Mi marido siempre ha dicho que soy la persona más políticamente incorrecta que conoce... y está en lo cierto. No me gustan las etiquetas: creo que todos tenemos derecho a cambiar y tenemos un corazón creativo. No me gusta el sistema establecido: soy ser humano y no oveja. No me gustan las frases hechas: son a las que se recurre cuando se está falto de ideas...
Ahí va una de esas frases lapidarias: "Dejemos a los jóvenes cambiar el mundo". Ante la situación que vivimos y cuando se discute acerca de los cambios que esta sociedad necesita, no he parado de escuchar en los medios, en la gente que me rodea (incluso yo misma en un principio) esta reflexión tan poco práctica y tan sutilmente escaqueadora. Sí, lo confieso, yo misma me sorprendí recurriendo a este manido cliché: ¡Vamos, es evidente! Con mi ajetreada vida de maruja trabajadora no tengo tiempo de ocuparme de otras cosas: eso para los jóvenes, que, como están parados, tienen más tiempo.
Sin embargo, si yo no, ¿quién?. Si yo, que tengo el poder de decidir en mis compras, de influir en la educación de mis hijos, de hablar y difundir ideas sin que me califiquen de perroflauta o vago, ¿quién si no? Recurrir al socorrido "yo no puedo porque ... no valgo para eso, porque los jóvenes tienen más energía, porque no tengo tiempo, porque no me siento preparado, porque no tengo nada que aportar..." es una excusa pobre y un solapado intento de no arrimar el hombro y dejar a otros que hagan parte de lo que a uno, y sólo a uno, le toca cambiar. Hagamos un poco de autocrítica de esa que llaman constructiva y que yo llamo simplemente reflexión y sentido común: cambiar las cosas es cosa de TODOS.
Hace varias semanas preparé una clase usando el vídeo de "Un mundo en miniatura". Mis alumnos (media de edad: 25-30 años) quedaron impactados con las cifras, hablamos sobre la necesidad de apreciar lo que tenemos porque somos seres afortunados..., pero a mí, lo que más me impactó, es que a la pregunta "¿Que puedes hacer para mejorar el mundo?" todos, TODOS, a excepción de un alumno (cura, por cierto), opinaban que los cambios deben hacerlos otros: gobiernos, instituciones y un largo etcétera que no hace sino eludir la responsabilidad propia sobre lo que nos ocurre aquí y ahora. Ese día yo también aprendí una lección.
"El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo, acaso más que para engañar a los otros." dice Jaime Blames. Por eso, es necesario dejarse de tapujos y preguntarse abierta y honradamente: Si yo no, ¿quién?. Y si no ahora, ¿cuándo?.
Fue una buena manera de hacer un video-listening y a la vez hacer activismo ;) Fue realmente bueno!
ResponderEliminarSigo pensando que a los que ostentan el poder, para su propio bienestar y ansia de tener más y más, les interesa que otros no tengan nada y dejen lo suyo para ellos, a la vez que dejar espacio en la Tierra para su podrida estirpe.