viernes, 31 de agosto de 2012

Creer es crear: lección magistral de mi hija de 6 años

Los que leen nuestro blog saben que nuestros 3 hijos son una fuente contínua de aprendizaje para mi mujer y para mí, y una de las principales vías para no rendirse en la búsqueda por un mundo mejor. Es sorprendente cómo ellos son capaces de generar soluciones, que a los adultos nos resultan imposibles, precisamente por la programación que ya llevamos acumulada en nuestro cerebro, y por los miedos que nos atenazan.
Con estos tiempos tan duros de crisis, desempleo, recortes, desahucios, desigualdades, injusticias y flagrante desconexión entre lo legal y lo justo, algunas de las frases más repetidas y destructivas en las conversaciones, son las de "no puedo hacer nada" o "a ver si solucionan esto". Son frases de incapacidad o de traslado de la responsabilidad sobre nuestras vidas a terceros. Pero estoy convencido que la realidad NO nos la crean, la creamos nosotros. Quizás pueda resultar muy abstracto esto que digo, pero con uno de sus múltiples episodios, mi hija pequeña de 6 años, ha fijado en mí dicha certeza de por vida.
Este verano mi mujer, mis 3 hijos y yo, hemos pasado unos días de camping en Pirineos, "andurreando" entre montañas. Quizás sean los días más especiales del año para nosotros, ya que no hay nada que se interponga en nuestra comunicación. Son días de magia, de compenetración entre nosotros, y de profundo contacto con la naturaleza. En uno de esos días, hicimos una larguísima excursión para alcanzar varios lagos de alta montaña. Salimos a las 11 de la mañana, pero mi hija a los tres cuartos de hora empezó a tener hambre, sueño y cansancio. Comenzó a quejarse y posteriormente a protestar. Dado que habíamos casi empezado, mi mujer y yo nos miramos pensando que los planes para la excursión podían torcerse. Por ello, en vez de llevarla en brazos, cambiar de planes o ritmo, u olvidar el ascenso, optamos por lo más difícil: explicarle que la realidad, SU realidad, dependía de ella sola. Que su cansancio podría ser controlado por su mente. Que su energía podía ser canalizada según ella quisiera. Y sobre todo, que si sus pensamientos eran negativos, de abatimiento, de abandono o de sufrimiento, el resto de su cuerpo iba a seguir esos pensamientos, y acabaría destrozada. Pero que si sus pensamientos eran positivos, de convicción sobre su capacidad, yde optimismo, sería capaz de alcanzar lo que se propusiese.
Al menos conseguimos que las quejas se aplacasen, y con ello llegamos al primer lago. Luego al segundo y al almuerzo. Y finalmente a nuestra meta: el maravilloso tercer lago. Disfrutamos del paisaje, jugamos, bromeamos....Y a eso de las 7 de la tarde, nos temíamos que tras un ascenso total de más de 5 horas, la noche nos alcanzase durante el descenso, e iniciamos la bajada. Pero para entonces, mi hija ya había interiorizado perfectamente lo que habíamos estado hablando con ella durante todo el día (¡esa es la gran ventaja de los niños!: que no están programados por nuestro sistema, y son capaces de generar su propio código de vida). Y sin decirle nada, ella misma se creó unos juegos para mantener alta "la moral de la tropa", la suya propia: empezó a canturrear, se inventó tablas de multiplicar y no paró de contarse historias a sí misma. Se puso al frente de nuestra expedición, y lo que inicialmente creíamos que sería un exceso de optimismo por su parte, se convirtió en toda una realidad: durante las casi dos horas de descenso, permaneció al frente, con un ritmo endemoniado, sin titubear ni equivocarse de sendero ni una sola vez, sin tropezar en un terreno empedrado, y a casi 500m de distancia de nosotros. La gente a la que adelantaba se quedaba alucinada viéndola sola con ese ritmo, esa determinación y sus "canturreos". Y nosotros cuatro eramos incapaces de seguir su estela, tras las duras horas de ascenso. Quise acercarme a ella, para evitar que pudiera perderse, y la alcancé para grabarla ya en el último kilómetro hasta llegar a los aparcamientos, porque sabía que la gente iba a pensar que era una exageración.
Ella había creído en sus posibilidades. Se había convencido a sí misma de que era capaz. Y había creado los mecanismos internos para hacerlo posible. Con ello había creado una realidad radicalmente distinta a la de la mañana. Y ello a pesar de que sus condiciones físicas, lógicamente, estaban mucho más mermadas. Había creído, y con ello, había creado su realidad.
"Dejad que los niños se acerquen a mí", dijo alguien hace veinte siglos. Mucho tenemos que aprender los adultos de nuestros "enanos"si queremos crear un mundo mejor en el que vivir.

