A lo largo de estos meses de incesante búsqueda de un mundo diferente para vivir junto a nuestros 3 hijos, ha habido mucha gente que nos ha preguntado en qué acabará dicha búsqueda: ¿quizás en mudarnos a otro país?; ¿quizás en trasladarnos al campo a vivir una vida más en contacto con la naturaleza?; ¿quizás en cambiar de trabajo?; ¿quizás en incrementar el compromiso con alguna ONG o proyecto social?; ¿quizás en cambiar de hábitos alimenticios?; ¿quizás en ayudar a impulsar alguna alternativa política? Alguna de estas alternativas ya están en marcha, y a otras les respondemos: "puede ser..." Pero lo que seguro, seguro, seguro que implica esa búsqueda de un mundo diferente para vivir es el convencimiento de que es necesario engañar a nuestra mente.
Observamos con preocupación hasta qué punto nuestro entorno, nuestros hábitos, los medios de comunicación y nuestra propia educación condicionan y limitan hasta grados insospechados nuestras posibilidades y potencial como seres humanos. El "no se puede" o "no se debe" preside gran parte de nuestro "hacer" y nuestro "pensar". Pero, realmente, ¿quién decide eso salvo yo mismo?
Ayer fui a pasear en bici con mis 2 hijos más pequeños. Dimos una vuelta larguísima. Y ya casi anocheciendo, quisimos dar una sorpresa a su madre, yendo a recogerla a su trabajo. Pero para ello era preciso subir una larguísima y empinadísima cuesta. Mi hija pequeña tiene una bici muy básica, sin marchas ni nada, y apenas lleva unos meses sin ruedines pequeños. Por eso quise animarla a que lo intentara, sabiendo que "era imposible" que la subiera sin bajarse de la bici ni poner un pie en el suelo...Que ni yo mismo sería capaz de hacerlo...Y la reté con una apuesta en broma...Pero ella no sabía que era imposible...Y allí fue ella con sus 7 añitos, subiendo la cuesta puesta en pie "a lo Indurain" hasta llegar a la cumbre...Mi boca me llegaba al suelo de asombro...
Estamos seguros que ese "mundo diferente" es de los que son sordos...Pero no porque tengan problemas de oído, sino porque no están dispuestos a escuchar las tonterías que los demás nos dicen sobre nuestras limitaciones...Y por sordos, son capaces de hacer lo imposible porque no sabían que lo era...
Nuestra mente trata de dominarnos por completo, y la opinión de los demás no hace sino ayudarla...Pero nosotros somos mucho más que nuestra mente...Si nos lo creemos de verdad, o si nos hacemos sordos a lo que nos digan...
En una conferencia super-simpática de Omar Villalobos hablando precisamente de estos temas, cuenta cómo la madre de Dalí, de pequeño, no paraba de decirle lo siguiente: "Salvador, hijo mío, dibujas como los dioses..." ¿Os imagináis lo que podríamos hacer si nos convenciéramos o nos convencieran de que es posible lo imposible? ¿Acaso no cambiarían muchas cosas en nuestros trabajos, nuestras familias, nuestra política o nuestra economía? Dalí se lo creyó...Y acabó siendo un "dios de la pintura"...Y digo yo, como Omar: si no paran de engañarnos los políticos, los anuncios de televisión, la historia, o incluso nuestros padres para que nos tomemos la sopa, ¿por qué no engañar nosotros a nuestra mente para encontrar ese mundo mejor a base de "imposibles"? Nosotros lo estamos empezando a poner en práctica, y los resultados son alucinantes.
¡Fantástico artículo...! Apruebo punto por punto... incluso voy algo más allá: ¿Os imagináis a Beethoven, no escuchando "su" música interiormente...?
ResponderEliminarSaludos cordiales.