Mi segundo hijo, como los otros dos, es un ser especial. Pero éste tiene unas especiales dotes para iluminarnos en los momentos actuales de convulsión y crisis que nos azotan. No sé si será un niño índigo o qué. Pero es tremenda su capacidad de adaptación a las circunstancias, por muy crudas que sean para él.
Con sus 9 años, es travieso y despierto como el que más. Y eso le lleva a hacer travesuras y a tener los lógicos roces con sus hermanos en estas edades. Sabe que en esos casos, sus acciones tienen consecuencias, y debe responder por ellas. Pero a diferencia de sus hermanos, si a él le toca un castigo o una reprimenda, tiene el maravilloso don de adaptarse a la nueva circunstancia que ello supone. Y no por dejadez, o por evasión de la realidad, sino porque tiene la facultad de ver lo positivo y la oportunidad, en lo que los demás ven un castigo o una situación negativa. Si se le castiga con irse a pensar a su cuarto, está encantado porque eso le permite meterse de lleno en su rica imaginación. Si se le envía a llevar la basura por alguna fechoría, está encantado porque eso le permitirá ver a su amigo al pasar por la puerta. Si se le separa momentáneamente de los juegos de los demás, se alegra porque así puede tener un ratito para hablar con mamá o papá "para él solito" (como le gusta decir). Por muchos obstáculos y piedras que se pongan en su camino, como si de una anguila se tratase, él sabe esquivarlas, y encara el siguiente repecho del río con más fortaleza y decisión que antes. Para unos padres es frustrante en lo relativo a tratar de imponer consecuencias a sus actos desviados, porque a veces nos deja desarmados. Pero para él puede ser un seguro de vida en los tiempos que nos tocarán vivir.
¡Ojalá todo el mundo sepa ver una oportunidad en los duros momentos que nos aguardan! ¡Ojalá haya mucha gente que sepa ver la oportunidad en la crisis, la forma de rehacer nuestros principios y nuestros valores en base a los "palos" que la vida nos da! El futuro que nos aguarda no va a ser fácil, y sólo aquéllos que sean capaces de adaptarse con flexibilidad al cambio de situación, y al nuevo estilo de vida que nos aguarda, podrán sentir que la vida les sigue sonriendo. Como a mi hijo-anguila, después de su castigo.
Hola amigos!! Encantado de participar en este blog. Por lo que leo debo avisarte que tu hijo, si sigue así, estará condenado a ser feliz toda su vida. Ya sea en los tiempos que nos toca vivir, ya sea en futuros momentos que esperamos sean mucho mejores.
ResponderEliminarPero mientras luchamos por ese futuro mejor...¿por qué no pensar como tu hijo, aprovechar la actual situación y vivirla como una oportunidad de cambio de muchas actitudes, de muchos valores, de ordenamiento de prioridades...?
Recuperemos el valor de la familia; demos importancia a lo que de verdad importa; no busquemos los puntos de desunión en el día a día; fijémonos en los mil y un regalos que nos da la vida; preocupémonos por los demás, seamos verdaderamente solidarios (no de boca), regalemos nuestro tiempo, conocimientos, cariño,...
¿De verdad creemos que teniéndolo todo seremos más felices que ahora? ¿De verdad pensamos que cuando salgamos de la crisis seremos más felices? A veces, si pensamos en positivo, los resultados son espectaculares... Unos amigos de Perú estarían de acuerdo conmigo¿Probamos?
Que soy Ángel... el de la empanadilla jajaja
ResponderEliminarEres un crack, Ángel. No puedo estar más de acuerdo contigo.
ResponderEliminarCómo lo echamos de menos, al jodío. Disfrutad de él cada día. Y gracias por esta entrada. Reconozco que más que pensar en la crisis, a mí me ha impuesto una nueva tarea: mirar un poco más allá de lo duro que es llevar a los tres enanos todos los días y tratar de aprender de ellos y de su forma de ver la vida.
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