En el capítulo uno del Manual de Uso que nos deberían dar a todos los padres a la salida del paritorio, debería poner en letras mayúsculas y bien grandes cuál es el objetivo de cualquier padre o madre: "IMPULSAR LA AUTONOMÍA DE SU HIJO/A, Y ENSEÑARLE A VOLAR".
Dicen que venimos al Mundo a aprender. Yo le añadiría: "a ser libres". Sin embargo, cada vez más creo que nos va a tocar estudiar en verano, y que nos van a dejar la asignatura para septiembre. Por un lado, nuestro sistema parece pensado para todo lo contrario (crear dependencias que acaben desembocando en un consumo compulsivo): quien no tiene un coche de un cierto nivel, o incluso su segundo o tercer vehículo, se siente un "bicho raro"; quien no está a la última en las noticias o en el último gadget de Apple, es percibido como un auténtico "paria" social; quien no se puede ir de vacaciones, o permitirse peluquería todas las semanas, resulta casi "marciano"; y quien durante estos años no era recibido por el director de su sucursal bancaria, era casi un "don nadie". Pero todas estas aparentes "medallas de status" en realidad son una soga que nos hunde cada vez más en el pozo de la dependencia, y nos aleja de nuestra verdadera esencia: la de SER LIBRES.
Y nosotros, los padres, madres y educadores, sin saberlo ni quererlo, nos convertimos también en verdaderos impulsores de la dependencia de nuestros hijos y alumnos. Quizás porque necesitemos verles dependientes de nosotros para encontrar nuestro sentido en la vida, y ocultar con su enganche a nuestro cordón umbilical nuestra propias carencias en la asignatura de la libertad. Pero sin darnos cuenta que, con ello, les abocamos a la esclavitud de la dependencia.
No puedo evitar que se me pongan los "pelos como escarpias" cuando acompañando a mi hija a piscina, observo que niños de 9 a 12 años, algunos incluso por encima de los 50 kilos, son vestidos y desvestidos por sus madres, totalmente desencajadas ante la magnitud de la tarea y el pose "marajá" del menor. Y me entran "salpullidos" viendo el enorme sufrimiento de las madres del colegio, ante el próximo viaje de fin de curso de nuestros hijos de 12 años al acabar en 6º el colegio: ¡niños que nunca han dormido fuera de su casa o sin sus padres, con el pánico que representa para éstos que pasen 2 o 3 noches fuera de casa en dicho viaje! ¡Menudos padres deben pensar que somos mi mujer y yo cuando desde los 5 años nuestros hijos se van de acampada con los Scouts, haga frío o llueva, durante períodos de 3 a 15 días! ¡Claro que te acuerdas mucho de ellos, y pienas si estarán o no bien abrigados...! Pero bien sabes que un resfriado por descuidarse en el abrigo, es el mejor antídoto para el siguiente resfriado, y una inversión para una personalidad autónoma, independiente y con capacidad de criterio y decisión.
Si los padres, desde que salimos del paritorio no pensamos, casi a diario, que nuestro principal cometido es facilitarles el vuelo a nuestros hijos un día, y les preparamos (y nos preparamos) para ello, les estaremos haciendo un flaco favor, y les estaremos encarrilando hacia las filas de los dependientes de este Mundo.
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