jueves, 23 de agosto de 2012

Tendremos que escoger entre lo justo y lo legal


Si me falta para dar de comer a mis hijos, no me voy a andar con remilgos. Al toro, hay que cogerlo por los cuernos, y no dándole "capotes" como andamos haciendo ahora. Con esto me refiero a que no paramos de teorizar, cuando la realidad es tan cruda que sólo vale plantearse si lo que tenemos delante es justo o una barbaridad. Que algo sea o no legal, con la que está cayendo, empieza a parecerme secundario.

Muchos se echarán las manos a la cabeza ante esta afirmación, pero la realidad manda:
-los directivos de los bancos cobran indemnizaciones multimillonarias, después de haber expoliado o hundido sus entidades: es legal, pero no es justo.
-Dívar cobrará 200.000€ de indemnización, tras haber tenido que dimitir por sus viajecitos privados con dinero público. Puede ser legal, pero no justo.
-A miles de personas se las desahucia de su casa por los bancos, y además se les embargan sus sueldos de por vida porque el precio de la casa ha bajado respecto al momento en que firmaron la hipoteca: puede ser legal, pero es una aberración.
-Los inmigrantes que trabajan para nosotros y a veces explotados sin ser dados de alta, no podrán recibir asistencia médica por no tener papeles. Desde ahora legal, y una atrocidad desde la perspectiva de los Derechos Humanos (ver campaña)
Y esto es un suma y sigue diario...

Situaciones como las que se han producido en las últimas semanas para llamar la atención a la opinión pública sobre los millones de personas que pasan hambre, con las acciones de "expropiaciones" de carritos de la compra en supermercados para dar de comer a los más necesitados, pueden dejar de ser testimoniales. Y me temo que la cosa está llegando a puntos de no-retorno. De esta acción en los supermercados del polémico Sánchez Gordillo, diputado y alcalde de Marinaleda (por cierto, visitada por decenas de corresponsales extranjeros como oasis y excepción al sistema capitalista que nos domina), se podrán decir muchas cosas. Pero ha logrado poner en el foco de la actualidad el hambre que pasan 2,2 millones de niños en España, los 63.000 millones de toneladas de comida de supermercados que se tiran al vertedero anualmente, y la necesidad de poner cara y acciones concretas a tantísima injusticia (ver entrevista, min 11:30). Y además, estas acciones tienen la virtud de pedir cosas muy concretas y factibles, en vez de largos listados muy ideologizados que a veces no llevan a la unidad de los activistas (como pasa en el 15M): un Real Decreto para que se donen los alimentos que estén a 5 días de caducar a Bancos de Alimentos y Cruz Roja. A la porra la prima de riesgo. A la porra la Bolsa o el déficit. Garbanzos, leche y galletas para los que no tienen qué llevarse a la boca. ¿Ilegal? Probablemente sí...Pero he escuchado más críticas a esta acción en los últimos días, que a los Urdangarines, Dívares, Montoros o Rajoys de turno...Quizás por miedo a los que temen acciones masivas de este tipo contra la propiedad privada (¡si nos diéramos cuenta de que ese miedo responde a que, al ser mayoría aplastante, tenemos la sartén por el mango...!). Y sinceramente, si ha conseguido que alguno despierte a la cruda realidad, aplaudo ilegalidades como esta.

En esos extremos, no tendremos más remedio que posicionarnos. Seguro que los habrá (y muchos) que estén del lado de la Propiedad Privada; los habrá que defiendan el Sistema, la Democracia y la Legalidad. O incluso los habrá que se preocupen por el desorden que acciones de desobediencia civil como esta crean (la cajera del Mercadona acaba llorando, quizás sin darse cuenta que es en el fondo una guardiana del sistema que permite que su jefe, multimillonario, gane 474 millones al año). Pero conviene estar muy atentos, y desconectarnos de los discursos que nos han programado desde muy niños. Y saber reconocer que lo legal y lo justo no son lo mismo. El régimen esclavista, la pena de muerte por ser gay o adúltera en muchos países, o el régimen nazi de Hitler son o eran escrupulosamente legales, pero totalmente inmorales. Y si nos regimos sólo por la legalidad, podremos estar incurriendo en monstruosas injusticias.

