nuestro vehículo. Sin duda, hace años, habría sufrido por el incidente: me estaría preguntando los "por qués", estaría calculando el valor de lo robado, o incluso me estaría culpando de no haber aparcado el coche en otro sitio. Sin embargo, en esta etapa procuramos aceptar lo que nos depara el presente con sus altibajos, absorbemos las enseñanzas y los encuentros que nos depara ese presente, y proseguimos camino. Y siempre trae mucho ese presente: la amabilidad del guardia civil, el señor que comentaba su quinto o sexto robo en comisaría, la delicadeza de la chica que nos alquiló el apartamento y que nos cedió su plaza de aparcamiento hasta reparar el cristal, la servicialidad de quien nos reparó la luna... Reconozco que me sorprendí pensando con compasión en las personas que nos habían robado : ¿en qué situación debían estar para tener que actuar así, y arriesgarse a ser detenidos por ello?
Esa noche acabamos tarde en comisaría. A primera hora nos ponían un cristal provisional. A media mañana seguíamos con nuestros momentos mágicos en la playa. Ni un solo recuerdo para el robo.
Efectivamente, esa actitud es la mejor, este tipo de cosas pasan, por desgracia, pero al fin y al cabo, solo fueron bienes materiales, no hubo ningún daño personal. Se reponen, y a seguir adelante y a disfrutar de la vida, que son dos días.
ResponderEliminarUn beso
Rosa Corredera
Esa actitud es envidiable, no siempre reaccionamos como ustedes. Un Beso
ResponderEliminarSi esa reacción sale de dentro, es que hay algo muy grande. Me alegro de haberos conocido y haber compartido aquel ratito, corto en tiempo y grande en experiencia. A seguir con la escapada romantica!
ResponderEliminarCuando el mal está hecho, ¿para qué castigarse aún más con maldiciones, reproches y toda clase de malas vibraciones? Es cierto que rehacer la documentación es un incordio, pero las cosas no pasan porque sí. De todo se aprende.
ResponderEliminarUn abrazo