Los que tenemos niños, conocemos muy bien en qué consiste este juego de lo legal..."¡Ah! Lo siento...A este juego sólo pueden jugar los niños (o las niñas)!" "En esto sólo pueden participar los que tengan más de 10 años.." "Los pequeños no pueden coger esto..." Desde niños, nos hemos acostumbrado a imponernos normas, como forma de ordenar nuestra relación con los demás...Y es razonable para llegar a acuerdos en nuestros juegos, nuestros turnos, etc...Pero inmediatamente los niños se dan cuenta que esas normas, esa "legalidad infantil" les permite privilegios, les permite excluir a quienes les incomodan, o directamente les otorgan ventajas. Y es cuando nosotros, los padres, viendo que están dejando de lado al pequeño de la casa, que nunca dejan chutar al menos habilidoso, o que nunca coge el juguete uno de los sobrinos, intervenimos para restablecer la justicia sobre la legalidad que ellos mismos se han impuesto. Y escuchamos quejas del tipo: "es que habíamos acordado que..", "es que las reglas de este juego son...". Justicia versus Legalidad...

A los adultos no va a venir nadie que nos restablezca la justicia de medidas legales profundamente inmorales e injustas. Y sólo nos queda, pues, reclamar nosotros mismos esa justicia, aunque sea mediante la desobediencia civil. Cuando toque, ¿estarás con los que defienden lo legal o lo justo?

martes, 7 de agosto de 2012

Bisabuela revolucionaria da clases particulares de inconformismo

Todos los veranos, si se puede, vamos a visitar a la bisabuela de los niños a Francia. Los niños la adoran. Y les encanta su granja, sus animales, el entorno de libertad, y creo también que la sensación de estar en un mundo diferente. Y a mi mujer y a mí nos gustan sus cursos de verano de "Revolución e Inconformismo Vital".
Leonesa de nacimiento y francesa de adopción, con sus 92 años a cuestas, no le teme a nada ni a nadie. ¡Como para hacerlo con la vida que ha llevado!  Su madre murió cuando ella tenía 3 años, y ya con 10 trabajaba cuidando vacas. Trabajó contra las Dictaduras de Franco y de Hitler, y fue encerrada en el famoso campo de concentración de Argelés. Pasó hambre, mucha hambre. Y penurias incontables. Colaboró con la Resistencia Francesa y fue detenida por los nazis. Cuando su marido, anarquista, superó tantas y tantas contiendas, murió de un simple corte por tétanos. Quedó viuda con dos niños pequeños. ¡A buscarse la vida! Ha cuidado a ancianos y ha servido en muchas casas. Actualmente vive sola (las personas de su entorno han ido falleciendo) en su granja, cerca de Agen, cuidando su huerto, sus gallinas y sus flores. Sola, pero con una voluntad y una fortaleza a prueba de bombas.
Ni hablar de trasladarla a una ciudad o a un entorno más seguro para una persona de su edad. Ella se vale por sí misma. Con su escopeta junto a la cama, y un desparpajo forjado a base de los obstáculos de su vida, no hay nada que se le resista. Por eso no entiende el "atontamiento" de la sociedad actual, con nuestra dosis semanal de recortes masoquistas y de mentiras engullidas. Ella, a la más mínima injusticia, realiza una sentada ante la puerta del "politicucho" de turno, se ha enfrentado con cacos y con la propia policía, viaja a donde haya que ir para ser la primera junto a la pancarta, y prefiere pasar por una exaltada que por una "cabeza agachada". 
La bisabuela tiene dos grandes ventajas en la situación actual: primero, ha vivido todo lo que tenía que vivir, y la situación actual, para ella, son cosquillas; y segundo, si todo se va "a la porra", ella podrá seguir viviendo y alimentándose de su huerto y su granja.
¿Qué nos pasa, pues, a nosotros? ¿Es que aún no hemos tenido nuestra dosis de sufrimiento para espabilar? ¿Esperamos a que escampe para alzar la voz? ¿Aún pensamos que vendrá algún salvapatrias a sacarnos de esta? Aún tenemos hijos, y no podemos dejarles esta "porquería" de mundo. Si no luchamos por nuestros sueños y los de nuestra prole, nadie lo va a hacer por nosotros. Quizás necesitemos un curso intensivo y clases particulares con la bisabuela. Y ojalá que mis 3 "enanos" lleven ese ADN de inconformismo.